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Muerte y silencio articulan esa obra del músico estonio interpretada en Madrid

Realizan el estreno mundial de partitura de Arvo Pärt sobre la pérdida de un amigo

Salda un lamento largamente postergado

Participación del coro Ars Nova Copenhagen

Foto
Arvo Pärt (en imagen del 21 de octubre de 2012, cuando visitó la Basílica de Guadalupe). Ayer, el compositor atestiguó en Madrid el estreno mundial de su obra And I heard my voice, con título en inglés, pero escrita de manera íntegra en lengua estoniaFoto Archivo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 20 de febrero de 2018, p. 6

Madrid.

Dos décadas después de la aflicción por la muerte de un buen amigo y la revelación de una frase escrita en la carta con la cual recibió esa noticia, el músico estonio Arvo Pärt al fin desenmarañó el nudo gordiano de su alma doliente para plasmar en música un lamento por quien se había ido.

Una Biblia del siglo XIII y la invitación de la Universidad de Salamanca para componer una pieza conmemorativa por el 800 aniversario de esa casa de estudios desencadenaron esa obra que se negaba a emerger.

La partitura And I heard my voice, no obstante el título en inglés, está escrita de manera íntegra en estonio y el domingo se estrenó en España en un concierto en el que se interpretaron otras obras del barroco y de la época moderna de ambos lados del Atlántico para rendir homenaje al encuentro entre el Viejo y el Nuevo mundo.

El coro danés Ars Nova Copenhagen dio voz a esa música de reconciliación y elevación.

Versículo impactante e inspirador

La muerte y el silencio. O el silencio y la noche que ilumina el sueño de un árbol perenne. La voz postergada, alimentada calladamente durante décadas, días, sin que pudiera darle forma y sonido a ese lamento por el amigo muerto. Las notas, como las hojas en otoño, se caían de la partitura, porque Arvo Pärt buscaba escuchar un canto bello y doliente, embriagador y nocturno, susurrante y triste...

Y para darle cobijo, compañía, a ese lamento que surgió cuando leyó lo siguiente: “Y oí una voz del Cielo que decía: ‘Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obran van con ellos”, fragmento de un versículo de la Biblia, cuya cita eligió la viuda de Konrad Veem, arzobispo de Suecia cuando falleció, y que conmovió a Pärt hasta el punto sugerirle con fuerza que debía componer algo con esa imagen.

Así lo explicó Arvo Pärt: “Este texto me impactó hace 20 años, cuando recibí la noticia de la muerte de mi buen amigo y apoyo Konrad Veem, arzobispo estonio que servía en Suecia. La carta de su mujer citaba estas líneas de una traducción estonia de la Biblia y su lectura me impresionó profundamente. Normalmente, la frase ‘descansarán de sus trabajos’ se traduce al estonio de forma literal. Sin embargo, hay una versión que lo traduce como ‘ellos respirarán de sus trabajos’. Ellos han fallecido, están recuperando el aliento, pero a la vez están todavía con nosotros. Es como la vida eterna. Esta segunda traducción estonia del texto nos ofrece una rara interpretación para el mayor de los secretos”.

Cuando a Pärt le propusieron escribir una pieza por encargo para rendir homenaje a la Universidad de Salamanca, su respuesta afirmativa fue casi instantánea, pue ya la tenía prácticamente escrita. Al escuchar Salamanca y 800 años pensó en aquella Biblia de la que fue extraídó el fragmento del versículo con la rara traducción, que era del siglo XIII; es decir, de la época a la fundación de la institución.

Esa mezcla de curiosidades desencadenó la escritura de And I heard mi voice y antes de su estreno mundial, el domingo pasado en la Capilla Fonseca de la Universidad de Salamanca, el músico estonio visitó la biblioteca del recinto y le mostraron varios ejemplares incunables, entre ellos una Biblia del siglo XIII, que para leerla se necesita lupa. Él, en cuestión de segundos, se fue directamente al versículo mencionado.

Concierto en el Reina Sofía

El mismo concierto se escuchó ayer en el auditorio del Museo Reina Sofía, al que también acudió Pärt. El repertorio fue un compendio de piezas barrocas y contemporáneas en el que, como la mayoría de la música del artista estonio, aspira a la elevación espiritual, a la búsqueda infatigable de la armonía, de la luz que se expande con la cadencia del silencio y la zozobra. Las obras vocales elegidas abarcaban cinco siglos de música, entre ellas dos producciones de Arvo Pärt, el homenaje a México que compuso en 2012, Virgencita, y Kleine Litanei, de 2015. Piezas en la que se pone en evidencia a la evolución musical de un artista que es considerado el precursor de la música minimalista y uno de los representantes más radicales de la vanguardia soviética, pero que también ha incursionado en la música neoclásica para piano o en el uso individual de la dodecafonía, la composición con masas sonoras, la música aleatoria y la técnica de collage.

También figuraron obras de Hernando Franco, Alonso Lobo, Abraham Wood, Christian Wolff y John Cage. También se cantó una pieza del mexicano Manuel de Sumaya, La Bella Incorrupta, escrita en el siglo XVIII en la que se pone en valor su polifonismo y su barroquismo depurado. Como la intención del concierto era entablar una conexión entre el Viejo y el Nuevo Mundo de antes y de ahora, el enlace con nuestros días fue a través de las piezas de John Cage y Christian Wolff.

Al final Arvo Pärt agradeció uno a uno, con una reverencia, a los integrantes del coro y a su director que hayan dado voz a su lamento postergado.