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Llegan de Italia restos óseos de San Nicolás

La Iglesia ortodoxa rusa, con gran oportunidad para mostrar su influencia
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de mayo de 2017, p. 30

Moscú.

La Iglesia Ortodoxa Rusa -instancia que vigila el cumplimiento de la doctrina y marca las pautas que deben seguir los creyentes de la religión mayoritaria en este país, así como ejerce de fiel aliada de las autoridades políticas de Rusia- tiene una magnífica oportunidad para mostrar, con un impresionante baño de masas, la influencia que ejerce en esta sociedad, de modo creciente cada vez más.

Desde ayer -hasta el 12 de julio en Moscú y el 28 de julio en San Petersburgo-, decenas de miles de personas, cual posesos beatos que compiten por situarse en primera fila para obtener un prometido milagro, se forman cada madrugada frente a la Catedral de Cristo Redentor, principal templo ortodoxo de esta capital, para poder estar entre los afortunados que puedan tocar el cofre que contiene... un hueso.

Pero no es cualquier hueso. Traído, en vuelo especial de un avión fletado para la ocasión, desde la ciudad de Bari, Italia, de donde no había salido en 930 años, se le atribuyen propiedades milagrosas por pertenecer a San Nicolás, idolatrado aquí como protector oficial de Rusia, Grecia y Turquía, así como por curar enfermedades graves, cuidar de los niños y ser origen del mito de Santa Claus o Papá Noel, entre otras virtudes.

La fila kilométrica -en sentido literal y no como simple metáfora- se forma cada mañana para rendir pleitesía, con auténtico fervor, a una sola costilla del santo y esperar que, después de tocar y besar el cofre, se cumpla el deseo pedido.

Acordado en el histórico encuentro que, tras mil años de cisma, por primera vez mantuvieron en La Habana, el 12 de febrero de 2016, el católico papa Francisco y el ortodoxo patriarca Kiril, los restos del santo llegaron desde Italia a tierra rusa para beneplácito de los jerarcas ortodoxos.

No sólo, ciertamente. También para satisfacción de los políticos rusos ansiosos de llenar el vacío que dejó el marxismo-leninismo como ideología oficial del Estado y para veneración de los creyentes, necesitados de creer en cualquier cosa y mejor si ésta, en los actuales tiempos difíciles, promete un milagro.

Es la tercera vez que los ortodoxos rusos reciben, en préstamo, una adorada reliquia, después del Manto de la Virgen, que en 2011 llegó desde un monasterio en Afon, Grecia, y de los supuestos regalos de la Reyes Magos en 2014, desde ahí mismo.

Después de 20 años de infructuosas negociaciones, con participación de magnates dispuestos a financiar, según se comenta, cualquier cosa que pudiera poner fin a las controversias, hay que destacar que se trata de la primera vez que una reliquia tan querida por los ortodoxos llega de manos de la Iglesia católica.

Sin embargo, en medio de todo el alboroto armado por la Iglesia Ortodoxa Rusa, llama la atención que, tanto en otros templos de Moscú como en el monasterio de Serguiyev-Posad -suerte de Vaticano ortodoxo ruso, sería justo denominarlo así-, hay expuestas de manera permanente reliquias con restos, otros huesos, atribuidos a San Nicolás, sin que haya aglomeraciones de fervientes creyentes.

Que cada quien saque sus conclusiones y, como dijo Santo Tomás, ver para creer: sólo han pasado 25 años del colapso de la Unión Soviética y los herederos de la ideología comunista -ateos, se decían- ahora hacen cola para venerar la costilla de un santo, que por ironías del destino estaba en el lado izquierdo de su cuerpo.