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Definiciones

D

e la definición de poesía de que el que escribe poesía se haya hecho dependerá el estilo, pero también la calidad, de la propia poesía que él mismo, ¿quién más?, hace.

Si dicho personaje se ha hecho de una definición lo suficientemente precisa (y bien sabemos las dificultades que tal ¿acción, propósito, despropósito? conlleva), su poesía tenderá a un modo preciso de expresión, a una expresión poética precisa.

Mas por lo general quienes escriben poesía (adrede eludo el término poeta) no tienen claro, ni siquiera para ellos mismos, lo que la poesía sea. Y entonces sus escritos, no diré sus poemas, vagos tienden a ser, a ensoñar sin realidad concreta en qué poner los pies, en donde aposentarse.

La realidad concreta, concederé, tal vez no exista, pero al menos sí el sentimiento de cierta realidad habitar en el momento del poema.

En el momento del poema, al leerlo, al escribirlo (más que un hecho el poema es un acto), el sujeto de la experiencia habita o no lo real, algo real –así esa realidad se difumine después de la lectura, de la escritura–, mas para eso el poema debe asimismo ser real, realmente poema.

De otro modo, con qué frecuencia se observa ese fenómeno, se habita solamente una ilusión, qué hacer, de realidad.

Los poetas, que tocan realidades muy profundas, tienden a ser vistos como ilusos –por algo que en quienes así los ven pudiéramos llamar limitación de realidad: como no pueden llegar así de lejos dicen que así de lejos no se llega.

Quien se conforma con remedos ilusorios de realidad ciertamente no es, no puede ser poeta sino –porque eso quiere ser (no averiguando de qué se trata, en qué consiste la raíz arraigada del poema)– mero sujeto de ilusión.

Y en el poema, en los poemas, no lo que se procura es la ilusión, sino la realidad, una realidad que suponemos honda, sublime acaso, real.

Acaso real, repito; acaso real (y solamente acaso) todo poema, toda poesía sea. Mas tal acaso suele, puede tener más contundencia que lo que nos rodea –que lo que nos engaña, que lo que nos acecha– como real.

De la definición de la poesía que cada uno tiene para sí es que hablábamos. Y las definiciones en el caso de la poesía, del poema, siempre tan perentorias como provisorias, de algo sirven, y de su urgencia no menos que de su condición perecedera hay que servirse –que la ocasión, a tiempo, sólo a su tiempo; que sólo las cosas a tiempo hechas, a su tiempo, mucho me temo, logran capacidad de duración.