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La cantante realiza gira por España y actuará también en París

Luego de 7 años, reaparece en Madrid Lafourcade y hace vibrar al público
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La intérprete mexicana en un momento de su gira europeaFoto Notimex
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 18 de febrero de 2018, p. 5

Madrid.

Con voz que parece evocar los orígenes de la jarana, el güiro o el pandero, la cantante Natalia Lafourcade reapareció siete años después en Madrid, con toda su banda, así como con sus canciones que hablan del amor y del desamor y del júbilo por vivir en un país con raíces de sonidos milenarios y vibrantes.

La sala Riviera de esta ciudad, abarrotada de público que conocía a la perfección sus canciones y le profesó una admiración tan profunda como sincera, fue el escenario en que la compositora fue envolviendo poco a poco, entre los latidos de su corazón emocionado, a una sala que tarareaba sus interpretaciones, lloraba junto a ella sus composiciones de desamor, celebraba los milagros de la música y la voz aterciopelada que nunca se rinde en la búsqueda del agudo más audaz o de explorar todos los rincones de la tesitura de los sonidos.

La última vez que Lafourcade había actuado en Madrid fue hace siete años, en solitario y en un concierto donde concluyó que la próxima vez se presentaría con su banda, que es como su otra familia, con la que pasa horas y horas de ensayos, viajes y charlas.

A pesar de los fuertes vínculos de la cantante con España, fue hasta esta nueva gira internacional –que inició en Barcelona, continuó en Madrid y la llevará a París– cuando logró el sueño de actuar con toda su banda en Europa, donde cuenta con una legión de fieles admiradores que conocen su trayectoria, cantan sus canciones como si se tratara de un himno sagrado y se emocionan cuando la escuchan imbuirse en la música popular latinoamericana y sacar versiones de clásicos que emocionan y hacen vibrar.

Con ropa negra austera, sin estridencias, con la sola (e inmensa) virtud de su voz, Lafourcade, de sólo 34 años, dedicó la primera parte de su concierto a interpretar las canciones de sus primeros discos, algunas celebradas con algarabía, como Ya no te puedo querer o Hasta la raíz.

Durante el concierto, la cantante criada en Coatepec, Veracruz, desplegó todas sus habilidades musicales; lo mismo tocaba la guitarra, el piano o la jarana, mientras enarbolaba con su voz cadenciosa esa poética del desamor. Sus conocimientos musicales fueron fomentados por sus padres, Gastón Lafourcade y María del Carmen Silva, quienes también son profesionales de la música, lo que le permitió entre otras cosas iniciar su carrera a los 14 años y a los 16 escribir sus primeras canciones.

Después de crear su propio lenguaje y sonido musical, en el que siempre ha mezclado géneros y ritmos de lo más variados, en 2017 comenzó un trabajo de búsqueda de la música tradicional latinoamericana, de la mano del grupo Los Macorinos, acompañada de la calidez de cuatro venezolanos, dos guitarras acústicas, jaranas, percusiones, piano, armonio y contrabajo.

De hecho, algo menos de la mitad del concierto en Madrid lo dedicó a este repertorio; en parte, porque acaba de culminar el que será el segundo disco con este proyecto, Musas volumen 2, que estará integrado de 13 composiciones, entre las que hay boleros, con el tema Alma Mía; la trova yucateca con Desdeñosa, el son istmeño con La Llorona y hasta el son cubano con Danza de gardenias.

Entre los momentos más emotivos y vibrantes del concierto de ayer en Madrid destacaron cuando interpretó Qué he sacado con quererte, de Violeta Parra; Amor de mis amores, de Agustín Lara y, por supuesto, su versión de Cucurrucucú paloma, en la que insistió en demostrar que su voz no se cansa de explorar en las tesituras más trepidantes y arriesgadas, que su vocación de cantarle al amor y al desamor nace de su forma de asumir que la música está en la raíz de un güiro o de una jarana, pero también en llevar la belleza hasta en el chasquido más fugaz que sale de su garganta.