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Ver día anteriorDomingo 21 de enero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Como a funcionarios y políticos, a los taurinos poderosos tampoco les luce su nivel de desempeño

C

uando empezamos a jugar a la democracia, luego de que el tricolor perdiera piso, embelesado en sus complicidades y sin rectificar claudicaciones, el Estado mexicano –suma de sectores que constituyen el cuerpo social de un país, cuyo gobierno debería coordinar esfuerzos y alcanzar los fines del Estado, en vez de instalarse en antojadizo rey del paternalismo–, ciudadanos e instituciones no sólo ignoraron las responsabilidades democráticas sino que, con la proliferación de partidos políticos bien remunerados y mejor aleccionados, se volvieron más mentirosos, menos afectos a la verdad y más adictos a las simulaciones, al engaño y al autoengaño, sabedores de que si bien no íbamos por el mejor camino mejor jugábamos a la alternancia, no al ejercicio maduro de la democracia al concluir las elecciones. Siguiendo esa mentalidad, si sólo ensamblamos automóviles, tampoco debemos producir figuras del toreo sino importarlas.

Luis Cuesta, titular del portal taurino De SOL y SOMBRA, cuyo resumen de opiniones exhibe a los portales alineados, escribió el pasado 15 de enero: “Toda empresa es vulnerable, por grande que sea. No importa lo que ha logrado, ni tampoco importa lo lejos que ha llegado, ni cuánto poder se ha acumulado... es siempre  vulnerable al declive. Prueba de ello es la actual gestión de la empresa Tauro Plaza que gestiona la plaza México, y que ha terminado prácticamente por echar al público de la plaza en las últimas dos temporadas.

“El declive de una empresa es como una enfermedad: difícil de detectar pero fácil de curar en las primeras fases y más fácil de detectar pero más difícil de curar en las posteriores fases. Tauro Plaza puede parecer fuerte por fuera con don Alberto Baillères y Javier Sordo como sus socios, pero la realidad es que está enferma por dentro, en peligro y a punto de caer por un precipicio, como hemos podido observar domingo a domingo en la presente temporada.

“Don Alberto Baillères, uno de los empresarios más reconocidos y exitosos de nuestro país, conoce sin duda los factores que arrastran a las empresas a la ruina. Incluso hay académicos que afirman que la caída de una empresa se compone de cinco fases y si sus propietarios son capaces de predecirla y detectarla con tiempo estarán en condiciones de revertirla. Estas son las cinco fases de declive de una empresa: la arrogancia nacida del éxito. La persecución indisciplinada del crecimiento. La negación del riesgo y el peligro. La búsqueda desesperada de la salvación. Y la capitulación: ser insignificante o morir.

“Todas las empresas pueden tropezar y recuperarse. No es posible volver de la fase 5, sin embargo la fase 4 todavía tiene posibilidades. Muchas empresas taurinas y no taurinas terminan cayendo por estas fases, pero la investigación de prestigiados economistas indican que el declive empresarial es, en gran parte, autoinfligido y que la recuperación está en las manos de sus directores y propietarios.

¿Serán capaz don Alberto Baillères y sus socios de revertir la grave crisis que atraviesa Tauro Plaza, con unas cifras en claro derrumbe y una afición cada vez más desinteresada de lo que ocurre en la plaza? ¿Serán capaces dos de los empresarios más exitosos de México y Latinoamérica de revertir la crisis que vive su empresa y la fiesta en la capital mexicana? O se cumplirá aquella sentencia de Domingo Dominguín, personaje bohemio, empresario taurino y apoderado de toreros, que decía: Los toros son un espectáculo brillante en manos de mediocres.