Opinión
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Penultimátum

Francisco vs pederastia clerical

E

n sus últimas apariciones públicas se le ve cansado, como si el peso de tantos problemas y desengaños le impidieran ser el de siempre: lleno de vitalidad a sus 80 años de edad. Quizá por eso resolvió suspender todas sus actividades y audiencias públicas durante este mes.

Hay suficientes motivos para que el Papa no sea el de antes. Aunque logró conformar un colegio cardenalicio más plural y con menos influencia del clan italiano, y dispuesto a seguir algunas de sus reformas, existen dentro del Vaticano fuerzas que se oponen a ellas.

Una de las reformas más importantes es la condena enérgica y la cero tolerancia que Francisco proclamó contra la pederastia del clero. Para ello reformó el código penal para ampliar y definir los delitos contra menores y creó una comisión encargada de prevenirla y dar atención pastoral a las víctimas. La conformaron el sacerdote y teólogo argentino Humberto Miguel Yáñez Molina, dos víctimas de abusos sexuales: la irlandesa Marie Collins y Peter Sanders, la francesa Catherine Bonnet; la siquiatra británica Sheila Hollins; el profesor de derecho canónico Claudio Papale, el sacerdote y teólogo alemán Hans Zollner y la polaca Hanna Suchocka, ex primera ministra de su país y conocida por sus numerosos ensayos sobre derechos humanos.

Pero en febrero pasado los problemas de dicha comisión se hicieron públicos cuando el Papa decidió discretamente, suavizar las sanciones a un puñado de clérigos pedófilos. La noticia cayó mal entre las víctimas. Renunciaron a la comisión Marie Collins y Peter Sanders.

Y hace una semana vino otro golpe demoledor a la política antipederasta papal: el cardenal australiano George Pell, el súper ministro de finanzas del Vaticano tuvo que dejar su cargo para responder ante la justicia de su país acusado de presuntos abusos sexuales contra menores. Son más de 4 mil los casos denunciados en Australia entre 1980 y 202. Se acusa a Pell de encubrir los cometidos en una escuela de la ciudad de Ballard, considerada el paraíso de pederastas, que contaron con la complicidad de la Iglesia, la feligresía católica y las autoridades. Pell alega que es inocente.

Y casi al mismo tiempo, el Papa retiró como responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el antiguo Santo Oficio) al cardenal alemán Gerhard Müller, ultraconservador y enemigo de las reformas de Francisco.

Aunque el Papa denunció como ninguno de sus predecesores el delito de la pederastia clerical y ha escuchado a varias víctimas de ella, continúa sin lograr romper la poderosa red que la protege y tolera en el Vaticano y se extiende a la jeraquía eclesial de muchos países. Además, se extraña la falta de un apoyo efectivo de los más de mil millones de católicos a las reformas emprendidas por Francisco.