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El cuchillo está afilado
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Antonia Michaelis (Kiel, 1979), imagen incluida en la novela de la narradora alemana, publicada por el FCEFoto Michaelis_Antonia_©privado
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de diciembre de 2017, p. a16

El mundo está al revés y el olor del ciclo de la vida conduce a las personas a buscar la libertad y ser independientes pese a los miedos y los silencios que las agobian.

Sin embargo, cuando alguien sabe lo que quiere con demasiada exactitud sólo se mueve en una dirección, escribe la alemana Antonia Michaelis (Kiel, 1979), en su novela Nashville o el juego del lobo.

La autora participó en la edición 31 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que concluyó el domingo pasado.

La perfección humana no existe, pues todo mundo tiene sus manías. Y aun así llegan a ser algo en la vida.

Un niño indigente aparece y altera la vida de la protagonista de esta historia, una estudiante de medicina de 18 años. La trama se desarrolla en Tubinga, donde hay momentos en los que se necesita cierto grado de melancolía.

Y si el amor nace en los lugares más insospechados y la vida no es más que una gran separación, entonces los mendigos pueden hacer realidad los deseos.

Un juego en la oscuridad detona el asesinato de tres personas en situación de calle, en lo que servirá para determinar quiénes son los fuertes y quiénes los débiles, pues por todas partes en Tubinga se ven árboles.

Hay... un niño. Nashville. Se coló en mi vida, por así decirlo. estaba... en mi departamento, en la alacena de la cocina. Parado de cabeza. Lleno de arañazos y con hojas en el pelo, como si se hubiera arrastrado entre la maleza... o a través de un bosque, relata Michaelis.

Muchos de los condenados de la Tierra, como definió Frantz Fanon (1925-1961) en su libro clásico, habitan en túneles y llevan una mísera existencia, son los ninguneados, discriminados y candidatos a sufrir por siempre, donde más tarde o más temprano, el depredador termina encontrando su botín.

Comienza la noche de los lobos; éstos buscan en silencio a la víctima que desean matar. Sólo se comunican por los ojos. Ojos de lobo amarillos y ardientes.

En esa narración de Michaelis, la investigación policial sobre el caso de una indigente asesinada en el Österberg (la madre de Nashville) se estancó, como suele pasar con la procuración de justicia, que a más de lenta se regatea.

Ganan los lobos o los humanos. Depende de quién quede vivo.

Luego del asesinato en otro paso subterráneo, los indigentes desaparecieron de allí por un tiempo. Sin embargo, de manera paulatina fueron regresando a las sombras, que eran frías.

Ante esa realidad, la autora inquiere: ¿Qué es más importante? ¿La libertad individual o una oportunidad de seguir vivo?, aunque lo cierto es que cada vez más constatamos que el mundo está al revés, pero ¿de qué nos sirve?

En la trama aparece una colección de cuchillos que, afirma la protagonista, siempre tuvo un objetivo: matar.

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Portada del libro de Michaelis
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Portada de la novela de Monica Wood, ilustrada por Christopher Silas Neal

El mundo está envuelto en la maldad y no vamos a mejorarlo. El principio de pretender lo ideal es absurdo, sentencia la autora.

Esa aspiración significa que exige el máximo de sí mismo y de los demás. No permite ni debilidades ni débiles. Es un principio espantoso.

Sin embargo, algo es inevitable: el cuchillo está afilado.

Título: Nashville o el juego del lobo

Autora: Antonia Michaelis

Traducción: Margarita Santos

Editorial: FCE

Número de páginas: 446

Vínculo terrenal, guiños y complicidades

Un niño de 11 años, con aspecto de duendecillo e inteligente hasta resultar inquietante entabla amistad con una mujer nacida en Lituania, en 1900, pero que vive en Estados Unidos.

Se siente maravillado ante el peso de más de una centuria y una larga lucha para derrotar en el juego de la vida, se lee en Uno entre un millón, libro de la autora estadunidense Monica Wood.

Trabajador, dispuesto, tenaz y agradable, el pequeño confiesa a la anciana su pasión por los récords mundiales.

La mujer, quien había sido testigo de la llegada de automóviles, aviones, lavadoras automáticas, bombas atómicas, lanzaderas espaciales, pañales desechables y la marcación por tonos considera que ese chico transparente, inadecuado para el mundo que lo esperaba contará sus historias.

Éste, en su obsesión por el Récord Mundial Guinnes, busca con denuedo que su amiga se convierta en la persona más longeva en conducir un automóvil.

La protagonista, llena de deseos confusos, también quería ver su nombre en un libro de récords. Prefería la vida a la muerte, eso era todo.

Sin embargo, sus minutos mundanos estaban en la cuenta regresiva.

Soñadora, quedaba pendiente el asunto del récord mundial, una carga que actuaba como estabilizador y atenuaba su sensación de debilidad.

La amistad, sin embargo, no se constriñe a los protagonistas de esta historia, pues repercute en la familia del niño.

La mujer centenaria tenía la sensación de vivir una segunda infancia, aunque ningún truco de magia en la Tierra tendría la capacidad de devolverle la juventud y la belleza en medio de una jungla de relaciones humanas enmarañadas.

¿Quién más estaría acechando en las sombras mientras preparaba sus documentos, dispuesta a adelantarla en el camino hacia la inmortalidad? Ninguno de ellos seguía conduciendo, eso sí.

Monica Wood es también una conocida cantante de jazz, country, pop y gospel en los circuitos musicales de Nueva Inglaterra.

Título: Uno entre un millón Autora: Monica Wood

Traducción: Carmen Francí Ventosa

Editorial: Alianza

Número de páginas: 406

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