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El festival de la deuda macrista
C

on la llegada del macrismo al gobierno, el endeudamiento del Estado cambió drásticamente. Si hasta el momento y durante la etapa kirchnerista se había producido un marcada disminución y cambio de composición de la deuda pública argentina (en lo que a moneda se refiere y por su reducción como porcentaje del PIB) en el marco de un fuerte proceso de control de capitales, el macrismo rompe este esquema y abre drásticamente la cuenta capital. El resultado hasta el momento ha sido un importante aumento del stock de deuda en dólares, modificación de la composición de dicha deuda (pesos vs. dólares) y un incremento de su participación en relación al PIB. Esta deuda impide tener bases de sustentabilidad para el repago de la deuda, generando problemas a futuro para cualquier intento de política económica que busque un desarrollo económico propio.

El macrismo inicia su gobierno devaluando la moneda en 41 por ciento y levantando el cepo al dólar. A poco de andar, elimina los controles a la entrada y salida de capitales, atenúa las restricciones a las importaciones (en sectores sensibles como los textiles y calzados) y abona a los fondos buitres el total reclamado. En otro orden, el gobierno baja las retenciones agropecuarias y mineras, aumenta las tarifas de los servicios públicos, impone un tope al techo de la negociación paritaria salarial y sube drásticamente las tasas de interés, entre otras medidas, las cuales redundan en una caída del salario real de 10 por ciento promedio. En definitiva, una política de fuerte transferencia de ingresos desde los sectores populares a los grupos concentrados.

En el centro de la política económica, el gobierno coloca el control salarial y la flexibilización laboral, la baja de la inflación vía aumento de tasa de interés, el aumento de las tarifas de los servicios públicos y el endeudamiento externo (para financiar el gasto corriente, la fuga de capitales y el déficit de cuenta corriente). Estas acciones obstaculizan la reactivación económica y la economía no para de caer, sea en términos de empleo, actividad industrial, consumo y/o salarios. Pero las recetas económicas del gobierno siguen siendo las mismas. Bajo este marco, la deuda en dólares aumenta considerablemente desde diciembre de 2015 hasta la fecha.

Si consideramos la deuda pública federal (sin provincias ni sector privado) el aumento durante 2016 fue de 54.9 mmdd. Pero si miramos la deuda total comprometida durante los primeros 14 meses de gestión, asciende a 77.6 mmdd, 15 por ciento del PIB, según los datos del Observatorio de la Deuda de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), colocando al país como uno de los mayores tomadores de deuda del mundo durante 2016. Este número surge de la suma del conjunto de emisiones de bonos del Tesoro Nacional, las provincias y el sector corporativo, tanto en moneda local como extranjera. Pese a que desde 2011 la deuda venía aumentando, durante 2016 pega un salto que no se reconoce desde hace años en Argentina; salto que rompe con la tendencia a la baja en la participación en dólares en el total de deuda, cuestión central que previamente había impreso mayor grado de solvencia e independencia económica al país.

Lo preocupante del salto de la deuda es el destino que el gobierno le está dando. De acuerdo a lo señalado por el Observatorio de la de Deuda de la UMET, se estima que la fuga de capitales, como moneda extranjera en concepto de formación de activos externos (FAE) del sector privado no financiero, giro de utilidades, dividendos y otras rentas, y turismo, fue de 25.5 mmdd entre diciembre de 2015 y febrero de 2017. Si adicionáramos los intereses de la deuda en el cómputo, entonces el egreso de divisas al exterior desde inicios del nuevo gobierno alcanza 39 mmdd: 32 mmdd fugados en 2016 (41 por ciento más que en 2015) y el resto sólo entre enero y febrero de 2017. Es decir, que desde que comenzó su gobierno, el macrismo se endeudó en 77.6 mmdd y se fugaron 39 mmdd. El rumbo resulta ser muy claro: el gobierno financia la fuga de capitales (50 por ciento de la deuda asumida) en un marco de caída constante de la actividad económica. ¡Hola, timba financiera!, ¡adiós, desarrollo económico!

*Doctor en estudios latinoamericanos, UNAM. Coordinador de la licenciatura en economía política, Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina