Opinión
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Infancia y sociedad

Está temblando...

D

ías clave para México: hemos caminado del terror al amor, del desamparo a la unión. Hemos forjado un camino en el que dolor y miedo se transforman en inteligencia colectiva. Eso es grande, como grandes son las ganas de recuperar el timón de nuestras instituciones. La esperanza ya no será más una promesa a la fe pasiva, sino voluntad en acción. La esperanza somos nosotros, la gente, el pueblo, los ciudadanos.

Y aunque la vida sea enfermedad mortal y la muerte el único destino seguro, la vida siempre sigue y en ella el amor que nos salva.

Pero en México hay mucha mala muerte y poca buena vida: la impunidad es ya una epidemia cruel y asesina; una gangrena que avanza devorando hasta el más mínimo derecho a la dignidad de un pueblo.

A los niños de la guardería ABC no los mató el fuego, sino el dúo letal corrupción-impunidad. A los normalistas de Ayotzinapa no los mató la adversidad, sino la impunidad de poderes asesinos. A Mara y la larga lista de mujeres asesinadas que le anteceden en todo el país, las matan manos que la impunidad multiplica. Como en el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca, como en el colegio Rébsamen, como en toda la ciudad, a los muertos no los mató el derrumbe, sino la mezquindad de constructores y la omisión y corrupción de autoridades, que para el caso es lo mismo: perdieron la vida niños y adultos inocentes.

Llevamos 11 años salpicados cotidianamente de sangre y acosados por el olor a muerte; 11 años de desapariciones, de fosas clandestinas y tumbas sin nombre sembradas por todo el territorio mexicano. ¿Acaso tanto mal se ha filtrado como energía negativa al subsuelo, que ahora retumba? Los sismólogos se reirán ante esa idea; los esotéricos no tanto.

¿Por qué 10 mil escuelas dañadas por el sismo? ¿Por qué no hay suficientes y sólidas escuelas para niños de todo el país y de todas las clases sociales?

Porque los gobiernos carecen de ética y de una normatividad a prueba de corrupción para proteger a la infancia. Porque no se invierte en Educación y sí en cambio crecen vergonzantes fortunas a costa del erario.

El terremoto 19/S muestra que podemos estar ahí a la hora fijada. Gente y corazones somos de más; faltan políticos honorables. Pero la verdadera esperanza no la podrán corromper porque se posa en el alma, canta su canción sin palabras y jamás se calla.

PS. Cuando la tierra se movió, libro hecho por mineros de Chile, se recomienda para ayudar a los niños a digerir la experiencia de terremotos. Incluye excelentes actividades. Se puede descargar: http://www.buentrato.cl/pdf/Cuando_la_Tierra_se_Movio.pdf

En su 33 cumpleaños: ¡Viva La Jornada!