Autoridades federales no tienen claro el alcance de la reunión del obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, con grupos del crimen organizado. Tampoco determinan con qué células habrían sido el o los encuentros de los que el prelado ha dado cuenta públicamente desde febrero pasado.

Fuentes de la Secretaría de Gobernación dijeron que hasta el momento no hay una indagatoria contra el obispo ni lo han citado a comparecer, luego de que el mismo Rangel Mendoza reveló que recientemente viajó a la sierra guerrerense a recibir el mensaje de los presuntos delincuentes, en el sentido de que no matarán a candidatos a puestos de elección popular si se cumplen con ciertas condiciones, como no robarse los votos.

El jerarca ha advertido por distintas vías que la mayor parte de Guerrero está controlada por grupos delincuenciales vinculados a la producción y tráfico de drogas. La zona que habría visitado corresponde a la de cosecha de amapola, base del opio y sus derivados.

En Gobernación sólo insistieron en que se mantiene la comunicación con la Conferencia del Episcopado Mexicano, cuya sesión anual se realizará la semana próxima y a la cual, de manera tradicional, acude el titular de Gobernación, actualmente Alfonso Navarrete.

Esta secretaría es la responsable de la relación entre el gobierno y las iglesias, y la encargada de vigilar el cumplimiento de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. El artículo 29 de esta norma señala que los ministros de culto serán sancionados por la comisión de delitos cometidos en ejercicio de su culto o en sus instalaciones, entre otros aspectos.

Tierra Caliente

En las dos décadas recientes, Guerrero se ha colocado en los primeros sitios en homicidios dolosos y otros indicadores de violencia. Actualmente ocupa el segundo sitio, sólo por debajo de Colima (que arrasó el año pasado con una tasa de 93 asesinatos por cada 100 mil habitantes).

Asimismo, tiene también un alto índice de violencia familiar y fue segundo en feminicidios, por debajo de Nuevo León, durante el primer bimestre del año, así como en otros indicadores relacionados con las agresiones hacia las mujeres, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

La revelación del obispo Rangel toma relevancia precisamente por encontrarse en una zona que el año pasado tuvo una tasa de 64.2 asesinatos por cada 100 mil habitantes, muy por encima del promedio nacional.

En enero pasado se registraron en territorio guerrerense 204 homicidios dolosos y 163 en febrero; asimismo, 10 secuestros (todos para exigir dinero) y altos índices de narcomenudeo y robos a negocio.