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We Shall Not Be Moved, sobre un hecho real

Ópera aborda con mirada moderna el racismo en EU
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El contexto de la puesta es el asalto de la policía de Filadelfia a un edificio ocupado por activistas negros en mayo de 1985. Las fuerzas del orden arrojaron una bomba y mataron a 11 personas, entre ellas cinco niñosFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de septiembre de 2017, p. 6

Nueva York.

Proyecto híbrido que mezcla arte lírico y música negra contemporánea, la ópera We Shall Not Be Moved, que se estrenó ayer en Filadelfia, parte de un hecho real para aportar una mirada moderna sobre la cuestión racial en Estados Unidos.

El contexto es el asalto de la policía de Filadelfia a un edificio ocupado por activistas negros que se negaban a rendirse, en mayo de 1985.

Para recuperar el control de la situación, las fuerzas del orden arrojaron una bomba desde un helicóptero, hecho único en los anales de la historia de Estados Unidos, que provocó la muerte de 11 personas, entre ellas cinco niños.

En la ópera, cinco adolescentes ocupan uno de los inmuebles dañados por la bomba, y se relacionan con los fantasmas de los activistas desaparecidos. A medida que transcurre la obra, se enfrentan a una policía de origen hispano que ha crecido en ese barrio pero que ahora encarna el orden.

El proyecto no pretende tanto revivir el suceso como dar perspectiva al debate sobre las relaciones interraciales.

El tema no es Move, explica el poeta Marc Bamuthi Joseph, autor del guión de We Shall Not Be Moved (No nos echarán), haciendo referencia al nombre del movimiento al que pertenecían los activistas. Es Estados Unidos, aclara.

El asalto de 1985 fue el punto culminante de una crisis, pero muchos de aquellos temas están presentes hoy en nuestros intercambios, afirmó, citando la libertad de expresión, la tensión entre la gente de color, en lo esencial, y la policía, la desconfianza por la vida de la gente de color que osa expresarse.

La muerte de negros a manos de policías en años recientes ha provocado fuertes manifestaciones, a menudo violentas, y reavivado el debate sobre la tensión racional en Estados Unidos.

Pero los cinco jóvenes, uno de los cuales es transgénero, llevan también la conversación a su experiencia personal.

La banda sonora mezcla música clásica con elementos de varios géneros de música negra que van del hip hop al funk, pasando por el jazz o el R&B.

Los principales obstáculos en el plano musical fueron divertidos, recuerda Daniel Bernard Roumain, compositor de origen estadunidense y haitiano. “¿Cómo mezclar artistas que declaman con un mezzosoprano? ¿Cómo hacer cantar, mano a mano, a cantantes de R&B con expertos de ópera?

Abordé el asunto preguntándome sobre las formas de las que una palabra podía ser traída: cantada, hablada, rapeada, dijo el compositor, conocido por su capacidad de mezclar estilos musicales.

Para el director Bill T. Jones, artista proteiforme –bailarín, coreógrafo y autor–, se trata de un proyecto ambiciosamente interdisciplinario que aceptó llevar a cabo.

El otro desafío de esta obra, para la que ya no quedan entradas en ninguna de sus seis representaciones previstas en Filadelfia hasta el 24 de septiembre, era adherirse, en la medida de lo posible, al lenguaje de los jóvenes.

“¿Los jóvenes hablan así? ¿Emplean fórmulas como ‘venganza desprovista de sentido’?”, comenta divertido Marc Bamuthi Joseph, quien confiesa haber quedado a menudo impresionado por la sofisticación de la escritura de los adolescentes.

Subestimamos hasta qué punto el análisis político de los jóvenes puede estar de plena actualidad, asegura.

Tras sus comienzos en Filadelfia, en el nuevo festival de la ópera de Filadelfia O17, We Shall Not Be Moved será representada en el legendario Apollo Theater de Harlem, en Nueva York, los días 6 y 7 de octubre. Luego irá a Europa, donde actuará en el teatro Hackney Empire de Londres, del 14 al 21 de octubre.