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México SA

Economía se desinfla

SHCP defiende meta

Complejo fin sexenal

N

unca ha tenido mucho aire, pero el hecho es que la gloriosa economía mexicana –esa que tanto presumen en Los Pinos y zonas conexas– se ha desinflado a lo largo del presente año, y a estas alturas, penosamente y en el mejor de los casos, registraría un crecimiento –por llamarle así- de dos por ciento en 2017, lo que, traducido al castellano simple, equivale a más de lo mismo, o si se prefiere la constante en las últimas tres décadas y media.

En la Secretaría de Hacienda sostienen que no es para tanto el descenso registrado de julio a septiembre del presente año, pero el hecho es que en el tercer trimestre la economía nacional creció casi 30 por ciento menos, a tasa anualizada, que en igual periodo de 2016 (1.5 contra 2.2 por ciento, respectivamente). Y la baja con respecto al trimestre inmediato anterior fue de 0.3 por ciento, todo en términos reales.

Resulta que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) divulgó ayer los resultados del producto interno bruto (PIB) nacional en el tercer trimestre del año, y entre ellos destaca la disminución de 0.3 por ciento en términos globales, y las caídas en las actividades secundarias (-0.6 por ciento, con lo que la industria se mantiene en la lona) y las terciarias (-0.1 por ciento real, de tal suerte que el sector” fuerte de la economía también está a la baja). Y por el lado de las actividades primarias el registro fue positivo, por llamarle así, con 0.5 por ciento.

Al mismo tiempo, el Inegi divulgó el resultado del Indicador Global de la Actividad Económica (que permite conocer y dar seguimiento a la evolución del sector real de la economía, en el corto plazo, según reza la descripción oficial) durante septiembre, el cual reportó una caída de 0.5 por ciento en términos reales con respecto al mes inmediato anterior. En el detalle, el organismo precisa que en términos anuales registró un incremento real de 0.9 por ciento en septiembre, aunque por grandes actividades las primarias avanzaron 3.2 por ciento y las terciarias 1.9. En cambio, las secundarias cayeron uno por ciento a tasa anual.

Ya los integrantes de la junta de gobierno del Banco de México (institución que en unos cuantos días quedará sin gobernador, si es que antes el inquilino de Los Pinos no reacciona, pues no ha presentado propuestas sucesorias al Senado; recuérdese que el último día de noviembre Agustín Carstens deja esa posición para viajar a Basilea, Suiza, donde despachará en la oficina principal del Banco de Pagos Internacionales) advirtió que en 2017 y 2018 se espera que la economía mexicana continúe registrando un crecimiento moderado, al tiempo que subrayó el balance de riesgos para el crecimiento, que se encuentra sesgado a la baja, principalmente por la incertidumbre asociada a la renegociación del TLCAN que ha mantenido en niveles deprimidos la inversión y posiblemente es una de las causas de la desaceleración del consumo.

De igual forma, en la citada junta de gobierno se advirtió que una renegociación desfavorable del acuerdo comercial podría representar un fuerte choque sobre el crecimiento potencial de la economía, lo que se traduciría en una importante depreciación del tipo de cambio real. También subrayó, como factor de preocupación, la incertidumbre derivada del proceso electoral que tendrá lugar en México en 2018, al tiempo que sigue latente la posibilidad de nuevos episodios de turbulencia en los mercados financieros internacionales.

Y el propio Agustín Carstens ofreció su versión: en México existe una gran premura de mejorar la situación de la gran mayoría de la población, pero no conviene buscar respuestas fáciles, sino de fondo; hay que hacer las cosas bien, de manera sostenible para no tener que empezar de nuevo. En políticas públicas, lo aconsejable es ir con calma, de manera pensada pero en la dirección correcta. Es importante que sigamos siendo muy persistentes en garantizar la estabilidad macroeconómica, sobre todo en los próximos meses, afirmó.

Pero no se detuvo allí, pues anunció una baja en la previsión de crecimiento de la economía mexicana para este año, que ahora situó en un rango de 1.8 a 2.3 por ciento, dos décimas menos que el pronóstico previo, puesto que la actividad se vio afectada por los sismos y huracanes de septiembre, así como por la baja en la producción de crudo. Adelantó que la tendencia a la baja de la inflación probablemente sea más lenta, en parte por el efecto del alza en los precios de energéticos y, particularmente, del gas LP. El balance de riesgos para el crecimiento se ha deteriorado y se encuentra sesgado a la baja.

Pero en la Secretaría de Hacienda no se arredran, y señalan a los terremotos septembrinos como los responsables temporales del ingrato resultado económico en el tercer trimestre de 2017. La dependencia a cargo (aún) de José Antonio Meade, lo planteó así:

Durante el tercer trimestre de 2017 se registraron desastres naturales que desafortunadamente costaron vidas y tuvieron cuantiosas pérdidas materiales. El impacto neto de estos fenómenos sobre el crecimiento económico se estima limitado y temporal. Las cifras (divulgadas ayer por el Inegi) reflejan el impacto temporal de los desastres naturales, particularmente en los sectores de petróleo y servicios, que ya se desvaneció.

Por ello, siempre según la –tal vez- despistada Secretaría de Hacienda, el desempeño económico en 2017 ha sido positivo en un entorno externo, que si bien ha mejorado, se mantiene con factores de incertidumbre. Destaca el crecimiento sostenido del consumo y el empleo, así como la expansión de las exportaciones no petroleras. Se mantiene el rango de crecimiento del PIB estimado para 2017 en 2-2.6 por ciento, con base en la evolución económica y que los resultados disponibles continúan reflejando a una economía mexicana resiliente a un contexto de volatilidad e incertidumbre elevados.

Resulta envidiable la permanente sonrisa y el constante optimismo de la Secretaría de Hacienda, la cual, a lo largo del sexenio peñanietista, se ha conformado con una tasa de crecimiento económico igual de raquítica que la reportada en los cinco gobiernos previos, con el agravante de que, gracias a las reformas que los mexicanos quieren (Peña Nieto dixit), se evaporó, como tantas otras, la promesa de crecer a una tasa de 5 por ciento al cierre sexenal.

Las rebanadas del pastel

El tipo de cambio, milagrosamente (léase gracias a la multimillonaria intervención del Banco de México y la Secretaría de Hacienda) cerró la semana financiera en 19 bilimbiques por cada billete verde.

Twitter: @cafevega