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Geney Beltrán hizo la selección y prólogo de Estío y otros cuentos, antología de la narradora

Inés Arredondo dejó una obra perturbadora y desafiante

Cada relato es una experiencia profunda que vive el lector, porque lo confronta con una vulnerabilidad posible de todos nosotros, explica el escritor en entrevista con La Jornada

Por qué no tiene más lectores, por qué no está entre los autores que son leídos en preparatoria, inquiere

 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de julio de 2017, p. 2

En la discusión sobre literatura mexicana, en particular acerca del cuento, no se trata de repartir medallas como en una Olimpiada, pero si hubiera que hacerlo la de oro sería para Inés Arredondo, expresa el ensayista, escritor y crítico literario Geney Beltrán Félix, quien hizo la selección y prólogo de Estío y otros cuentos, antología de los relatos breves que la escritora mexicana publicó en apenas tres libros: La señal, Río subterráneo y Los espejos.

–¿Cuáles serían las cinco palabras con las que definiría la obra de Arredondo?

–Profunda, intensa, perturbadora, incómoda y desafiante. Para definirla a ella creo que estaría de acuerdo con Eduardo Antonio Parra, quien en una mesa durante la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería dijo que Inés Arredondo es el más grande cuentista mexicano de todos los tiempos.

Relatos como La señal, La sunamita, Olga, Estío y Las palabras silenciosas son perfectos y ahí sí es un terreno donde uno se pregunta por qué no tiene más lectores, por qué sigue siendo una autora sólo conocida por escritores, académicos, promotores pero no ha llegado a ese nivel donde están los autores que son leídos en preparatoria.

“Así como los chicos tienen que leer El llano en llamas, Las batallas en el desierto, creo que Inés Arredondo tendría que estar ahí no sólo por la estatura de su obra, sino porque puede establecer ese pacto con los lectores jóvenes. El año próximo se cumplirán 90 años de su nacimiento, entonces como este es el país de las efemérides puede servir para que se ponga más en circulación.

“Creo –añade– que el formato de esta antología es amigable para lectores nuevos, porque sí hay una confianza en que la criba que hizo el especialista está bien hecha.” Publicada por Océano en su serie Hotel de las letras, esta antología recoge 16 de los casi 40 cuentos que publicó Arredondo (Culiacán 1928-Ciudad de México, 1989).

Era difícil hacer una selección porque la propia Inés fue muy exigente con su escritura. Sólo publicó tres libros de cuentos, uno por década, y se trataba de elegir de entre textos muy buenos aquellos que fueran extraordinarios. Sí hubo una intención de entrar en la mente de la escritora y pensar cómo habría hecho una criba si le hubieran encargado elegir esos 15 o 16 cuentos.

En este trabajo de selección, explica Geney Beltrán en entrevista con La Jornada, traté de especular sobre los razonamientos que ella tenía a la hora de escribir, de corregir, de armar, sus colecciones. Por un lado está una idea del cuento como un espacio reducido, compacto, donde hay una lógica de la resta, del pulimento.

–Es una autora en la que los personajes femeninos tienen el mismo peso que los masculinos.

–Exacto. Desde el punto de vista temático es una autora de mentalidad andrógina, así que lo que uniría su cuentística, lo que vincularía por encima de la identidad de los personajes, es la búsqueda de explorar la vida interior, desmenuzar el horizonte de las emociones y las pasiones de los personajes.

“La suya es una cuentística que se escribe de puertas adentro, que tiene un cariz sicológico de conocimiento, de motivaciones sicológicas de los personajes, y de las repercusiones que hay en su mundo interior a partir de uno de los grandes asuntos que es la de los vínculos amorosos rotos, fracturados, y que dan pie al conocimiento, a la experiencia de los celos, del rencor, de la crueldad, del despecho, del desamor, y esa vulnerabilidad tan grande a la cual se enfrentan sus personajes a partir de una situación de ruptura de los afectos tiene unas repercusiones sísmicas en toda su existencia. Está abriendo la posibilidad de hablar de algo mucho más amplio que es esa sociedad en la cual hombres y mujeres se relacionan, de forma catastrófica casi siempre.

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La aportación de Inés Arredondo es muy importante al abrir las puertas y las ventanas del horizonte íntimo, familiar, amoroso, expresa Geney Beltrán FélixFoto Yazmín Ortega Cortés

Creo que es muy importante la aportación de Inés Arredondo al abrir las puertas y las ventanas del horizonte íntimo, familiar, amoroso, con una prosa muy puntillosa, muy precisa, parece que no le sobra ni un solo adjetivo.

Reivindicar los valores de la sensibilidad y la imaginación

–Podríamos decir que a Inés Arredondo no le sobra ni le falta ninguna emoción.

–Lo que ocurre con Inés es que ciertamente maneja la alusión o el sobrentendido, la sugerencia, de tal manera que no dice explícitamente todo, pero lo que dice –dentro de lo que es la representación de las emociones de los personajes– es muy contundente. Cada cuento es una experiencia intensa, profunda, que vive el lector, porque lo confronta con una vulnerabilidad posible de todos nosotros.

“Esa importancia que le da al mundo de las emociones, de las pasiones, es lo que también le da gran universalidad más allá del horizonte de su época, los años 60 del siglo pasado, cuando se empieza a dar a conocer o de la sociedad mexicana en la cual se mueven sus personajes; por la necesidad que tiene cualquier persona de la estabilidad emocional, de que haya una certidumbre en ese mundo de los lazos afectivos, y en los cuentos de Inés usualmente se retratan situaciones de ruptura y de pérdida de esos lazos.

En ella hay una conciencia de la otredad en la forma en la que sus personajes hablan de su mundo. Esto, creo, sí es propio de una notable sensibilidad literaria, no creo que sea algo que se aprenda en los talleres, no creo que es algo que ella le deba a sus compañeros de generación ni nada por el estilo, y esa sensibilidad también fue un látigo muy presente en su vida que la llevaba a publicar poco y a imbricarse emocionalmente en lo que escribía.

–Además, pedía que no la consideraran escritora, en femenino, sino escritor.

–Hace poco en la FIL de Minería en una mesa sobre cuento Eduardo Antonio Parra dijo que el más grande cuentista mexicano de todos los tiempos es Inés Arredondo. Y es cierto que ella tenía esa visión, pero yo creo que hay varios indicios en su obra que sí admitirían una lectura feminista, es decir, las intenciones de los autores luego terminan yéndose por la borda, en el panorama de la evolución de la literatura mexicana creo que son Elena Garro e Inés Arredondo las dos escritoras que logran mostrar con profundidad la importancia de la vida emocional de esta situación de puertas adentro.

“Lo que pasa es que a partir de los años 20 del siglo pasado sí se instaura en la cultura mexicana una expectativa del tratamiento de asuntos políticos y sociales como si fuera obligatorio el compromiso explícito, con una crítica política.

“Inés lo que hace es demostrar que lo personal es político también por la forma como en varios de sus textos se plantea la relación desigual entre mujeres y hombres, pero tiene la intención de hacerlo con una visión mucho más amplia que no signifique tomar un partido explícito por la situación de las mujeres en demérito de la posibilidad de retratar más orgánicamente también a los personajes varones.

Ella abrió camino a muchas situaciones posteriores que de otra manera sería difícil explicar o entender y esto creo que sí hay una posibilidad de reivindicar los valores de la sensibilidad y la imaginación aplicados a temas antes considerados menores o de menor interés social.