Opinión
Ver día anteriorMiércoles 21 de marzo de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Facebook, la máquina de espiar
E

l fundador y presidente de Facebook, Mark Zuckerberg, enfrenta convocatorias a comparecer en los parlamentos europeo y británico para explicar el uso ilícito de la información personal de millones de usuarios de esa plataforma por parte de la consultora política Cambridge Analytica, una firma que se atribuye el triunfo electoral del hoy presidente estadunidense, Donald Trump, y que ha interferido en centenares de procesos electorales en distintos países con métodos cuestioniables y probablemente delictivos, como chantajes, sobornos y el recurso a sexoservidoras para después extorsionar a candidatos.

El pasado fin de semana se reveló que Cambridge Analytica utilizó datos privados de decenas de millones de usuarios de Facebook con el propósito de inducir resultados en diversos comicios, como el referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit). Legisladores estadunidenses demandaron la realización de una investigación a fondo y es posible que el fiscal especial que investiga las anomalías en la campaña de Trump, Robert Mueller, extienda sus indagatorias a ambas empresas. Hasta el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, se sumó a las demandas de explicaciones a Facebook. Mientras tanto, en la Bolsa de Valores las acciones de esta compañía cayeron en forma estruendosa al perder cerca de 7 por ciento de su valor –lo que equivale a unos 40 mil millones de dólares– y el equipo directivo de la red social se encuentra en una crisis interna de pronóstico reservado.

La información disponible hace pertinente recordar las advertencias formuladas hace años por Julian Assange, fundador y vocero de Wikileaks, en el sentido de que Facebook era la mayor máquina de espionaje en el mundo, una aseveración que, por desgracia, ha revelado ser crudamente cierta a la luz del escándalo actual. Aunque el informador australiano se refiriera a la obsesión de la red social por cosechar información útil para propósitos de mercadotecnia, el trasiego de información de ésta a Cambridge Analytica exhibe una implicación aun más sórdida, si cabe: los datos aportados en forma privada o pública por los usuarios de Facebook puede, en conjunto, realizar operaciones encubiertas de propaganda electoral y de inducción del sufragio en universos de millones de personas e incidir ilegítimamente, y al margen de los mecanismos de fiscalización institucionales, en resultados electorales.

Por lo demás, el asunto Facebook-Cambridge Analytica obliga a poner en perspectiva y en su justa medida las acusaciones, hasta ahora no probadas, de una supuesta injerencia informática del Kremlin en los pasados comicios presidenciales de Estados Unidos y en otros –el referéndum independentista de Cataluña, por ejemplo– y a concluir que esa clase de intromisiones es una realidad pero que no se origina en Moscú sino en sitios tan estadunidenses como Menlo Park, California, donde tiene su sede el gigante de las redes sociales.