Entre porras, batucada y mariachis, Mikel Arriola recibió ayer el registro que lo acredita como precandidato único del PRI para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, en un acto al que José Antonio Meade, aspirante presidencial, acudió como testigo de honor.

Aunque la explanada de la sede nacional del PRI fue atiborrada por cientos de colonos que pertenecen al aparato territorial priísta, Arriola afirmó que comulga con la ideología de justicia social del partido, pero el conducto para hacerla realidad será obedecer la voz ciudadana.

No tenemos estructuras clientelares o cupulares, ni las queremos. Vamos a formar redes ciudadanas para ganar. Soy un ciudadano, estoy a tu lado, dijo enfático quien apenas hace 10 días renunció a la dirección del IMSS para buscar la candidatura del PRI, partido que hace 20 años perdió el gobierno de la capital y desde entonces no lo ha recuperado.

También señaló que tiene una trayectoria limpia, sin mancha alguna de corrupción, en toda su carrera personal y profesional: No tengo cola que me pisen, exclamó ante integrantes de los altos mandos priístas a escalas nacional y local; también frente al propio Meade –acompañado para la ocasión de su padre, Dionisio, priísta desde 1972–, así como de la esposa del precandidato capitalino, Jimena Galindo, y su pequeño hijo, Santiago.

No tengo cola que me pisen, afirmó Mikel Arriola, al recibir la acreditación como aspirante priísta a la jefatura de GobiernoFoto La Jornada

La porra más sonora fue la de Cuajimalpa, identificada con el ex delegado en esta demarcación, Adrián Rubalcava.

En mi ciudad, expresó el aspirante, veo con tristeza el deterioro de calidad de vida; habitamos una urbe en la que priva una generalizada y creciente sensación de inseguridad sobre todo entre las mujeres. Citó un alud de cifras sobre el aumento de 27 por ciento en delitos de 2010 a 2017; la incidencia de homicidios que se elevó 68 por ciento en 20 años. ¡Hay miedo en la ciudad!, expresó. Atento lo escuchaba Meade, quien aseguró que Mikel es quien puede sacar del bache a la capital.