Sociedad y Justicia
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Precariedad, condición que distingue a ese sector en el país: UAM

En pobreza material y simbólica, uno de cada 3 jóvenes en México y AL
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de julio de 2017, p. 32

Los jóvenes en México y el resto de América Latina viven una situación precaria, tanto en el ámbito material como en el simbólico, pues uno de cada tres es pobre, señaló Alfredo Nateras Domínguez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante su participación en el seminario divisional de ciencias sociales y humanidades La desigualdad social en México: desafíos y acciones transformadoras, sostuvo que por lo anterior es relevante entender los procesos que han llevado a las juventudes a enfrentar la precariedad para modificar su condición social.

La juventud, dijo, es un actor protagónico en la escena social, pues de acuerdo con los datos más recientes del Consejo Nacional de Población (Conapo), hay más de 120 millones de mexicanos, de los cuales 36.3 millones tienen entre 12 y 29 años de edad.

Antropólogos, sociólogos y sicólogos coinciden en que la precariedad es la característica que distingue la condición juvenil en México, lo que implica la pauperización cada vez más marcada de ese segmento de la clase media, empobrecida al ritmo en que lo hace el país.

En la conferencia del por qué de la precariedad y las juventudes, realizada en la Unidad Iztapalapa, el doctor en ciencias antropológicas afirmó que la configuración de la familia tradicional está desdibujada o mutando en forma vertiginosa, pues en ese núcleo empieza la experiencia de la violencia, que no es algo que se hereda ni se trae en los genes, sino se aprende al observarla y padecerla.

Si niños y jóvenes son violentados en el seno familiar, tendrán más posibilidades sociales y culturales de reproducir ese fenómeno en sus vínculos afectivos y sociales, explicó el docente del departamento de sociología de la UAM.

Nateras Domínguez sostuvo que las condiciones laborales son para ese sector las más desfavorables, ya que algunos enfrentan el dilema de cómo hacer para seguir estudiando y trabajar a la vez.

Los jóvenes más pauperizados participan en las redes del crimen organizado para adquirir prestigio y un lugar social que el Estado y sus instituciones ya no les brindan. Además, determinadas prácticas sociales, como su participación en actividades de protesta e inclusión en movimientos sociales, son criminalizadas.

Por su condición de pobres o por sus prácticas culturales, con frecuencia son señalados como delincuentes, y regularmente los discursos institucionales marcan que el ser joven es sinónimo de violencia.