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Contaminación: gobierno cómplice

U

no de los problemas más graves que padece México –y en general los países pobres– es la contaminación de aire, aguas y tierras, debido, sobre todo, a la debilidad o la ausencia del Estado. En Guerrero, la situación de su medio ambiente es aún más grave, debido a que está en los últimos lugares de los índices de desarrollo y en los primeros sitios de criminalidad. Este problema, sin embargo, no tiene resonancia en los medios, porque la mayoría están enfocados en cubrir la violencia desmedida en la entidad. Buena parte de los municipios guerrerenses no saben lo que es una planta tratadora de aguas residuales, pero la situación no es mucho mejor en los que poseen alguna, pues por lo general no funcionan, y las aguas negras van a dar crudas a cauces pluviales, a barrancas o incluso al mar.

También, gran porcentaje de la tierra agrícola está contaminada con residuos químicos, situación que se ha agravado desde que el entonces gobernador Rubén Figueroa Alcocer –al fin empresario– creó el programa de abasto de fertilizante subsidiado, para que los candidatos del tricolor tuvieran qué ofrecer a los electores en el campo. El negocio consistía en que el gobierno compraría el insumo a Fertimex, que era propiedad del entonces mandatario, y para trasladarlo contrataría los servicios de Transportes Figueroa, también de su propiedad. Hoy los habitantes de la cabecera de Igualapa se oponen a la presunta intención del alcalde, Eloy Carrasco Hesiquio, de echar las aguas negras de la ciudad a uno de los arroyos que la cruzan, porque el ayuntamiento no tiene recursos para reparar la red de drenaje. En Acapulco, hace 30 años bajaban arroyos de aguas cristalinas de los cerros hacia la bahía, repletos de camarones, peces de agua dulce y otras formas de vida. Hoy son cloacas y toda suerte de inmundicia.

Toda la sociedad es responsable de esta situación. Pero la principal culpabilidad la tiene el gobierno, por cuanto le corresponde diseñar los asentamientos humanos de las ciudades para llevarles servicios y procurarles una vida digna, que también preserve el entorno natural. Y la autoridad no ha cumplido con su obligación.