Opinión
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Apuntes postsoviéticos

El candidato único

N

o deja de ser una triste realidad que una veintena de variopintos personajes haya anunciado su intención de competir por la presidencia de Rusia, a sabiendas de que no todos podrán reunir las firmas suficientes para su postulación y de que sólo uno puede ganar los comicios de marzo de 2018.

Figuras decorativas, comparsas o como usted prefiera llamar a esos aspirantes imaginarios, es evidente que –al excluir, denegando su registro, al político opositor, Aleksei Navalny, que podría forzar una incierta segunda vuelta de votación– se impondrá en las urnas el actual titular del Kremlin, Vladimir Putin.

Desde el verano anterior –cuando el gran dilema que él tenía a comienzos de este año se resolvió en favor de permanecer en el poder, como garantía de inmunidad para su entorno inmediato y alivio de los magnates que contribuyó a encumbrar–, Putin se encuentra en campaña electoral extraoficial. Por ello, por ejemplo, anunció que en 2018 no sólo no va a aumentar los impuestos, sino que su gobierno va a condonar la deuda acumulada de 49 mil millones de rublos que afecta a 41 millones de pequeños morosos y potenciales votantes.

La novedad es que, en esta cuarta ocasión, Putin se quiere presentar como candidato independiente, distanciándose del partido oficialista Rusia Unida, con mayoría calificada de dos tercios de los votos en la Duma, aunque perdió popularidad por los recientes escándalos de corrupción que involucran a prominentes miembros.

Una vez que el Consejo de la Federación (Senado) fijó por ley este viernes la fecha de los comicios, el 18 de marzo, dando inicio oficial a la campaña electoral, Putin buscará en las próximas semanas el suficiente respaldo de partidos, organizaciones sociales y ciudadanos distinguidos para registrar su candidatura como líder nacional por encima de una controvertida formación política.

La pausa de fin de año –10 días de asueto oficial– servirá a Putin para terminar el debate puertas adentro sobre quién debe encabezar su equipo de campaña y ejercer como virtual número dos, al tiempo que se termina de elaborar el programa que el candidato deberá presentar a la sociedad.

A juzgar por el hecho de que no se destinó a salud y educación públicas ni un solo rublo del dinero extra que cayó del cielo por la subida de los precios del petróleo, acabando todo en manos de los militares y del aparato de seguridad del Estado, la idea de una Rusia acosada por enemigos se perfila como uno de los temas centrales del programa.

Pero Putin no sólo quiere ser relecto, sino que su victoria tenga suficiente legitimidad. Para esto, la Oficina de la Presidencia diseñó la fórmula electoral 70+70=50+, que significa que con 70 por ciento de participación puede obtener 70 por ciento de los votos depositados, cuando el mínimo es la mitad más uno.

Ese resultado le daría la legitimidad necesaria, aunque a menor asistencia de opositores, como las encuestas indican a la fecha, el porcentaje de votos de Putin, el candidato único, sería aún mayor.