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19/S: El dolor y la esperanza

Gente que acampa en las calles, lentitud en reanudar clases, falta de agua y reconstrucción

El septiembre negro hereda otras emergencias
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Damnificados de los edificios que se encuentran en riesgo de colapsarce ubicados en Canal de Miramontes, entre Calzada del Hueso y la Alameda del Sur, entraron a sus viviendas para rescatar pertenencias en días pasadosFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de octubre de 2017, p. 13

El septiembre negro mexicano cerró con una cifra, según el reporte oficial, de 360 personas que fallecieron sólo como consecuencia del terremoto del 19 de septiembre. En el desglose, los fallecidos en la Ciudad de México fueron 219, a los que se suman las muertes en Morelos (74), Puebla (45), estado de México (15), Guerrero (seis) y Oaxaca (uno).

Los fríos números de la tragedia no podrán aproximarse nunca al dolor por las pérdidas humanas ni a los daños que en las vidas de millones provocó la sucesión de desastres.

A las cifras de muertos y heridos, de viviendas que cayeron o quedaron inservibles (153 mil en todo el país, según la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) y otros daños materiales, se han ido sumando, con el correr de los días, los cálculos sobre los costos de la reconstrucción y el debate sobre sus modalidades.

El sismo también obligó a la ciudad a mirarse en el espejo de sus tragedias permanentes. Dos millones de personas se quedaron sin agua y el castigo fue mayor para los damnificados de siempre, en delegaciones como Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco.

Una vez que terminen el rescate y el levantamiento de escombros seguirá la segunda emergencia, ya presente en muchas calles que siguen cerradas en las colonias afectadas: la demolición de 500 edificaciones que en el listado del gobierno de la Ciudad de México tienen foco rojo.

En la calle 5 de Febrero, muy cerca de la estación del Metro Villa de Cortés, por ejemplo, los vecinos de un edificio dañado han instalado carpas en plena calle y ahí se mantienen a la espera de contar con un dictamen oficial que les marcará el futuro. Como muestra la lentitud para la reanudación de actividades escolares, el gobierno capitalino y los profesionales del ramo han sido rebasados por el tamaño de la emergencia.

Mejor burro que muerto

Lo prefiero burro que muerto, dijo la madre de un estudiante de la escuela secundaria Lázaro Cárdenas, donde se ha anunciado la pronta reanudación de clases, que los padres rechazan. Yo estudié en la misma escuela, y desde entonces tenía el problema de un tanque de agua que ahora puede poner en riesgo a nuestros hijos.

En la gira que ayer realizaron por Guerrero, el presidente Enrique Peña Nieto y el secretario de Educación, Aurelio Nuño, reiteraron que el retorno a clases demorará hasta tres semanas y dependerá de que las instalaciones sean seguras.

Según el titular de Educación, el total de escuelas con algún tipo de daño asciende a poco más de 12 mil, de las cuales 577 requieren ser totalmente reconstruidas y mil 800 demandan una reconstrucción parcial.

En centenares de escuelas de la Ciudad de México, los directivos han esperado en vano durante más de una semana la visita de los técnicos.

En los días más crudos de la emergencia, bastaba andar las calles de las colonias Roma o Condesa para ver a muchas familias saliendo de sus casas cargadas de maletas, no una o dos, como cuando se trata de un viaje, sino montones de maletas.

El nuevo golpe, debe recordarse, fue recibido en diversos puntos de la ciudad, pero se reditó en zonas, como las mencionadas, que sufrieron el sismo de 1985 y luego un auge inmobiliario que, a juzgar por las obras que continuaron incluso en medio del desastre, no parará de inmediato.

Mientras continúa la emergencia en muchos lugares, el gobierno federal avanza en los padrones de beneficiarios de los programas de vivienda –no sin quejas de los gobiernos municipales que se dicen excluidos– y lo mismo ocurre en la capital, aunque no siempre con información suficiente para quienes perdieron sus hogares.

Listas colaborativas

El ocultamiento total o parcial de información ha sido una constante en la tragedia. Un informe de la organización Artículo 19 concluyó: “Ante la inexistencia de información oficial sobre personas desaparecidas, las acciones provinieron fundamentalmente de la sociedad civil, la cual creó listas colaborativas con procedimientos de verificación (…) personal de Seguridad Pública y Protección Civil informó erróneamente que ya no había personas en edificios derrumbados, cuando los familiares señalaban lo contrario”.

Esta situación fue constatada por muchos reporteros que cubrieron los puntos de crisis.

Según la organización citada, fueron más eficaces las listas colaborativas que ciudadanos y agrupaciones armaron por conducto de las redes sociales que la información gubernamental. De acuerdo con la lista colaborativa rescatecdmx, más de 70 por ciento de las fuentes de información sobre personas ingresadas en hospitales provino de fuentes no oficiales.

Miguel Ángel Mancera compartió muchas fotos de su trabajo en el C5, el centro de comando con tecnología moderna conectado a las cámaras de toda la ciudad. Pero según Artículo 19 fue sólo eso, porque prevaleció la ausencia de información útil y específica sobre los acuerdos, planes de emergencia, responsabilidades institucionales y las rutas de ayuda a la población.

Ayer, Mancera se hizo acompañar del presidente de la Asamblea Legislativa, Leonel Luna, en el anuncio de un programa de construcción de viviendas ligeras en Santa Rosa Xochiac, uno de los últimos pueblos del camino al Desierto de los Leones y lugar donde se perdieron 80 viviendas.

El Gobierno de la Ciudad de México dispone de un fondo que ronda los 9 mil 500 millones de pesos, sin considerar otras aportaciones federales y las privadas. En Santa Rosa, los funcionarios presumieron el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones para edificar viviendas de 40 a 42 metros cuadrados. Algo menos que los 50 metros anunciados por Rosario Robles para las viviendas que serán construidas en el Istmo de Tehuantepec.