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Disquero
Premio Nobel de Literatura ¡a otro cantautor!
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Kazuo Ishiguro en imagen de 1977, cuando quería ser como Bob Dylan y Leonard Cohen, antes de consagrarse a la escritura
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Portada de una de las obras de Ish
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Sara Danius al anunciar, el jueves 5, el nombre del nuevo Premio Nobel de LiteraturaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de octubre de 2017, p. a16

La Academia Sueca volvió a premiar con el Premio Nobel de Literatura a un cantautor.

El sentido del humor del escritor británico Salman Rushdie hizo reaccionar este jueves a los desconcertados y activaron la señal de arranque para comenzar el concierto de riiiiiippp raaaaaasss roooooarrr: rasgamiento de vestiduras, pues nuevamente mis paisanos suecos volvieron a sorprender al mundo y a enseñarle a ver hacia el horizonte, más allá de sus narices, como dijo ayer un crítico literario sueco.

Salman, con Martin Amis (dos candidatos, por cierto, eternos al Nobel) forman pandilla con Kazuo Ishiguro, a quien llaman cariñosamente Ish.

Esa santísima trinidad londinense se divierte de lo lindo siempre y ayer no fue la excepción, cuando Rushdie dijo al periódico The Guardian: “Muchas felicidades a mi viejo amigo Ish, cuya obra he amado y admirado desde que leí por primera vez Pálida luz en las colinas… ¡y también toca la guitarra y escribe canciones!”, en clarísima alusión a Bob Dylan, cuya designación el año pasado hace honor el verso de Juan Gabriel, pues a los exquisitos no les ha sanado bien la herida, y se obstinan en rasgarse las vestiduras frente a las maneras tan geniales que los académicos suecos, con la bellísima Sara Danius al frente, han armado toda una revolución en el mundo cultural.

En efecto, el nuevo premio Nobel de Literatura también es músico. Esa fue la primera vocación de Ish, hasta que encontró que la palabra escrita es lo suyo, pero dejó amplio testimonio de su breve carrera musical y a la fecha toca la guitarra, el piano y otros instrumentos y, como dice su carnal Salma Rushdie, también es como Dylan.

De hecho, en la vorágine de adrenalina que vivimos el jueves, cuando Ish dijo: no, espera, estás bromeando, no, es una broma ¿seriously? ¿am I the new one?, siguió en su felicidad y contento haciendo declaraciones doquier y dijo la siguiente frase que me permito, dada su importancia para argumentar el título de este texto, poner en mayúsculas: CUANDO TENÍA VEINTE AÑOS YO QUERÍA SER COMO BOB DYLAN O LEONARD COHEN. Ellos dos influyeron definitivamente en mi escritura. De hecho, debo a ellos mi decisión de convertirme en escritor. Hizo de esa manera eco a una entrevista que publicó la revista de élite The Paris Review en 2008, donde Susannah Hunnewell le formula la pregunta que llevó a Ish a esa conclusión vital.

Amazing! Bueno, eso dijeron en Londres ayer. Aquí dijimos simplemente: ¡pasumecha!

Es decir, que Sara Danius y Sara Stridsberg, las dos mujeres cuyo trabajo ha causado una revolución en la Academia Sueca desde hace dos años, cuando la hermosa Sara Danius hizo el primero de los tres anuncios Nobel que han causado conmoción: premiar a una reportera, el siguiente año a un cantautor, Bob Dylan y ahora a ¡otro cantautor!, con la diferencia, por supuesto, que el buenazo de Ish, como lo explicó claramente, tomó la decisión a tiempo de dejar la carrera musical que había iniciado, para iniciarse y consagrarse a la escritura. Frente al nuevo berrinche de los exquisitos.

Al Disquero le divierte mucho ver despreciar.

Ni hablar, hay a quienes no les interesa la poesía y creen que Bob Dylan sólo es el autor de Blowin’in the wind.

Por cierto, de entre los ocho libros que ha publicado Kazuo Ishiguro, el favorito del autor del Disquero es The Unconsoled (en español existe una versión, con el título de Los desconsolados, en el sello Anagrama), donde por supuesto que la delicia consiste en hacer converger el arte de la música con el arte de la literatura.

Y como las casualidades no existen, pero sí las causalidades, hace unos días se cumplieron 20 años del lanzamiento del disco Time out of mind, de Bob Dylan, origen de la trilogía por la que fue premiado con el Nobel de Literatura.

Al re-estudiar ese disco, el autor del Disquero descubrió, ahora, que Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura gracias a sus poemas sobre el amor no correspondido.

El viernes 30 de septiembre se cumplieron 20 años de la publicación de Time out of mind, su trigésimo álbum de estudio que le significó, en sus propias palabras, dejar de estar arrinconado y luego de guardar silencio mucho tiempo. Ese álbum fue parteaguas.

Sus siguientes obras maestras: Love and theft, Modern Times, Together through life, Tempest… le valieron, a partir de Time out of mind y sus historias de amor rechazado, que le dieran el premio Nobel.

Eso lo he sostenido siempre. De hecho, me gané el mote de Pitoniso de Bob Dylan, porque publiqué un largo artículo en la Revista de la Universidad cinco años antes de que le dieran ese premio, y en ese artículo yo lo anunciaba, lo daba ya por hecho: el Premio Nobel de Literatura para Bob Dylan.

Además del amor no correspondido, campea de manera más evidente que nunca la influencia de William Shakespeare, en particular su Soneto 142, donde dice el autor inglés: tus ojos me seducen mientras los míos te inoportunan. Otro tema campea: la impermanencia.

Cuatro meses antes de la publicación de Time out of mind (que se puede traducir como: tiempo sin tiempo, tiempo inmemorial. La eternidad), Dylan fue hospitalizado por histoplasmosis, una severa infección que le inflamó el corazón y estuvo a punto de morir, según reconoció él mismo una vez recuperada su salud.

El corazón inflamado. Metáfora por antonomasia de la pasión amorosa.

Amor y muerte, desamor y vida. Los temas de William Shakespeare son los temas de Robert Zimmerman. Comparten inclusive el sentido del humor y la ironía: Shakespeare escribió Penas por amor perdidas mientras Dylan dijo: “I try to get closer but I’m still a million miles from you”.

Robert Zimmerman escribió sobre el amor no correspondido y sobre la impermanencia. Perdió en amor y ganó en reconocimiento literario. Ganó así la eternidad, es decir, el time out of mind.

Bob Dylan, pitoniso de sí mismo.

Todo es cuestión de poner atención a su poesía. Y especialmente a su música. Cuando le preguntaron si Time out of mind hablaba sobre el desamor y sobre su muerte, él respondió, otra vez ironizando: sí, habla de la muerte pero de manera general, pues eso es lo que todos los humanos tenemos en común, ¿o no? y remarcó: Daniel Lanois (el productor del disco) y yo imprimimos, efectivamente, tonalidades oscuras y atmósferas de presentimientos en ese disco.

Lo dicho, Robert Zimmerman y su intuición tan poderosa.

Él ya está más allá del bien y del mal, del amor y el desamor, de la vida y de la muerte. Ya es atemporal, lo suyo es el time out of mind.

Porque, además, el futuro aún no ocurre, el pasado ya no existe y lo único que importa es el aquí.Ahora.

Ahora que se cumplieron 20 años del disco Time out of mind, cada vez que Bob Dylan canta acerca del amor no correspondido, sonríe.

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