17 de febrero de 2018     Número 125

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La otra cara de la dieta escolar
en San Francisco Oxtotilpan

Leidi Rocío Mercado García, Fernando Carreto Guadarrama, Alejandra D. Benítez Arciniega y Ivonne Vizcarra Bordi  [email protected]


En el exterior de la escuela se ve un grupo de madres llevándoles la comida a sus hijos e hijas. FOTO: Archivo

Como es sabido, la dieta de la población mexicana está influenciada no solamente por la cotidianeidad y aspectos socioculturales de la alimentación, sino también por la desigualdad social, las políticas públicas en materia de salud y nutrición y factores como la amplia oferta de la industria alimentaria. Pese a ello, en las comunidades de origen étnico, el consumo de productos de la milpa (maíz-frijol-chile-calabaza, etc.) compone la base del aporte energético y proteínico en su dieta.

Específicamente el consumo entre los escolares de San Francisco Oxtotilpan (SFO) se basa principalmente en grupos de alimentos como: cereales (incluye alimentos como la tortilla, bolillo, sopa de pasta, etc.) seguido de los lácteos, verduras, frutas, azúcares, alimentos de origen animal, leguminosas y aceites y grasas. De los productos lácteos, sobresale el consumo de leche semidescremada, accesible en la comunidad casi exclusivamente a través de los programas asistenciales (Desayunos Escolares del DIF). Entre las verduras están: calabazas, coliflor, jitomates, nopales, quelites, chiles verdes y zanahorias. En tanto que las frutas que consumen son duraznos amarillos, fresas, guayabas, limones, mandarinas, mango manila, manzanas, melones, papaya, naranjas, peras, piña, plátanos, sandía y zarzamoras. Aunque hay venta y compra de alimentos frescos, las frutas y las verduras son limitadas en la comunidad de SFO, lo cual se ve reflejado en el bajo consumo de ellos entre los y las escolares, particularmente entre quienes presentan sobrepeso u obesidad. Es innegable que la tortilla de maíz nativo en la dieta de los escolares, sustenta en gran medida el aporte energético; por lo menos consumen de dos a tres tortillas por día (en promedio aportan entre 140 y 210 kilocalorías a su dieta diaria). Sin embargo, al realizar una entrevista a las madres, ellas reportan que perciben que sus hijos comen menos tortillas que cuando ellas eran más pequeños, como lo indica el siguiente testimonio: “… antes consumíamos más tortilla, antes eran puros quelites o rábano, papita, frijol, y en cambio ahorita uno le busca lo que sea” (madre de 35 años).

Con mayor frecuencia las mujeres recurren a los mercados locales para comprar alimentos industrializados, con lo cual los patrones de consumo se están modificando, tal como lo indica el siguiente testimonio: “…ahorita es fácil y rápido, ir a comprar, que por ejemplo las sopas instantáneas, en dos minutos ya está” (madre de 32 años).

Estos testimonios reflejan un cambio generacional en la elaboración de comida, donde se recurre a alimentos pre-preparados. Entre costumbres y transición en el comportamiento de hacer la cocina, se va construyendo una suerte de hibridación en los patrones que pueden reflejarse en los comedores escolares de SFO. En SFO existen dos tipos de desayunos en los comedores escolares: uno frío y otro caliente. El primero, que aporta un total de 345 kilocalorías y el caliente aproximadamente 505 kilocalorías.


Festival del Quinto Sol bot´una San Francisco Oxtotilpan, Estado de México.
FOTO: Álvarez Juárez

Los almuerzos de los escolares se realizan de 11:00-12:00 horas. Estos son llevados por las madres a la escuela de la subdelegación. Los escolares de la delegación consumen su almuerzo en el comedor escolar, donde pagan una cuota de recuperación de cinco pesos diarios por niño o niña.

El relevo generacional necesita un cambio de conciencia a fin de mejorar la calidad de vida de los y las infantes al mismo tiempo que rescatar los patrones dietéticos que les dota de identidad campesina basada en los atributos del maíz; la herencia cultural que debe valorarse.

Para que eso suceda, madres y padres, educadores y hacedores de programas gubernamentales, deben darse cuenta en términos de conciencia social de que los problemas de salud, como la obesidad infantil, no son consecuencia del consumo de alimentos locales como la tortilla de maíz nativo hecha en casa. Por el contrario, debido a que el maíz consumido en atole, tortilla, tamales y tlacoyos le provee al hogar cierta seguridad alimentaria y nutricional, la disminución de su consumo estará comprometiendo directamente el futuro alimentario de esas generaciones. Por ahora las tortillas se siguen comiendo en casa, en los almuerzos escolares, en las fiestas y rituales. Lo que debería ser preocupación es que se sustituyan por alimentos con altos contenidos de hidratos de carbono, azúcares y grasas.

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