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Al grito de ¡Ni una más! exigen justicia por el feminicidio de la profesora Patricia Mora Herrera

Voces enérgicas visibilizan la violencia de género

Necesitamos hacer algo ya, absolutamente concreto para que esta situación cambie, apuntó el escritor Juan Villoro

Foto
Carmen Boullosa, Daniela Flores, Jacobo Mora, María Teresa Priego-Boca y Juan Villoro, en la Casa Refugio Citlaltépetl; ahí reclamaron justicia para Patricia Mora, quien impartía clases en el municipio de Huehuetla, en la sierra norte de Puebla, donde fue asesinadaFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de diciembre de 2017, p. 8

Al grito de ¡Ni una más!, se unieron voces enérgicas y adoloridas, entre ellas las de los escritores Juan Villoro y Carmen Boullosa, con la finalidad de exigir justicia para Patricia Mora Herrera, víctima de feminicidio, una más de las siete mujeres que a diario son asesinadas en México.

La Casa Refugio Citlaltépetl, que acoge la literatura en persecución, la noche del miércoles fue la sede para visibilizar la violencia de género que se ha expandido por el país, en una sociedad misógina patriarcal que padecemos todos, dijo Villoro.

Tenemos que hacer algo ya, absolutamente concreto; tomar las calles y lo que sea necesario para hacer que esta situación cambie, incitó ante lo que llamó un quebranto que afecta desde luego de manera directa a las mujeres, pero en una sociedad en su conjunto debería ser insostenible.

El escritor citó cifras de la ONG Impunidad Cero, que son oprobiosas, pues de 2004 a 2016 un promedio de 686 mujeres han sido asesinadas al año, 57 al mes. El 32 por ciento de ellas son victimadas en su domicilio, además de que de los 9 mil 581 asesinatos, solamente poco más de mil 800 han sido tipificados como feminicidios, una de las cuestiones que se reclama en el caso de Patricia Mora.

Ante la constante de argumentar que es mayor el número de hombres asesinados, en un país acechado por la violencia, Villoro argumentó que la diferencia es esencial: las mujeres son asesinadas en la mayoría de los casos por su condición de mujeres, estamos ante un crimen de género, la vulnerabilidad y la falta de protección y respeto por la vida, es decir, que socialmente se ha adquirido una condición prácticamente desechable por el hecho de ser mujeres, como desde hace décadas fue notorio en los crímenes de Ciudad Juárez, Chihuahua.

Versos de Rosario Castellanos, poeta profética

Patricia era una mujer de 43 años que impartía clases en el municipio de Huehuetla, en la sierra norte de Puebla. Fue asesinada, explicó Daniela Flores, directora del espacio cultural, antes de dar la palabra a Jacobo Mora Herrera, hermano de la víctima, voz convocante para la noche de denuncia, quien exigió a la fiscalía que lleva el caso permitir el acceso a la carpeta de averiguación y que no recaiga el castigo en un chivo expiatorio, así como a las autoridades de la Secretaría de Educación Pública solicitó otorguen pensión vitalicia a los familiares de quien fue profesora de matemáticas.

Acompañada por las literatas Lucía Melgar y María Teresa Priego-Boca, Daniela Flores planteó la necesidad de visibilizar la violencia contra las mujeres, que tiene características peculiares; es importante, así como decir que el feminicidio es denunciar abuso de poder, una violencia naturalizada. Si no lo nombramos es ligitimar y justificar el merecimiento de este asesinato. Se suele escuchar: la mataron porque lo merecía. Y no, a una mujer no se le mata porque se lo merece, se le mata por un abuso de poder, por un sistema de control.

Un cartel en medio del salón, frente a los oradores, reclamaba junto al rostro de la profesora: ¡#No al carpetazo del #Feminicidio de #Patricia Mora Herrera!, enmarcado por rosas blancas.

Versos de Rosario Castellanos arribaron en voz de Villoro, quien la llamó una poeta profética de la situación de devastación e indignación de estos días:

Una mujer camina por un camino estéril
rumbo al más desolado y
tremendo crepúsculo.
Una mujer se queda tirada
como piedra
en medio de un desierto
o se apaga o se enfría como
un remoto fuego.
Una mujer se ahoga
lentamente
en un pantano de saliva
amarga.
Quien la mira no puede
acercarle ni una esponja
con vinagre, ni un frasco de
veneno,
ni un apretado y doloroso
puño.
Una mujer se llama soledad.
Se llamará locura.