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Don Heraclio fue reconocido ayer con un Diploma al Mérito y la presentación de dos libros

Tenemos que dejar el mundo, pero no se debe dejar de bailar, de tocar huapangos
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A sus 87 años, don Laco sigue tocando su violín de forma magistral; al hacerlo brinda una ofrenda a quienes tienen la dicha de escucharlo y a las fuerzas naturales y sobrenaturales para las que destina sus acordes, señaló la antropóloga Amparo SevillaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de octubre de 2017, p. 5

Don Heraclio Alvarado Tellez, don Laco, pertenece a una generación de músicos cuyos conocimientos se han ido extinguiendo a medida que el mercado de la música se expande e impone nuevas sonoridad a las culturas sonoras de antaño. A sus 87 años continúa tocando su violín de forma magistral, y al hacerlo brinda una ofrenda, no sólo a quienes tienen la dicha de escucharlo, sino también a las fuerzas naturales y sobrenaturales para las que destina sus acordes.

Lo anterior es un fragmento del texto que la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Amparo Sevilla escribió para acompañar el disco La presencia de don Laco en la Huasteca, que se presentó el viernes en el Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología, como parte de un homenaje que se le ofreció al huapanguero veracruzano en el contexto del 13 Foro Internacional de Música Tradicional, cuyo tema fue Migración, braceros y mojados: fusiones y nuevas creaciones.

Como parte del homenaje, el INAH entregó al músico veracruzano el Diploma al Mérito como reconocimiento a su trayectoria y obra; además, se presentó el libro Aclarando amanece: conversaciones con don Heraclio Alvarado, huapanguero veracruzano, de Aidée Balderas Medina, quien reunió las conversaciones que sostuvo con don Laco durante varios años y las convirtió en un libro.

Don Heraclio nació en Colatlán, municipio de Ixhuatlán de Madero, Veracruz, el 8 de junio de 1930. Aprendió a tocar el violín desde pequeño, cuando perdió a su padre. “Tenía 12 años cuando iba a vender piloncillo para mantener a mi mamá; mi papa falleció, yo tenía 12 años, y mi mamá quería que dejara de jugar con niños y niñas; como está cerquita, un camino, mi mamá me dijo: ‘busca trabajo para que nos podamos mantener’; al cumplir 14 o 15 años le dije: ‘mamá, voy a ir al carnaval’, y me contestó: ‘no vas, ves que toman, y algo te vaya a pasar’”, pero don Laco se las ingeniaba para ir a la fiesta. En varias ocasiones tuvo que vender su violín, y otras tantas lo recuperó para seguir tocando, narró durante su breve discurso tras la presentación del libro.

Tiene 87 años y sigue tocando, pero ya la vejez me está apretando; es una ley que tenemos, se pasa el tiempo. Gracias por acompañarnos a toda la concurrencia, espero yo que sigan las tradiciones de nosotros, que no mueran, sigan. Tenemos que morir, que dejar el mundo, pero no se debe dejar de bailar, de tocar huapangos para bailar.

Durante la presentación del libro, Román Güemes, investigador de la Universidad Veracruzana, dijo que don Laco nació en temporada de lluvias, las siembras de temporal, esto quiere decir que toda su obra, su música, su legado, está en relación con la tierra, sobre todo con la naturaleza. Se ha dicho que él interpreta los sones tradicionales indígenas; sí, decir esto es muy fácil, pero lograr comprender la complejidad de este mundo es lo difícil. Los sones que toca son infinitos.

La autora de Aclarando amanece, Aidée Balderas, dijo que en ese libro (publicado por Ediciones del Lirio y Pluralia) el lector va a encontrar charlas de varios años. De repente nos sentamos a platicar y comencé a dejar una grabadora sabiendo que había gran valor en ese testimonio; no sabía qué iba a hacer después, pero tenía la certeza de que debía grabarlo.

La investigadora del INAH, Amparo Sevilla, destacó que el libro recupera en la voz de don Laco lo que ha vivido, su familia, como músico y la relación con su pueblo.

La profesora de la dirección de Etnología y Antropología Social del INAH también fue la encargada de presentar el volumen 68 de la serie Testimonio musical de México dedicado a don Heraclio, acompañada por los músicos e investigadores Benjamín Muratalla, Rodolfo González-Martínez, Camilo Raxá Camacho y Víctor Moedano, integrante del Trío Calamar.