Opinión
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TLCAN: segunda llamada

Videgaray: regresó Tattoo

México no se va; lo echan

S

i en los últimos minutos o tuitazos Donald Trump no dispuso lo contrario, hoy debe iniciar la segunda ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN), luego del rápido periplo que Tattoo Videgaray (¡el avión, el avión!) y su fiel escudero Ildefonso Guajardo realizaron a la capital estadunidense para tratar allá temas que, oficialmente, abordarían con sus contrapartes en el encuentro que –se supone– comienza hoy en la Ciudad de México.

Parece que al ex ministro del (d)año nada bien le hizo bien el viaje. De hecho, regresó a México un tanto desorientado, pues su primera declaración fue en el sentido de que nuestro país no continuará en la mesa (de negociaciones) si el energúmeno de la Casa Blanca inicia los protocolos para cancelar la participación estadunidense en el mecanismo comercial trilateral.

En apariencia, la de Videgaray se entendería como una declaración firme y hasta nacionalista, pero todo indica que el aprendiz de canciller no registra que si Trump procede en el sentido descrito, los negociadores mexicanos no tendrían que levantarse de ninguna mesa, porque en los hechos no habría qué negociar ni con quién hacerlo, al tiempo que nadie escucharía sus posicionamientos. Es decir, parece lo mismo pero no es igual: México no se retiraría del TLCAN… lo echaría el salvaje de la Casa Blanca.

Lo anterior no resulta novedoso, porque desde el inicio mismo de su gobierno, Trump fue claro: con su vecino del sur, nada, salvo rudeza; con su vecino del norte, cercanía y gracia. Y en sus siete meses de estadía en la Casa Blanca a México le pega un día sí y el siguiente también, mientras que a Canadá le envía flores de vez en vez. Ayer mismo, en conversación telefónica con Justin Trudeau, el kukluxklanteco refrendó su esperanza de llegar a un acuerdo a fines de este año… con la nación de la hoja de arce.

Ello se dio tersamente, con una enorme sonrisa, sin olvidar que el posicionamiento de Canadá siempre ha sido transparente: nuestros intereses nacionales están primero y la amistad viene después. Y ello sucedía al mismo tiempo que los agitados heraldos peñanietistas –Videgaray y Guajardo– intempestivamente viajaban a Washington, donde corrieron de oficina en oficina en su intento de calmar las aguas y apagar la furia del salvaje de la Casa Blanca. Pero no hay forma, porque el par de funcionarios mexicas insisten en aquello de socio y amigo de México.

Como en este espacio se apuntó desde enero pasado, el gobierno peñanietista ya dijo lo que no haría con la administración Trump (no habrá confrontación ni sumisión, sino todo lo contrario), pero siete meses después no ha dicho qué es lo que hará: ¿dónde enviará sus exportaciones? ¿Cómo abrirá nuevos mercados? ¿Cómo se sacudirá la brutal dependencia del mercado gringo? (80 por ciento de las exportaciones termina allá) ¿Qué va a hacer con la República maquiladora armada a gusto del patrón?, etcétera, etcétera. El punto es que se acabó el modelito y no tiene la menor idea de cuál será el siguiente paso. Y la dupla Videgaray-Guajardo lo confirma cotidianamente.

Pero bueno, en caso de que Trump lo permita, hoy debe iniciar la segunda ronda de negociaciones, que tendrá una cobertura perfecta: silenciosa cláusula de confidencialidad (cortesía del inquilino de Los Pinos) y un circo mediático de cinco pistas con otro tema en la marquesina: el quinto Informe de gobierno –así lo denominan– que ocupará (la propaganda es primero) todos los espacios mediáticos.

En vía de mientras, el agotado pero siempre optimista secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se dio tiempo para darse una vuelta por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde, ante alumnos y académicos de esa institución educativa, dijo que en materia de negociación del TLCAN ya están instaladas 25 mesas de trabajo y tenemos avances significativos en una decena de capítulos; hemos identificado los puntos de diferencia en otros 10 y hemos dejado de una manera muy especial cuatro o cinco temas de altísimo nivel de importancia y profundización de análisis debido a que las diferencias son más importantes (La Jornada, Susana González).

Según dijo el funcionario, el gobierno de México trabaja constructivamente buscando la viabilidad en la negociación de TLCAN y detalló que al término de la segunda ronda de negociaciones (próximo 5 de septiembre), se llevará a cabo una reunión ministerial entre México, Canadá y Estados Unidos para tener una idea de los avances de la primera ronda y de la segunda; no se puede descartar ningún escenario, incluida la posibilidad de que Estados Unidos deje la mesa de negociaciones, pero el país sigue avanzando en profundizar y diversificar las relaciones comerciales con otros países.

Y ya entrados en novelas rosas, el Banco de México ajustó al alza sus pronósticos de crecimiento económico para el presente año y 2018. Para 2017 incrementó el intervalo de entre 1.5-2.5 a 2-2.5 por ciento, mientras que para el próximo año lo elevó de entre 1.7-2.7 a 2-3 por ciento (La Jornada, Israel Rodríguez). Sobre este tema, el gobernador de la institución, Agustín Carstens (a quien ya se le queman las habas por irse a vivir a Suiza), aseguró que el panorama para el crecimiento económico de México parece haber mejorado respecto de lo que se percibía en el primer trimestre del año y, por si fuera poco, advirtió: Que les quede claro a los mercados, porque el Banco de México está decidido a romperle el espinazo a la inflación y traerla a 3 por ciento.

Qué buena noticia, pero en realidad no hay tal aumento, porque la estimación original (Criterios Generales de Política Económica para 2017, presentados ante el Congreso y avalados por éste) fue un crecimiento de hasta 3 por ciento en el año, y en el mejor de los casos –con la citada revisión– llegaría 2.5. Entonces, alza, lo que se llama alza, pues no.

Lo mismo con el anuncio del secretario de Hacienda de que al final de 2017 la deuda pública bajará unos 400 mil millones de pesos. Bien, pero el problema es que en lo que va del sexenio peñanietista tal débito creció 3.5 billones de pesos, de tal suerte que bajar, lo que se llama bajar, pues tampoco.

Las rebanadas del pastel

Pues nada, que la feria de los socavones en el país está a tope, lo que da puntual cuenta de la creciente calidad (léase corrupción) de la obra pública que se construye en el país. Entonces, agárrense y no se hundan.

Twitter: @cafevega