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Los de Abajo

Alto al despojo

E

l norte del país decenas de familias tepehuanas (odami) son amenazadas por dos personas que al parecer cuentan con mucho poder. Se trata de Cornelio y Aurelio Alderete Arciniega, quienes, denuncia la Red en Defensa de los Territorios Indígenas de la Sierra Tarahumara, pretenden quedarse con 3 mil 500 hectáreas de las comunidades Cordón de la Cruz, Mesa Colorada, Tepozán y Tuáripa, del municipio Guadalupe y Calvo, en Chihuahua, territorio que pertenece a los indígenas desde antes del reparto agrario.

Cornelio y Aurelio Alderete, afirma la red, solicitaron a la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu) la enajenación de dichos terrenos de propiedad nacional, asegurando que son ellos quienes están en posesión, ignorando a las familias indígenas que viven ahí desde siempre.

En una denuncia reciente, se informó del robo de ganado encabezado por los Alderete en las mismas comunidades, pero a pesar de las denuncias siguen libres. Los señores Cornelio y Aurelio, sus familiares y pistoleros contratados, han sustraído casi un centenar de cabezas de ganado, apuntan los defensores de derechos humanos.

En 2016 la familia Alderete cercó los terrenos de las comunidades y exigieron que los indígenas sacaran su ganado, pues aseguraron que ellos compraron el terreno al gobierno desde hace 10 años. Ante la negativa a ceder su territorio, los hermanos Alderete y sus secuaces arriaron el ganado de todos los habitantes de las comunidades y lo sacaron del predio, taparon el único camino de ingreso a Mesa Colorada y Tepozán derribando dos pinos e instalaron un campamento con lonas, hules y cuerdas, donde se instalaron los pistoleros de la familia con armas de alto poder.

Los habitantes de la Mesa Colorada, El Tepozán y del Cordón de la Cruz presentaron las demandas correspondientes por robo de ganado ante el Ministerio Público en Baborigame. Luego, cuando supieron dónde guardaban su ganado, acudieron en compañía de la policía ministerial al rancho Cerro Prieto, donde encontraron sólo 21 de las 70 cabezas de su propiedad. Las recuperaron, pero al día siguiente la familia Alderete volvió a robarlas, esta vez, a punta de pistola.

Recuperar el ganado y, sobre todo, el territorio, frenar el abigeato y la violencia contra los verdaderos dueños de la tierra, es la exigencia. Los pueblos tepehuanos no pueden continuar sobreviviendo bajo amenazas e intimidaciones sin que ninguna autoridad haga nada, a menos que, como los indígenas afirman, es-tén coludidas con los criminales y eso explique su indiferencia.