Opinión
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Isocronías

Así la (otra voz)

N

ada amo más que la voz del hombre, que la voz humana. Al menos eso me toca decir ahora y pienso que aún en su imprecisión la frase da con algo que de tan íntimo es universal, como el poema.

Los poemas, para mí, son partituras, y hay que leerlos como tales, hacer oír su voz en nuestra voz, y oír cómo la voz se hace poema.

Porque la voz se hace poema en el poema. Me parece que eso ya ha quedado claro. Y al nombrar, da nacimiento.

Y lo que nace es el principio de los tiempos, o el final, o la frontera entre ellos: nada más el presente.

Hacer presente el presente, en toda su potencia o potencialidad, es vocación del poema. Realización, si es que uno, escritor, pero ante todo lector, oidor, le hace caso.

El poema, digámoslo de otro modo, es la voz del tiempo, del tiempo que se sabe eternidad.

Nada ama más el tiempo que, sencillamente, la eternidad, la franca eternidad.

Oigo más el poema en la voz que en la escritura, eso es natural. En la escritura veo, sí, su organización. Pensar el poema es más fácil por escrito que de oídas. Pero el análisis, para mí, viene después de la escucha, no reticente, abierta. Y la escritura tiene, todo escritor lo sabe, su mucho (y muy agradecible) de reticencia.

La voz se da, se entrega sin reservas (no puede, ¿no se le da?, tenerlas).

En modo alguno hablamos de discurso: la voz, la sola voz, que gusta de vestirse de discurso, va, siempre o siempre de los siempres, desnuda. Ni los actores ante una buena escucha pueden digamos disfrazarla, disimularla, vestirla, darle, exageremos, otra desnudez. O sí: la de la voz desnuda que la dice, y –tan presuntamente– la crea, porque no la crea, la convoca, desde la desnudez –el desnudo decir de la voz que la dice. Y ya sabemos, esa otra voz es voz –del personaje, del poema, del personaje del poema (la voz poética)– porque va en desnudez.

Nada más amo que quedarse sin voz uno para que la voz hable por uno, desde su voz. La voz de la voz, me temo y congratulo, es la voz del poema, de la poesía. Y cuando uno escucha la voz de la voz tiende, vengo a enterarme, a escuchar la escucha de la escucha.