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Defender al cuestionado obispo Barros, uno de los grandes errores del jerarca religioso

Tras malograda visita a Chile, el papa Francisco llega a Perú

Concluye gira con una misa en Iquique; el aforo era para 400 mil personas y llegaron 70 mil

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El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, recibió ayer en el aeropuerto internacional de Lima, Perú, al papa Francisco, quien llegó procedente de ChileFoto Ap
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 19 de enero de 2018, p. 22

Santiago.

El último acto del papa Francisco en Chile fue emotivo. Se efectuó en Iquique, capital de la región de Tarapacá, en el norte del país: entre el mar, el desierto y a los pies de los majestuosos Andes. Esta región es la puerta de entrada de miles de migrantes bolivianos, peruanos, ecuatorianos y haitianos que se internan en el próspero Chile en busca de trabajo y nuevas oportunidades de vida.

En la homilía, el Papa subrayó su inclinación por los inmigrantes: Esta es tierra de sueños, pero busquemos que siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar.

Demandó estar alerta a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos inmigrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en regla. Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias.

La visita en esta última jornada tuvo dos hechos fuera de programa que llamaron la atención de los medios. Por la mañana, en pleno vuelo casó religiosamente a una pareja que llevaba 10 años casada por lo civil. Es la primera vez que lo hago, dijo el Papa.  Al término de la misa en Iquique el Papamóvil tuvo un incidente que pudo ser grave. Una carabinera, Ana Belén Aguilera, perdió el control de su caballo justo delante del vehículo. Caballo y jinete colisionaron con el transporte del Papa y ella cayó de manera aparatosa. De inmediato Francisco pidió parar para ir en auxilio de la accidentada y estuvo ahí por cerca de 15 minutos mientras la oficial era atendida y se reponía.

El incidente no pasó a mayores y reportan estable a la carabinera.

La gira del Papa concluyó con una misa en Iquique. El aforo era para 400 mil personas y apenas llegaron 70 mil. Como todos han notado, la visita no tuvo la capacidad de convocatoria que ha tenido en otros países latinoamericanos. Como en anteriores crónicas, esto se ha repetido en otros actos y en las calles, es decir, hay poca respuesta de los ciudadanos.

Los vaticanistas, periodistas que acompañan las giras papales, han expresado a los medios su sorpresa. Es la sexta visita del Papa a América Latina. Yo las cubrí todas, pero la verdad es que sorprende mucho, porque estamos en un país católico que parece que ya no lo es tanto, comentó Elisabetta Piqué, periodista argentina favorita de Bergoglio.

Piqué se pregunta si esta Iglesia católica chilena, elitista y clerical, está pagando por eso y por los escándalos de abusos. Y así se explica cómo el martes pasado el Papa expresó su vergüenza por los casos de pedofilia y, más tarde, en el discurso a los religiosos, cuando ante los obispos criticó duramente el clericalismo y la Iglesia alejada de la gente.

El diario La Tercera recoge la opinión del periodista italiano  Andrea Tornielli: Se ve que en este país la Iglesia católica tiene un problema grave. Estamos en América Latina y yo no he visto muchísima gente en las calles; yo estuve en Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Brasil, y el panorama era muy distinto.

El poco entusiasmo por la visita no puede ser razonado por una sola explicación. Sin duda el país ha sufrido un proceso de secularización, desarrollo económico y democratización con profundas reformas políticas, culturales y educativas. Con las nuevas tecnologías, los chilenos han ganado una mayor apertura a la diversidad, la tolerancia y la pluralidad.

El país y su población han cambiado desde aquella referencia obligada de la visita de Juan Pablo II, en 1987. Chile ha cambiado pero también la Iglesia. El ascenso de Francisco se genera en una profunda crisis interna. La Iglesia chilena se aburguesó, con Juan Pablo II se plegó a la lógica de los mercados religiosos de los ricos, espacios consagrados para el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y Schoenstatt, entre otros. Privilegió una agenda moral y se alejó del pueblo. La gran puntilla de la debacle católica en Chile han sido los escándalos sexuales de pedofilia y los encubrimientos de la jerarquía.

Francisco sabía muy bien la atmósfera adversa en Chile. El objetivo de toda visita pontifical –está en los manuales de la diplomacia vaticana– tiene como finalidad fortalecer la Iglesia local, posicionar su agenda en el espacio público y consolidar la relación de la Iglesia con la feligresía.

Pese a la enorme habilidad política que posee Francisco, él mismo malogró la visita. Permitió que el caso del obispo Juan Barros, desde hace años señalado como encubridor del mayor pederasta de Chile, Fernando Karadima, opacara su gira. Tuvo dos errores mayúsculos. Primero, inmediatamente a su llegada, pidió perdón por la pederastia clerical ante los poderes civiles y una hora después concelebró una misa precisamente con el obispo aludido.

Barros, imputado por diversas víctimas de Karadima, participó en todos los actos litúrgicos de la visita, acosado por la prensa y criticado por la opinión pública,  contaminó la gira. Los medios hacían referencia a él permanentemente, opacando incluso los mensajes del Papa.

El segundo gran error de Francisco fue una entrevista de banqueta en el aeropuerto de Iquique, la mañana de este jueves. Mientras saludaba a las personas, una periodista le preguntó su opinión sobre Barros. De manera directa Francisco respaldó al denostado obispo: “El día que me traigan una prueba del obispo Barros, ahí voy a hablar… (y en tono molesto continuó) no hay una sola prueba en contra, todo es calumnia ¡¿Está claro?!”

Repitió el respaldo dado ya en Roma. Las redes sociales y la opinión pública se han volcado sobre el tema. La herida de la pederastia se volvió abrir. Ahí se acabó la visita de Francisco a Chile. Los obispos fueron cobardes ante la prensa, rehuyeron las preguntas y otros cerraron filas con el imprudente Juan Barros, quien intoxicó toda la visita.

Francisco llegó a Lima y volvió a ser recibido gloriosamente como Papa. Esta ciudad se volcó para recibirlo. Con una agradable temperatura de 22 grados, el trayecto del Francisco del aeropuerto a la nunciatura estuvo acompañado por miles de fieles que saturaron las calles del trayecto. Avenidas anchas como La Marina, Sucre y Brasil estuvieron abarrotadas por miles de limeños que saludaron con entusiasmo desbordado al pontífice argentino. Al llegar a la nunciatura le cantaron: cómo no te voy a querer, tonada parecida a la de los Pumas.

Francisco llega a un país saturado de conflictos. La corrupción inmoral de la clase política está en el centro del debate y el indulto negociado de Aberto Fujimori para que el actual presidente Pedro Pablo Kuczynski conservara su cargo. Francisco llega a la cuna de la Teología de la Liberación que nació en Perú con el teólogo Gustavo Gutiérrez en 1968.

Francisco no escapa de la pederastia y abusos de la siniestra organización católica Sodalicio y, por si fuera poco, encarará la vulgaridad conservadora del cardenal del Opus Dei, Juan Luis Cipriani, una especie de Norberto Rivera limeño. Tendrá una agenda cargada.