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La superficie cultivable se redujo un tercio y la producción cayó 40%, admiten autoridades

El arroz, en peligro de extinción en el país por las importaciones y burocratismo

Sin suficientes subsidios y escasos créditos, productores padecen también extorsiones del hampa

 
Periódico La Jornada
Martes 2 de mayo de 2017, p. 14

Tan presente en la comida cotidiana de los mexicanos, sea en el hogar o fondas, restaurantes o mercados, el arroz que se consume en México es fundamentalmente de importación. En lo que va del siglo se han triplicado las compras a países como Estados Unidos, Filipinas o Vietnam, al pasar de 101 millones 308 mil dólares, en total durante 2000, a 322 millones 826 mil dólares, en 2016, de acuerdo con estadísticas sobre comercio exterior del Banco de México (BdeM).

Durante enero de 2017, último mes reportado en las cifras oficiales, las importaciones arroceras se dispararon 21.4 por ciento en comparación con igual mes del año pasado. Su comportamiento sólo fue comparable con el registrado por el trigo, cuyas compras foráneas crecieron 20.7 por ciento en el periodo, pero contrasta con la reducción de 3.5 por ciento correspondientes a las importaciones de maíz blanco, amarillo y quebrado, o la caída de 53.8 por ciento correspondiente al frijol.

En total, México importó 111 mil 640 toneladas de arroz durante el primer mes del año por 29 millones 200 mil dólares, aunque esta cantidad representó una disminución de 10. 8 por ciento anual en términos de valor y no de cantidad, de acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas.

Al margen de las estadísticas

En cuestión de exportación, el arroz ni siquiera aparece en las estadísticas oficiales, como sí ocurre con el trigo, el maíz y el sorgo. Cifras oficiales indican que el consumo nacional del arroz asciende a un millón 100 mil toneladas por año, pero sólo la quinta o sexta parte se produce en el país y el resto se tiene que importar, aun cuando el consumo nacional se ha desplomado, ya que actualmente es de sólo 6 kilos per cápita, en contraste con los 12 kilos de hace tres décadas. La caída es atribuida por los productores arroceros en gran parte a que la calidad del cereal importado llega a ser más baja que el mexicano y no absorbe sabores, lo cual es una característica muy apreciada en la cocina mexicana, sobre todo por arroz Morelos, el más reconocido al respecto.

Las autoridades sostienen que la superficie destinada al cultivo de arroz en 13 estados se redujo en una tercera parte desde el sexenio pasado y por eso cayó la producción 40 por ciento. Sin embargo, integrantes de la Asociación Agrícola del Sur del Campeche, quienes pidieron mantenerse en el anonimato, denunciaron a este diario que el arroz es un grano en peligro de extinción en México, ya que la caída de la producción nacional se debe que el financiamiento y los subsidios de apoyo al sector, además de insuficientes, no fluyen de manera oportuna para el sector y actualmente llevan dos ciclos agrícolas de retraso por un problema técnico en el registro ante la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación que les impide inscribirse. Otros problemas, dijeron, son la falta de créditos a mediano y largo plazos, así como a la inseguridad que prevalece en el sector agropecuario y del que no se salvan los arroceros, pues están sujetos a extorsiones y al cobro de derecho de piso por la delincuencia organizada.

Campeche aportaba 40 por ciento de la producción nacional de arroz y tenía 38 molinos para descascarar el grano, pero ahora sólo aportamos entre 20 y 25 mil toneladas, es decir, 20 por ciento de la producción nacional y sólo tenemos tres molinos. En 2015, cuando registramos una cosecha récord, la Secretaría de Economía (SE) decidió abrir cupos de importación por 50 mil toneladas de arroz provenientes de Vietnam sin que hubiera necesidad, lo que nos dio en la torre a los productores y al mercado, acusaron.

Ésa, dijeron, es una práctica recurrente del gobierno federal, porque lo mismo hizo la SE hace unos años cuando Chihuahua tuvo cosecha récord de manzana y abrieron la frontera a la importación de manzana de Estados Unidos que tenía cinco años congelada y la historia se dio también cuando se cultivó suficiente papa en México.