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Crimen contra la libertad

Las cifras sitúan al país como uno de los más peligrosos para ejercer esta actividad

Desde la declaración de guerra al narco, al menos 126 periodistas han sido asesinados
 
Periódico La Jornada
Martes 16 de mayo de 2017, p. 6

Con la declaración de guerra contra el narcotráfico, iniciada en el gobierno de Felipe Calderón y continuada en el de Enrique Peña Nieto, el número de asesinatos y agresiones contra periodistas se ha triplicado en el país, al pasar de 20 homicidios entre 2000 y 2005, a 61 de 2011 a la fecha.

Tan sólo en el presente año son seis los comunicadores muertos de manera violenta, según se desprende de las cifras actualizadas de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). En total, son 126 periodistas los asesinados desde 2000.

Estos números, que coinciden en términos generales con información de organizaciones de la sociedad civil y del gremio periodístico del país y extranjero, colocan a México como uno de los países más peligrosos del mundo para el periodismo, profesión que también se ejerce en medio de la impunidad que permite a los grupos criminales, con autoridades corruptas y coludidas con el crimen organizado, silenciar a voces críticas.

Junto con el número de homicidios contra periodistas, el organismo nacional registra 20 casos de comunicadores desaparecidos desde 2005, y 51 atentados contra medios de comunicación desde 2006.

De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras y el Comité de Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) en 2016 México fue el tercer país con el número más elevado de muertes de periodistas en el mundo, superado únicamente por Siria y Afganistán, con 11 asesinatos.

Sin embargo, en 2009 y 2012 se reportó el número de periodistas asesinados en un año, con 12 casos cada uno. En 2006 y 2008 fueron 10 en cada uno de ellos. Y hay otros tres años, en la década reciente, en los cuales se reportan nueve homicidios.

La mayoría de estos casos no han sido debidamente aclarados ni los responsables sancionados. Trece de los homicidios registrados desde 2005 han sido contra mujeres, lo que equivale a 10.4 por ciento del total de casos, porcentaje que si bien podría parecer poco significativo, es en realidad una cifra que se debe dimensionar adecuadamente y tomar en cuenta que el número de mujeres periodistas es menor que el de los hombres, señaló la CNDH en su informe anual 2016.

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Muchos escriben sobre el crimen organizado, pero pocos como lo hizo Javier Valdez, señaló la BBCFoto La Jornada Maya

Edgar Corzo, quinto visitador general del organismo nacional, señala que las cinco entidades que concentran el mayor número de homicidios de comunicadores son Veracruz, con 20; Oaxaca, 15, y Chihuahua, Tamaulipas y Guerrero con 14 asesinatos cada uno.

El primer homicidio de esta larga lista de 126 periodistas muertos desde 2000 inicia con Luis Roberto Jiménez González, de la revista Multicosas, quien fue abatido a balazos en Reynosa, Tamaulipas. El sospechoso del asesinato, de nombre Óscar Jiménez González, fue detenido y después desapareció misteriosamente.

Al homicidio de Javier Valdez le anteceden, en unos cuantos meses, el de cinco periodistas que han sido victimados: Cecilio Pineda Brito, el 2 de marzo en Guerrero, quien laborana en el diario La Voz de Tierra Caliente; Ricardo Monlui, el 19 de marzo, colaborador de El Político y El Sol de Córdoba, en Veracruz; el 23 del mismo mes, Miroslava Breach Velducea, corresponsal de La Jornada en Chihuahua; Maximino Rodríguez, el 14 de abril, quien laboraba en el Colectivo Pericú, en La Paz, Baja California, y Juan José Roldán, ultimado el 17 de abril, quien era reportero de televisión en Tlaxcala.

El Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores señaló que a estos hechos se suma un ambiente insostenible de violencia contra el gremio periodístico a lo largo y ancho del país, a través de vejaciones como la que sufrieron el pasado fin de semana siete colegas de medios locales, nacionales e internacionales en Guerrero, quienes fueron interceptados el sábado por la tarde por hombres armados en la carretera Iguala-Ciudad Altamirano, a la altura del municipio de Acapetlahuaya, en la zona norte de esa entidad. Entre ellos estaban Sergio Ocampo y Jair Cabrera, corresponsal y colaborador de este diario, respectivamente.