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¿Satisfacción en IMSS-Issste?
E

n julio de 2017 el director del Issste, José Reyes Baeza, sostuvo que en 2016 la tasa de satisfacción era de 64 por ciento, pero que para 2017 subió a 83 por ciento. También aseguró que: bajaron las quejas en los servicios de emergencia, así como que el Instituto no ha recibido ninguna recomendación de la CNDH por un mal trato en esa área. ¿Y en las démas?

Mientras el secretario de Salud, José Narro, lo miraba, Reyes Baeza se apresuró a matizar: en el año 2016, sostuvo recibimos una recomendación y antes llegamos a tener 10 o más. Es decir, el éxito consiste en tener menos fracasos!

Sólo un mes después, la CNDH emitió la recomendación general 31/2017 –dirigida a la SSA-Sedena-Semar-gobernadores de las 32 entidades y titulares del IMSS-Issste-Pemex– con el objetivo de visibilizar la violencia obstétrica y eliminar toda práctica que vulnere las garantías de las mujeres durante el embarazo-parto-puerperio.

Por su parte, el –entonces– director del IMSS, Mikel Arriola –tan afecto a publicitarse en medios– tampoco canta mal las rancheras. En el mismo evento y, ante tanto entusiasmo triunfalista, sin poder contenerse aseguró que en 2012 la satisfacción de servicios médicos entre derechohabientes era de 76 por ciento. Y en 2015, 35 por ciento de las quejas era por mal trato. Pero, remató muy halagado: “hoy estamos, en 2017, con una satisfacción del derechohabiente de 82 por ciento. ¿Dónde se encuentra la llave de tantísimo éxito? Arriola la tiene en su llavero: se debe, según sus propias palabras, a la implementación en 2016 del programa Ser IMSS.

Lamentablemente ocurre que este imparable triunfalismo es mero discurso oficial que choca frontalmente con la realidad de la prestación de los servicios públicos bajo el peñismo.

Para ser atendido en una unidad de primer nivel IMSS-Issste-SSA, los pacientes deben aguardar entre una y dos horas promedio ( Reforma, 25/7./17), cuando –según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición-2016– el tiempo de espera ideal para recibir atención a nivel nacional son 30 minutos. En el Seguro Popular no sólo hay que esperar hasta dos horas, sino que los pacientes deben desembolsar por insumos y medicamentos.

Y, ¿qué ocurre con la satisfacción de los equipos de salud? ¿Quiénes son los responsables operativos directos de la prestación del servicio: médicos, enfermeras y profesiones afines?

Durante agosto 2017, en Colima, cerca de 100 médicos suspendieron labores en hospitales públicos; demandabando mejores condiciones de trabajo y denunciando falta de medicamentos y equipo en los municipios de Colima, Tecomán y Manzanillo. Los trabajadores observaron que laboraban en condiciones deplorables: sin aire acondicionado, quirófanos saturados, carencia de insumos. Y documentan: mandamos a los pacientes a comprar las medicinas, lo cual implica un gasto importante, sobre todo para quienes vienen de otras comunidades.

¿Dónde queda la satisfacción que pregonan los titulares de las instituciones? Lejos de ella lo que parece ser la norma es la sistemática denuncia por franca insatisfacción de los equipos de salud y el frente de operación que se encarga de la prestación directa del servicio.

También en agosto 2017, Reyes Baeza aseguró que –a través de las compras consolidadas– el Issste había alcanzado un nivel promedio de abasto en fármacos de 95 por ciento. Y, después de que el Instituto reconociera haber recibido 4 mil millones de pesos adicionales a su presupuesto (267 mil) para pagar adeudos con proveedores de medicamentos, agregó que han disminuido los tiempos de pago”.

Después de que se divulgara que el IMSS había adjudicado directamente a Epccor (firma que participó en la construcción del Paso Exprés, Cuernavaca, donde fallecieron dos personas por un socavón) las obras de dos hospitales, Mikel Arriola, comunicaba que más de 38 mil plazas de intendencia cambiarán a limpieza e higiene con lo cual se ajustan las actividades del personal y se garantiza que clínicas y hospitales estén siempre limpios lo cual incluye los baños. Poco después, Pedro Rangel –titular de la Unidad de Administración– sostuvo que en 2017 el Instituto recibió 511 quejas a nivel nacional por desabasto de medicamentos, lo cual representa una baja de 89 por ciento en los últimos cuatro años. Caray!

Antes de los sismos, según Salvador Duarte (del Programa Hospital Seguro Frente a Desastres) al menos 40 hospitales tienen problemas estructurales graves. Su vulnerabilidad aumenta, sostuvo, porque la mayor parte de la infraestuctura está por cumplir o ya rebasó su periodo de vida útil que es de 50 años. Incluso, el Issste dispone de un hospital de 85 años. Contribuye, también, que algunos no reciben el mantenimiento correcto.

Simultáneamente, médicos residentes del IMSS en seis ciudades del país constituyeron el movimiento Ni una bata menos. En ellas y otras, aseguran, no hay condiciones de seguridad. Ese es el caso de San Carlos, Tamaulipas; Papantla, Veracruz; La Unión, Guerrero y León, Guanajuato.

¿Satisfacción? En este marco, el IMSS invitó a Oxxo y Punta del Cielo para que instalen tiendas dentro de sus unidades médicas para mejorar la oferta de servicios al derechohabiente. Ya ocurre así en los centros médicos nacionales La Raza y Siglo XXI.

Así que, el mediáticamente cacareado 83 por ciento de satisfacción, resume apenas un balazo publicitario -digno del 5 Informe de Gobierno de Peña Nieto- absolutamente alejado del día a día del sector sanitario público y sus grandes desafíos.

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco