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Argentina, sin crecimiento

Emergencia alimentaria

Macri: desarrollo prófugo

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esde su llegada a la Casa Rosada, Mauricio Macri no ha hecho mayor cosa que recrudecer el ambiente social en Argentina, donde ayer distintas organizaciones sociales y laborales tomaron las calles de Buenos Aires para exigir la declaratoria de emergencia alimentaria, la plena aplicación de la Ley de Emergencia Social y, desde luego, el cambio de la política económica, pues la del actual mandatario sólo enriquece a los más ricos y empobrece a los de siempre, algo, por lo demás, que se registra en toda América Latina.

Emergencia alimentaria en una nación que algún día fue calificada de granero de la región. Se estima que ayer más de 200 mil personas se manifestaron por la calles de Buenos Aires, y contando. En los 20 meses que lleva Macri en la residencia oficial de aquel país si algo ha brillado, pero por su ausencia, es el crecimiento económico y el desarrollo social.

¿Cómo va la economía argentina, con el empresario a la cabeza? En 2016 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó una caída de -2.2 en el producto interno bruto, y en 2017 –en el mejor de los casos– la cifra sería positiva en 2 por ciento, con lo que el promedio anual en ese periodo sería negativo (-1 por ciento), y descontando.

El organismo especializado que se cita líneas arriba ofrece un paseo temático para la nación sudamericana, cuya población simplemente exige comida. Así de sencillo. Va, pues.

La economía argentina se contrajo 2.2 por ciento en 2016 por los efectos de la devaluación de finales de 2015 (autorizada por Macri), la aplicación de una política monetaria restrictiva y la recesión en Brasil, que afectó negativamente a las exportaciones. Algunas reformas introducidas por el gobierno que asumió en diciembre de 2015, como la eliminación o la reducción de los derechos de exportación, en particular de las materias primas alimentarias (en la que participa –¡sorpresa!– el propio Macri) , o la mayor apertura comercial, instrumentadas como parte de una estrategia de largo plazo de alinear la estructura de precios relativos de la economía con sus ventajas comparativas, asociadas a la explotación agropecuaria, operaron en el mismo sentido contractivo.

En el primer caso por su impacto en la inflación y en el segundo por su impacto en el empleo de la industria manufacturera. La expansión del sistema de protección social que llevó a cabo el nuevo gobierno (con medidas como la ampliación de los beneficiarios de la asignación universal por hijo, el aumento de los haberes jubilatorios o la extensión de beneficios para los receptores de programas sociales) no llegó a compensar el impacto de la caída de los salarios reales en el consumo privado, que disminuyó 1.4 por ciento, y constituyó, por su peso en la demanda agregada, el principal factor explicativo de la caída del nivel de actividad en 2016.

El déficit fiscal aumentó en 2016 y llegó a 4.5 por ciento del PIB. El incremento se debió a la reducción de los ingresos públicos (-10 por ciento en términos reales), resultado de una menor presión tributaria y de la caída del nivel de actividad. La reducción del gasto público primario (-2.1 por ciento en términos reales) se debió, principalmente, a la caída de la inversión pública y tuvo, en el margen, un efecto contractivo.

El déficit fiscal se financió, en su mayor parte, con emisión de deuda en moneda extranjera. El acceso a los mercados internacionales de crédito tras un período prolongado de exclusión prácticamente total se reabrió a consecuencia de la resolución del conflicto con los acreedores que no habían aceptado la restructuración de la deuda, la desregulación del mercado de cambios y la liberalización de los flujos internacionales de capital.

El principal medio para contener el aumento del déficit fiscal fue la reducción de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. Por su impacto en los precios al consumidor, dicha reducción también contribuyó a aumentar la inflación, que pasó de un promedio anual de 26.5 por ciento en 2015 a 41 por ciento en 2016. La aceleración de la inflación, en combinación con los ingresos de divisas asociados a las necesidades de financiamiento público (del gobierno nacional y de las provincias) y las elevadas tasas de interés, tendió a apreciar el peso argentino durante 2016, lo que tuvo un impacto negativo en los sectores transables no tradicionales, en particular, la industria manufacturera.

En el primer trimestre de 2017 el PIB creció 0.3 por ciento respecto del mismo periodo del año anterior y 1.1 por ciento en comparación con el trimestre anterior en su versión desestacionalizada. El aumento de la inversión pública fue el principal factor expansivo. Para 2017 se prevé un crecimiento del PIB de 2 por ciento, a consecuencia del sostenimiento del impulso de la inversión pública y una expansión moderada de la inversión privada y de las exportaciones. No se espera que el consumo constituya un factor de expansión importante.

Ante la reducción de los ingresos públicos derivada de la rebaja de impuestos y la contracción de la actividad, se adoptaron medidas destinadas a mejorar el resultado fiscal por el lado del gasto, como el ajuste (aumento) de las tarifas de la energía y el transporte. Dicho ajuste no llegó a compensar la merma de los ingresos, por lo que el déficit fiscal aumentó y se financió principalmente con endeudamiento externo.

En 2016 el índice de precios al consumidor aumentó 41 por ciento en el promedio anual. Los incrementos mayores se observaron durante el primer semestre, cuando el promedio de la inflación mensual llegó a 4.1 por ciento, y estuvieron asociados al alza del tipo de cambio nominal, la eliminación o reducción de los derechos de exportación y el aumento de las tarifas de los servicios públicos.

En el primer cuatrimestre de 2017 la dinámica del índice de precios registró de nuevo un incremento, que se explica por el aumento de los precios regulados (principalmente de los servicios públicos, los peajes, las cuotas escolares y los servicios de medicina prepaga). Se espera que, de mantenerse la estabilidad cambiaria y no producirse nuevos ajustes de tarifas de servicios públicos, la dinámica de precios se reduzca en la segunda mitad de 2017.

Las rebanadas del pastel

Cualquier parecido con México no es mera coincidencia, porque el gobierno de allá y el de acá abrevan en la misma fuente, ergo, reportan resultados similares.

Twitter: @cafevega