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Caravana acompañada de ONG llegará a frontera con EU para solicitar asilo

Viacrucis de migrantes hará un alto para ayudar a mexicanos damnificados
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de octubre de 2017, p. 17

El Viacrucis Migrante parte hoy de Tapachula, Chiapas . Lo integran unas 200 personas, pero al frente van cinco decenas de madres e hijos pequeños que atravesarán el país hasta llegar a Sonoyta, Sonora, donde una parte de los caravaneros se entregarán a las autoridades migratorias de Estados Unidos para solicitar un asilo que en algunos casos les ha sido negado en México.

Esta vez, el viacrucis –el quinto en los años pasados, aunque antes no se denominaba Guadalupano– tiene un doble propósito: por un lado, llamar la atención sobre la crisis humana que se vive en los países del Triángulo del Norte de Centroamérica; y por otro, expresar la solidaridad de los migrantes con los mexicanos que los han apoyado en su peregrinar y que ahora sufren los efectos de temblores y huracanes.

El viacrucis, preparado por el colectivo Pueblo Sin Fronteras y otras organizaciones, entre los que se cuenta Hermanos en el Camino, del sacerdote Alejandro Solalinde, hará paradas en algunos de los lugares más afectados por los sismos y las lluvias; ahí participarán en tareas de limpieza, socorro y reconstrucción, en una acción solidaria de reciprocidad con los pueblos hermanos afectados, que siempre han tendido la mano a las personas que transitan sin papeles por territorio mexicano en las condiciones más adversas.

El religioso José Filiberto Velázquez, encargado de un albergue espejo al Alejandro Solalinde tiene en el Istmo, dice que el recorrido tiene como objetivo evidenciar la crisis humanitaria en la región, la violencia y la pobreza que obligan a muchos a buscar refugio en otros países, derecho que es negado tanto por México como por Estados Unidos”.

“Fueron Los Zetas”

Velázquez, quien estudió teología en Minnesota, Estados Unidos, donde vivió durante 10 años, hasta hace unos meses, dice que al llegar a la frontera norte acompañarán a un grupo de madres y niños, en ese proceso de entrega a las autoridades migratorias para pedir asilo y obtener un estatus migratorio que les permita vivir una vida fuera de la violencia.

Durante la entrevista, el religioso estuvo acompañado de un joven guatemalteco cuya vida es un ejemplo de los abusos que los migrantes centroamericanos pasan en México.

Tres años después de haber sufrido una agresión en los límites de Oaxaca y Veracruz, Gonzalo Alejandro González continúa en rehabilitación. “Fueron Los Zetas, y como mi familia no tenía los 5 mil dólares que pedían me machetearon y me dieron por muerto”, dice Gonzalo, quien en su teléfono carga las fotos del momento en que integrantes del Grupo Beta le dan los primeros auxilios; su cuerpo se ve abierto en diversas partes, incluida la cabeza, con los machetazos que le propinaron.

Después de la charla, el religioso tenía la encomienda de recibir el autobús que servirá para el traslado de las madres con hijos pequeños, aportación del comité estudiantil de Ayotzinapa. Mientras, por seguridad, los primeros viajan en camión, los migrantes jóvenes treparán al tren, como hacen habitualmente, rumbo a la frontera con Estados Unidos.

En Ciudad de México, los viajantes tienen previstas algunas actividades, entre ellas una reunión en el Senado que están por confirmarles. De aquí, una parte se desplazará a San Juan Tepecuaculco, a las faldas del Popocatépetl, donde participarán en la remoción de escombros y la reconstrucción.

El viacrucis se propone llamar la atención sobre la urgencia de ayudar al pueblo mexicano, al tiempo que exige alto al Programa Frontera Sur y demanda un viraje en la política mexicana de refugio. “Para muchos –dice Filiberto Velázquez– solicitar refugio en México es una condena de muerte tan manifiesta como vivir en Honduras, El Salvador o Guatemala.”