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Académicos, amigos y familiares rinden tributo a la notable historiadora del arte

Ida Rodríguez Prampolini está y es de todos los mexicanos

Mi abuela no es para que la gocen sólo los intelectuales, sino para los necesitados de saber, dice Christián Goeritz

Llevará tiempo caracterizar a una mujer irrepetible de la cultura: González Mello

Enseñó que historia, ética y estética son indisociables en nuestras vidas, define investigadora

Foto
La efigie de Ida Rodríguez Prampolini, flanqueada por sus nietos Andrea y Christián Goeritz Álvarez, y su hijo Daniel Goeritz Rodríguez, así como la esposa de éste, Virginia Murrieta, el viernes en el Instituto Veracruzano de la Cultura, en el puerto de VeracruzFoto Eirinet Gómez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 6 de agosto de 2017, p. 2

Xalapa, Ver.

En el homenaje que el viernes se rindió a Ida Rodríguez Prampolini, Christián Goeritz Álvarez, nieto de la historiadora del arte, expresó: “Ida no está allí para que la gocen unos cuantos académicos o historiadores del arte, está y es para todos los mexicanos que desean hacer preguntas –ingenuas o no– sobre el aspecto artístico e histórico de su entorno, para sus necesidades de saber”.

Esa alocución cerró un acto íntimo en memoria de la investigadora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) efectuado el viernes en la sede del Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), fundado en el puerto de Veracruz por la académica, quien falleció el pasado 26 de julio.

Familiares y amigos se reunieron en un lugar donde ella jugaba en su niñez, cuando era un hospital. Ahí reconocieron su vida de docente, visionaria en ideas, madre y abuela.

Enrique Márquez Almazán, director del Ivec, abrió el acto in memoriam y dijo que la institución a su cargo está de luto por el deceso de Rodríguez Prampolini. “Sin embargo, continuamos con la honrosa y noble tarea que significa nuestro compromiso con la sociedad veracruzana.

“Seguiremos abonando al engrandecimiento del legado cultural y artístico que Veracruz tiene para México; ese será el mejor homenaje para la doctora Ida Rodríguez Prampolini.

“Reconozco la labor –prosiguió el titular del Ivec– de las 121 casas de cultura cuyo nacimiento se remota a la idea original concebida por la doctora Prampolini. Gracias por su esfuerzo, por posibilitar la circulación de esquemas culturales que generan impacto comunitario.”

Nada cuesta más que placer y belleza

Renato González Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, de la cual la homenajeada era investigadora emérita, dijo que la caracterización de Ida Rodríguez Prampolini como intelectual es una tarea que requerirá tiempo, y la del personaje carismático, intensa, irrepetible de la cultura mexicana, deben hacerla sus amigos.

Elvia Espinosa López, investigadora del IIE, ex alumna, amiga y colega de Rodríguez Prampolini, dijo que sin ella “en México no hubiéramos entendido que historia, ética y estética son indisociables en la iluminación de nuestras vidas y de las entretelas existenciales, conceptuales y teóricas del llamado arte contemporáneo.

“Creía en una educación fundada en la intuición, la libre relación de elementos que apoyen a la inteligencia en la resolución de un problema social o teórico, el estudio de una realidad, el apoyo y valoración de la educación indígena, el derribamiento de esa ficción de clase que defiende la existencia de un arte culto y un arte popular.

“No extraña que a la intelectual veracruzana que nos formó le hayamos oído decir: ‘Si los pobres hicieran las leyes, no habría ricos’, del poeta Roque Dalton, y de su cosecha: ‘Nada cuesta más que el placer y la belleza’.”

Luz Fernández de Alba, en representación de José Carreño Carlón, director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), se refirió a la homenajeada como su querida amiga y contó que un día vino a visitarla y pernoctó en su casa-barco de Villas Palmira. Chacha le pidió que la acompañara a comprar un cuadro. Como la destacadísima historiadora y crítica de arte que es, pensó que sólo quería su compañía para compartir el gusto que le daba adquirir una pintura.

Al llegar a una tienda de antigüedades en el centro de Veracruz, el vendedor –que hablaba un español ininteligible– les mostró un cuadro de más de un metro de ancho por uno y medio de alto, donde una joven indígena se trenzaba el cabello al salir del baño.

“Chacha no necesitaba ninguna explicación. Ella sabía lo que estaba comprando. Reconoció la firma del artista y con gran sencillez le dijo que había traído la cantidad acordada, en pesos mexicanos, como él se lo había pedido.”

Un ayudante del vendedor puso el cuadro envuelto en una camioneta blanca y lo envío a la casa de Chelo, hermana de Ida Rodríguez Prampolini, quien vivía en el puerto de Veracruz.

En mi casa junto al mar, se echaría a perder, dijo Ida y abrazó a Fernández de Alba.

Cultivadora del diálogo fructífero

Por la familia de la homenajeada habló Christián Goeritz Álvarez, su nieto, quien la definió como “académica, trabajadora, visionaria en ideas, comprometida socialmente, cultivadora donde podía de la amistad y el diálogo fructífero.

“Nuestra familia no sólo tuvo la fortuna –como muchos otros– de que Ida haya impactado y transformado nuestras vidas, sino el privilegio de que fuera además de lo que es para todos los demás, una madre, una abuela, una tía, un ser querido que recordamos con especial cariño.”

Daniel Goeritz Álvarez pidió: No recordemos a Ida como algo pasado, recordémosla como la crítica e investigadora siempre actual, como la impulsora del arte de vanguardia y de la cultura artística en su ciudad natal y en el país. Como colega, mentora, maestra, de las que cualquiera en las artes y en las humanidades aún tiene mucho que aprender.