Opinión
Ver día anteriorMartes 23 de enero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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AMLO y el PRI
E

n una coyuntura de campañas negras, en las que la mentira y la calumnia son pan cotidiano, una de las acusaciones recurrentes de quienes apoyan explícita o implícitamente al PRI-PAN es que AMLO viene del PRI. Más allá de algunas críticas fundadas a las decisiones y las prácticas de Morena, lo que suele encontrarse en los medios y las redes sociales son dos constantes. Mentiras mondas y lirondas o tergiversaciones interesadas, por un lado, y por el otro, la descalificación todos son iguales (es decir, la confesión: nosotros sí somos corruptos, pero todos lo son) por el otro.

Uno de los argumentos recurrentes del todos son iguales es AMLO viene del PRI. Sé que contra quienes diseñan su visión del mundo con base en creencias y prejuicios, los argumentos históricos (los que señalan el cambio, la transformación, los movimientos de los hombres, los grupos, las cosas) tienen poco filo, pero vayan tres estampas sobre aquel joven priísta de hace tres y cuatro décadas.

Recién egresado de la facultad, AMLO se incorporó a la campaña electoral del gran poeta Carlos Pellicer a senador de su estado natal. Su capacidad de trabajo llamó la atención del nuevo gobernador, Leandro Rovirosa, quien le encargó la dirección regional del Instituto Nacional Indigenista (1977-1982). La socióloga y educadora polaca Irena Majchrzak quien lo trató en 1979-1980, lo describió así:

La persona del director del Instituto Nacional Indigenista se hizo un poco mítica en la región. Todos saben que se le puede encontrar en su oficina sólo entre las siete y las ocho de la mañana. Después sale a supervisar las actividades en el campo. Tuve la oportunidad de observar su ritmo de trabajo. Estaba sentado en su despacho en medio de una multitud y así atendía a las personas. Cada quien le iba entregando un papelito en el que estaba expuesto su problema. El director tiene 26 años y parece que para él no hay tiempo que perder. Todo resuelto con la mayor atención y el mayor respeto posibles. La eficacia, en una palabra.

Irena Majchrzak escribió esto en 1988, sobre su experiencia en Tabasco en 1979-1980. En 1988 Andrés Manuel López Obrador apenas era el emergente líder regional de un naciente movimiento de oposición del que Majchrzak no habla. La antropóloga habla de su trabajo cuando no tiene por qué quedar bien ni alabar a ese joven funcionario que había facilitado su trabajo. Es, por tanto, un retrato desinteresado y conmovedor.

En 1982 llegó al gobierno de Tabasco el antiguo maestro de AMLO, Enrique González Pedrero, quien le ofreció la presidencia estatal del PRI (cuyo himno no compuso AMLO). Desde ahí intentó un proceso de renovación democrática que topó con la resistencia de las estructuras, ante las que González Pedrero cedió, removiendo a López Obrador al nada desdeñable cargo de oficial mayor, que AMLO sirvió un día, renunciando el 16 de agosto de 1983 mediante una carta que demuestran su dignidad y desinterés por tener un cargo o posición sólo por tenerlos: este cargo –escribió en su renuncia– me aleja del propósito fundamental de servir al pueblo y aunque le agradece su apoyo, manifiesta su renuncia con carácter de irrevocable.

Se dedicó entonces a un empleo menor (sin carácter político) en Ciudad de México, a culminar la tarea pendiente de titularse y a sus estudios de historia de Tabasco, antes de sumarse a la disidencia democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, en 1987. Quienes usan el mantra AMLO viene del PRI olvidan o ignoran que en los periodos 1929-88 innumerables mexicanos de enorme valía (intelectuales, educadores, poetas, artistas, creadores, organizadores sociales y políticos honestos, que los hubo) sirvieron al partido de Estado por múltiples razones históricas que exigirían otro artículo, porque la única opción real de izquierda era la comunista, con la que ninguno de ellos comulgaba. Cuando nace en México una opción real de izquierda nacionalista no marxista, muchos de esos priístas, incluido AMLO, se sumaron a ella (tachar a López Obrador de comunista entra de lleno en las mentiras mondas y lirondas… o es fruto de una profundísima ignorancia).

Esa es la historia de la militancia de AMLO en el PRI. Puede consultarse en Héctor Alejandro Quintanar, Las raíces del movimiento regeneración nacional, Ítaca, 2017, con prólogo de Lorenzo Meyer.

Pd: Este sábado 26 de enero, tendré el honor de presentar Patria, de Paco Ignacio Taibo II, acompañando al autor y al ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, en la Heroica Ozuluama, tierra de mi madre y mis abuelos. Informes en mi Twitter.

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