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Ni izquierda ni derecha, sino todo lo contrario
E

n 2010 la izquierda electoral (PRD) pactó con la derecha (PAN) para echar al PRI del gobierno de varios estados. El argumento de esa izquierda era ganar y su discurso era el de la alternancia. No importó el resultado nacional de aquella alternancia ni el sangriento desgobierno del partido con el que se aliaban (la traición a la democracia perpetrada por Vicente Fox, la llamada guerra contra el narco de Felipe Calderón, entre tantas tragedias).

Fue así como la izquierda electoral encumbró a Gabino Cué, Mario López Valdés y Rafael Moreno Valle, ninguno de los cuales gobernó de manera distinta a sus predecesores priístas (como tampoco lo hizo Ángel Aguirre, en representación únicamente de la izquierda, postulado con el mismo argumento pragmático de la victoria). Aunque Cué y Moreno Valle sustituyeron a dos de los tres gobernadores emblemáticos de la represión, la corrupción, el cinismo y el despilfarro priístas (Ulises Ruiz y Mario Marín… el tercero de la lista era –en aquel 2010– el señor Peña Nieto, el de los asesinatos y las violaciones de San Salvador Atenco) pronto mostraron que en el fondo eran iguales. Sobre todo Moreno Valle, uno de los gobernadores más represivos, violentos e intolerantes de un sexenio particularmente represivo, violento e intolerante. Además de represor, resultó señalado en el enriquecimiento inexplicable de su sucesor, Antonio Gali.

Sin aprender esas lecciones o mostrando que no les importaban, otra vez los restos de un PRD en descomposición (los que en 2010 impulsaron las candidaturas de Cué, López, Moreno y Aguirre), intentaron en 2016 repetir la alianza con el PAN en 12 entidades. Sólo consiguieron sacarla adelante en Veracruz, a pesar de las fundadas denuncias de corrupción y complicidad con redes delincuenciales que pesaban sobre el señor Miguel Ángel Yunes, quien como gobernador no ha resultado muy distinto de su siniestro predecesor, el emblemático nuevo priísta (Peña dixit) Javier Duarte, alias El Porky Expiatorio.

En el ínterin, esa izquierda firmó el Pacto por México, mediante el cual se traicionó para cogobernar con el PRI y el PAN: primero aprobando reformas estructurales abierta, diametralmente contrarias a los principios postulados en su plataforma electoral de 2012 (jornada.unam.mx/
2014/06/17/opinion/015a2pol)
y luego, defendiendo el sentido de esas reformas (jornada.unam.mx/2014/07/15/opinion/020a1pol).

A lo largo de estos años, la cúpula del cascarón que se vaciaba (el PRD) insistía en decirse de izquierda. Sí, como otros dicen que son honestos, que son patriotas, que no son corruptos. Pero en estos días llegó una definición muy clara: Lo que hoy pasa en el mundo, no sólo en el país, deja claro que el tema de derechas e izquierdas está rebasado. Con esa enfática declaración de Alejandra Barrales Magdaleno (presidenta nacional de un partido político que hasta ese día insistía en definirse de izquierda) inicia Gabriela Romero Sánchez la nota que se desprende de la entrevista que le hizo a la política con departamento en Miami, publicada el 9 de septiembre en La Jornada.

El tema de izquierdas y derechas está rebasado (entiendo que Miguel Ángel Mancera le de todo su apoyo). Más allá de los intereses personales de la declarante, que quiere ser candidata del PAN-RD a jefa de Gobierno capitalina, hay un elemento central en esta declaración sobre el que quizá conviene informar a la ex izquierdista con departamento en Miami: en el siglo XX, el fascismo (y su variante extrema nacional-socialista alemana) llegó al poder cuando se fundieron dos corrientes previas: la ultraderecha racista y antiliberal y una izquierda nacionalista y pragmática.

¿Alejandra Barrales se da cuenta de lo que eso significa? Quizá no, como no parecían conscientes de serlo tantos políticos italianos o alemanes del periodo de entreguerras, que sólo pensaban en lo inmediato. Y, sin embargo, decenas de burócratas del cascarón perredista de Ciudad de México inician en estos días campañas de difamación racista, sexista y religiosa –típicamente fascistas– que recuerdan aquellos discursos. Quizá Alejandra Barrales ni siquiera sabe qué significa rechazar la dicotomía izquierda-derecha. Lo suyo es ser jefa de Gobierno, cargo al que aspira a llegar como candidata del PAN, pues que el PRD ya no existe sino como rémora. A cambio, sí, postular como candidatos presidenciales a Rafael Moreno Valle, Ricardo Anaya, Margarita Zavala… ¿o hay otro?

Pd. La frase con que doy título a este artículo no es, como muchos creen, de Luis Echeverría, pero podría serlo: su gobierno se caracterizó por el autoritarismo, la represión, los crímenes de Estado, la corrupción, el capitalismo de cuates y la estulticia tan magníficamente pintada por Daniel Cosío Villegas en El estilo personal de gobernar… definiciones todas ellas que cuadran bien a los gobiernos de Calderón y a Peña Nieto. Si hoy hay en México echeverriístas, están en el PRI-PAN-PRD.

Twitter: @HistoriaPedro