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Resalta la necesidad de construir el muro e imponer nuevos controles migratorios

La Estrategia de Seguridad Nacional de Trump gira en torno a America primero

Ve a China y Rusia como su competencia

Cuba y Venezuela, los enemigos antidemocráticos

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El presidente estadunidense, Donald Trump, presentó ayer su Estrategia de Seguridad Nacional en el anfiteatro Ronald Reagan, en WashingtonFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 19 de diciembre de 2017, p. 23

Nueva York.

China y Rusia son percibidos como los grandes poderes en competencia con Estados Unidos para el control del mundo, en un regreso nostálgico por la guerra fría, la seguridad fronteriza es prioritaria para defender a la patria de casi todos los males en el extranjero, el cambio climático desaparece de la lista de amenazas, Irán y Corea del Norte son estados fuera de la ley, y Cuba y Venezuela siguen siendo enemigos antidemocráticos, todo esto bajo el mantra de “America es primero” que define la nueva Estrategia de Seguridad Nacional presentada este lunes por el gobierno de Donald Trump.

Esta tarde el presidente ofreció un discurso para acompañar la presentación de su estrategia en la que criticó a sus antecesores: “nuestros líderes (…) perdieron de vista el destino de Estados Unidos, perdieron su creencia en la grandeza estadunidense (…) como resultado el pueblo perdió la confianza en su gobierno y eventualmente perdió la confianza en el futuro”.

Ante ello, Trump –en un discurso más de campaña que de presentación de política– proclamó: defenderemos nuestro país como nunca antes. Subrayó: con esta estrategia, estamos llamando por un nuevo despertar de Estados Unidos, un resurgimiento de la confianza y un renacimiento de patriotismo, prosperidad y orgullo.

Entre las prioridades inmediatas para defender a la patria de toda una amplia gama de amenazas resalta la necesidad de construir el muro fronterizo e imponer un nuevo sistema de control migratorio. Pero los países del continente americano sólo aparecen hasta el final del nuevo documento, y México jamás es mencionado.

La Estrategia de Seguridad Nacional, requerida por el Congreso, es el primer intento del gobernante de ofrecer una visión pública y definir una doctrina Trump para su política de seguridad y de relaciones exteriores.

Con tonos nostálgicos por la guerra fría, el documento ofrece una visión del mundo como una competencia entre Estados Unidos y los poderes revisionistas China y Rusia que desean moldear un mundo antitético a los valores e intereses estadunidenses. Esos dos países, afirma el documento, buscan crear economías menos libres y justas, incrementar sus fuerzas militares, controlar información y datos para reprimir a sus sociedades y ampliar su influencia.

Con ello, proclama que la competencia entre los grandes poderes está de regreso, rechazando explícitamente como un fracaso casi tres décadas de política exterior que supuestamente buscaba promover la cooperación multilateral de manera conjunta con estos poderes.

El documento gira en torno a “America primero”, una de las consignas de la campaña de Trump, y con ello reduce la importancia, y hasta descarta, los esfuerzos multilaterales en varios rubros como comercio, cambio climático e inmigración, entre otros. Argumenta que el centro de todo es la defensa de la soberanía de Estados Unidos tanto frente a los enemigos como ante los aliados.

El documento afirma que la seguridad económica de Estados Unidos es cuestión de seguridad nacional, y bajo esta óptica exige que el terreno de la competencia económica sea justo. Pero también indica que la seguridad económica a veces se tiene que asegurar con el poder militar.

En la nueva estrategia, el cambio climático queda borrado de la lista de amenazas a la seguridad nacional, algo que se había resaltado en la última versión del documento en 2015, cuando el gobierno de Obama declaró el cambio climático amenaza urgente y creciente hacia nuestra seguridad nacional (posición que aún mantiene el Pentágono).

En la sección del hemisferio occidental, casi al final del documento, se afirma que estados democráticos vinculados por valores e intereses económicos compartidos lograrán reducir la violencia, el narcotráfico y la inmigración ilegal que amenazan nuestra seguridad común, y limitarán oportunidades de adversarios para operar desde áreas de proximidad a nosotros.

La región, asegura, está al borde de la prosperidad y la paz construidas sobre la democracia y el imperio de ley, todo con beneficios para Estados Unidos, aunque permanecen desafíos como las organizaciones criminales trasnacionales, que perpetúan la violencia y la corrupción y amenazan la estabilidad de estados centroamericanos.

En Venezuela y Cuba, gobiernos se aferran a modelos autoritarios de izquierda anacrónicos que continúan fallando a sus pueblos, denuncia, y advierte que Moscú continúa apoyando a sus aliados cubanos radicales y que Rusia y China apoyan a la dictadura en Venezuela.

Propone aislar a los gobiernos que rehúsan actuar como socios responsables en avanzar la paz y prosperidad hemisférica, agregando el deseo de ver a Cuba y Venezuela sumándose a la libertad y la prosperidad compartida del resto del hemisferio. Afirma que Estados Unidos promoverá más reformas económicas basadas en el libre mercado y se continuarán apoyando esfuerzos para combatir la delincuencia.

En cuanto a Medio Oriente, el documento señala que durante generaciones el conflicto entre Israel y los palestinos se percibía como el irritante principal a la paz en la región, pero hoy, la amenaza de organizaciones yihadistas terroristas radicales y la proveniente de Irán están creando una realidad de que Israel no es la causa de los problemas de la región.

En la carta de introducción a su estrategia, Trump proclama que bajo su mando “el mundo entero es elevado por la renovación y resurgimiento del liderazgo estadunidense. Después de un año el mundo sabe que Estados Unidos es próspero… seguro y … fuerte”. (Para leer el documento).

Sin embargo, la opinión global desde que llegó Trump es justo la opuesta. Según la última encuesta del Centro de Investigación Pew sobre actitudes globales en 37 países, realizada en junio, el nivel de aprobación internacional de Estados Unidos se desplomó de 64 por ciento a finales del gobierno de Obama, a 49 por ciento sólo en los primeros meses de este gobierno; más aún, sólo 22 por ciento tiene confianza en las acciones de Trump en materia de política exterior. Los estadunidenses son aún más pesimistas: en otra encuesta de Pew más reciente, casi dos tercios de estadunidenses opinan que su país es menos respetado por otros que en el pasado.