Cultura
Ver día anteriorSábado 21 de abril de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Aporta a la Caja de las Letras dos cartas originales: una de Rubén Darío y otra de Sandino

Sergio Ramírez comparte su fascinación por Cervantes; Rulfo, entre sus mentores
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 21 de abril de 2018, p. 5

Madrid.

El escritor Sergio Ramírez rememoró sus años de infancia en Masatepe, el pueblo de Nicaragua donde nació, creció y leyó sus primeros libros de la mano de su madre, quien además era la profesora de literatura de su escuela.

Ahí sintió el llamado de la escritura y el deseo de ser cuentista, un narrador de historias que captara la sonoridad de la música de las palabras que escuchaba en las calles de su pueblo. Durante una charla en el Instituto Cervantes, en Madrid, el primer escritor centroamericano en ganar el Premio Cervantes habló de su fascinación temprana por El Quijote, de su amistad y admiración por José Emilio Pacheco, que de Carlos Fuentes aprendió sobre todo que un escritor no debe callar ante las injusticias y que en su narrativa hay muchas resonancias de Pedro Páramo y de Juan Rulfo.

El autor cumplió con el ritual anterior a la entrega del Premio Cervantes, pese a su apretada agenda en la capital española.

En la sede del Instituto Cervantes, edificio situado en pleno centro de Madrid, donde horas antes, en la bóveda de seguridad, depositó su legado para la posteridad, como han hecho otros galardonados.

La aportación de Sergio Ramírez a la llamada Caja de las Letras es una carta original de Rubén Darío y otra del inspirador de su trayectoria revolucionaria, César Sandino. Dejo aquí estos dos documentos porque quienes los firman representan la esencia de mi país a través de la palabra y la dignidad. Ambos nos dieron nuestro sentido de nacer, afirmó, acompañado de su esposa, sus tres hijos y ocho nietos.

Después, vestido de gala asistió a la recepción oficial de los reyes de España, para él y su familia, a la que acudieron varios personajes de la cultura española e iberoamericana.

Felipe VI dijo: “Sergio Ramírez esconde alma de poeta en cada rincón de su literatura: desde sus magníficos cuentos hasta su novela Ya nadie llora por mí. Porque más allá de su capacidad extraordinaria para llevarnos a otras épocas, para hacernos vivir en la vida de sus protagonistas o para mantener el vilo de un enredo policiaco, en el escritor nicaragüense impresiona la sabiduría, la elegancia, la precisión y el talento con el que navega por los amplios mares de nuestra lengua...”

Largo camino lleno de de vicisitudes

Después, en la charla en el Instituto Cervantes, a la que asistió Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, Sergio Ramírez refirió sus orígenes de escritor, cuando publicó su primer libro de cuentos y sólo se hicieron 500 ejemplares que él mismo y su mujer, Purita, vendían.

Después de este largo camino recorrido y lleno de vicisitudes (...) llegar hasta aquí es algo que me genera reacciones muy complejas. La primera, la de sentirme cohibido por el púlpito y por la lista de los escritores que han recibido el premio, empezando por nuestra gran sombra del arte que es Jorge Luis Borges.

Ramírez explicó su vinculación temprana con Cervantes y su obra, y que cumplirá con la tradición de hablar de él durante su discurso del lunes, cuando reciba el galardón, pero no porque sea canónico sino por sus grandes enseñanzas. “Quiero darme el gusto de hablar de Cervantes y de El Quijote porque yo fui abriendo esa casa, ventana por ventana y puerta a puerta hasta quedarme a vivir en ella. Me precio de poder abrirlo por cualquier página e imaginar de inmediato hacia dónde va y de dónde viene”.

Recordó que su primera asistencia a una recepción de un Premio Cervantes fue hace 30 años, cuando coincidió en Madrid con Carlos Fuentes y él mismo lo invitó, además de escribir el día de la entrega una generosa crítica de su novela de entonces. Tuve una gran cercanía con Carlos Fuentes y recibí de su parte un magisterio en muchos sentidos. Quizás uno de ellos fue el de ser un escritor que no se calla ante las injusticias, de los asuntos públicos, fiel a una tradición que viene de Voltaire y Víctor Hugo.

Sergio Ramírez también recordó que cuando se planteó ser escritor, en realidad lo que pretendía era ser cuentista, contar historias, pero que su padre le dijo que hiciera las cosas bien y se pusiera a escribir una novela. Y así lo hizo y así lo sigue haciendo hasta ahora.