El empate entre Saúl Canelo Álvarez y Gennady Golovkin generó debate sobre su pertinencia. Pero la polémica la disparó la tarjeta de la jueza Adalaide Byrd, quien vio ganar al pelirrojo por una diferencia abrumadora de 118-110, que generó enojo y burlas. Este lunes, la Comisión Atlética de Nevada suspendió a Byrd.

El responsable de la comisión, Bob Bennett, dijo que la jueza necesitaba un pequeño descanso, como reacción a la discusión desatada por su tarjeta con una ventaja tan amplia para el mexicano y que nadie de quienes comentaron la pelea la noche del 16 de septiembre avaló.

No la programaremos de inmediato, anunció el comisionado de Nevada; ella seguirá en el negocio, pero necesita recuperar el aliento; como en cualquier profesión, puedes tener una mala noche. Desafortunadamente no lo hizo bien. Puedo decir que ella es una guía para los jueces, pero su puntuación fue muy exagerada.

Incluso en el equipo del mexicano y su promotor, Óscar de la Hoya, reconocieron que esa puntuación era desproporcionada. El entrenador del tapatío, José Reynoso, admitió que tal calificación era un disparate.

Creo que ganamos por dos o tres puntos, dijo Chepo; no ensucia lo que sucedió en el cuadrilátero, porque dieron una gran batalla y la gente pudo constatarlo sin necesidad de jueces.

Menos condescendiente fue el entrenador Abel Sánchez, porque le resta mérito al boxeo.

Lamentablemente roba atención al boxeo el tema de la puntuación y resta la gloria que merecen los que se subieron a pelear.

El mánager mexicano Ignacio Beristáin no sólo estuvo de acuerdo con la suspensión de la jueza, sino consideró que también deberían retirarle la licencia de manera definitiva, pues esas calificaciones ponen en riesgo la legitimidad de este deporte.

Además, esa tarjeta reveló favoritismo para Canelo, ya que, a su juicio, el vencedor real fue Golovkin,

El empate fue injusto, considera Beristáin; la pelea la ganó Golovkin y eso lo saben, hay que ser honestos sin importar que uno quería que ganara el mexicano.

Beristáin no demeritó lo que hizo el jalisciense, pues lo emocionó y lo considera un gran boxeador de estilo elegante, pero confesó que se quedó esperando el estallido del tapatío.

No fue una pelea histórica, fue más bien común, evaluó Beristáin; no fue una pelea para echar cohetes.

No existió la graduación del Canelo –agregó– porque Golovkin tampoco fue ese depredador que acostumbra. Por el contrario, le pareció que esta vez el kazajo no golpeaba al pelirrojo con la furia con la que aniquila a sus adversarios.

“Si en un segundo combate vemos a Golovkin que sale a desmadrar rivales y Canelo no sólo va hacia atrás, entonces sí podremos hablar de su verdadera graduación”, concluyó.