Opinión
Ver día anteriorJueves 6 de julio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Jazz

The Jazz Foundation

E

l primer coctel es a base de asombros y buen humor. Al final de una angosta escalera te enfrentas a un espacio amplio y refrescante (algo no muy común en los clubes de jazz), donde una veintena de mesas empieza a ser insuficiente para los que siguen llegando al festejo. Al fondo han olvidado construir una cuarta pared, y en su lugar, un enorme balcón permite que el mar y su obstinado vaivén sean parte del decorado.

Es The Jazz Foundation, club enclavado en pleno malecón de Puerto Vallarta, que el pasado 12 de junio estuvo festejando su segundo aniversario con casa llena, con un homenaje póstumo a Fernando Toussaint (padrino del lugar) y con tres intensos días de conciertos, a cargo de la Big Band Pata Salada, tributo a Benny Goodman, a cargo de un sexteto de swing con bailarines incluidos y dos sorprendentes sets de Gerry López y su No Trío.

Gerry se mostró nuevamente como uno de los músicos más grandes y propositivos que ha parido este país (La Jornada 8/10/10), ratificando su entrega, su pasión en cada uno de los compases con que arma su discurso, y que a su veinteañera edad ha logrado una madurez conceptual sólo equiparable a la desbordada imaginería y a la técnica inmaculada con que pulsa el saxofón; sin olvidar que lo inmaculado en esto del jazz permite (exige) que las líneas y los patrones repten y se arrastren y se estrellen entre sí para armar y desarmar cualquier tema.

El artífice y responsable de todo esto es Jorge Dau, propietario y director artístico del club. Su mirada franca y apacible contrasta con la vivacidad con que aplaude los solos de Gerry López o con la inmediatez con que dirige La Fundación del Jazz. Después de estudiar Relaciones Internacionales en Guadalajara –su tierra natal–, decide emigrar a Puerto Vallarta y dedicarse al turismo como gerente de un hotel.

“Hasta que hace dos años creé este concepto de The Jazz Foundation –comenta mientras nos sirven agua de pepino–, y es a esto a lo que me dedico completamente en la actualidad. Decidí hacerlo porque creo en la música como elemento curativo para la sociedad, que propicia la transformación positiva.

“Al llegar a Vallarta vi muchas carencias en este puerto, y pensando en cómo hacer de éste un mejor lugar para vivir y para visitar… pensé en un festival de jazz, y fue entonces que me acerqué al mejor que estaba ocurriendo en el país, que es el de la Riviera Maya, e inicié una relación amistosa con Fernando Toussaint, con la intención de que me ayudara a entender cómo se hacía un festival, y él se ofreció a traer todo su conocimiento y experiencia a Vallarta para hacer la producción. Pero las autoridades no quisieron apoyarnos, y entonces le propuse a Fernando que fuera el padrino de The Jazz Foundation, que me ayudara a generar un público que hiciera la demanda.”

Le pregunto entonces cuál ha sido el papel de Erik Montenegro en este proyecto, pues fue por el maestro Montenegro que yo me había enterado de su existencia. Erik nos ayudó ampliamente como nuestro representante en la Ciudad de México ante las bandas y con los medios; Blackhill Media ya estaba muy bien posicionado y por conducto de ellos hicimos la contratación de los primeros artistas de fuera que se presentaron en The Jazz Foundation. El primer concierto fue de Andrea Básef con su proyecto de bolero jazz, que estaba musicalizado por Alex Mercado, y vino Agustín Bernal en el contrabajo y Jorge Servín en la batería. Fue un concierto muy agradable. Lo pensamos así para abrir las puertas, porque en Vallarta el bolero tiene muy buen público y la conexión con el jazz era obvia.

Abrir un club de jazz en cualquier parte del planeta es en sí mismo un acto tan temerario como heroico, pero Jorge Dau, con el ánima y el ánimo puestos ciento por ciento al servicio de la fundación, ha logrado que después de dos años aquél goce de buena salud y que su nombre y su fama recorran los diferentes circuitos del género en el país, llegando músicos de todas partes.

“Le he dicho a los músicos que este escenario tiene tres principios para que se hagan cosas en él –continúa Dau–, que la música… que el acto artístico sea honesto, auténtico, original y conmovedor. Eso es todo. Eso es lo que le pedimos a la gente cuando sube al escenario. Esa es la parte de la conceptualización que nunca cambiaría.”

Salud.