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Estado de México: ¿ensayo general de 2018?
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í, parece que en la tierra de Enrique Peña Nieto se decidirá 2018, para mal, ciertamente. El debate, que es mucho decir, de la semana pasada, nos mostró la película de más de lo mismo o incluso más peor: golpeteo, sobre todo entre las candidatas y el candidato que se consideran con más posibilidades, aunado a la feria de propuestas asistencialistas y nuevas infraestructuras, golpes de pecho genéricos sobre la inseguridad y la candidata empresaria, perdón, independiente, con su discurso antipartidos y arrogándose la voz de la ciudadanía, ella sí contra la corrupción.

Todo ello con dos elementos que hasta ahora no se han señalado. Dos grandes omisiones paradigmáticas: las candidatas y los candidatos no hicieron ninguna mención ni directa ni indirecta al país, nada en su discurso dio cuenta de que están compitiendo para gobernar una entidad federativa y que algo tendrá que ver o alguna relación habrá con los poderes de la Unión, vaya con las dinámicas de la economía nacional. O tal vez ignoro que se está fundando el estado autónomo de México.

La más grave y nada sorprendente omisión es la de los pueblos indígenas, que también en esa entidad subsisten. Habrá que decir que la candidata panista en su discurso de saludo a sus amigas, sus amigos, también saludó a las comunidades indígenas. Única mención. Bueno, me dirán que están considerados en las becas, las de la Secretaría de Desarrollo Social, que no de la entidad, en la vivienda y cuartos rosas de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Pensándolo bien, esa omisión descarnada está mejor, porque de referir a los pueblos sería como el pasado glorioso, las lenguas indígenas o la interculturalidad; nada que ver con lo que ha denunciado el Congreso Nacional Indígena (CNI) en esa entidad.

Van sólo dos ejemplos de abril y octubre de 2016: el despojo contra la comunidad indígena ñatho de San Francisco Xochicuautla, municipio de Lerma, en el estado de México, para imponer el proyecto carretero Toluca-Naucalpan: “El lunes 11 de abril, alrededor de las 9 de la mañana comenzaron a llegar más de mil policías estatales de la Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana (CES) y las Fuerzas de Acción y Reacción (FAR). Acompañados de policías le fue entregado al compañero Armando García Salazar un papel en el que le informaban que su casa estaba en propiedad federal y la tenían que destruir; también le mostraron el decreto expropiatorio sobre el cual se ganó un amparo.

Sin mediar más palabras y a empujones sacaron de la casa a quienes estaban dentro, sacando también las pertenencias que se encontraban en el primer piso, quedando dentro documentos, ropa y herramientas de trabajo. El despojo y represión violan la suspensión otorgada en los amparos 1123/2015 y 771/2015 que fueron otorgados el 18 de febrero de 2016 y que el juzgado notificó a la mayoría de autoridades el 23 de febrero, incluido el Saascaem [Sistema de Autopistas, Aeropuertos, Servicios Conexos y Auxiliares del estado de México], que es la institución a la que se le otorgó el territorio de Xochicuautla en el decreto expropiatorio. En octubre de 2016 se retomó: “Los pueblos otomí ñhañu, ñathö, hui hú, y matlatzinca del estado de México están siendo agredidos a través de la imposición del megaproyecto de construcción de la autopista privada Toluca-Naucalpan y el tren interurbano, destruyendo casas y lugares sagrados, compran conciencias y amañan las asambleas comunales con presencia policiaca, además de los tramposos censos de comuneros que suplantan la voz de todo un pueblo, privatización y despojo de agua y territorio en el volcán Xinantécatl, conocido como Nevado de Toluca, al que los malos gobiernos quitan la protección que ellos mismos le dieron para entregarlos a empresas turísticas. Se sabe que detrás de todos estos proyectos está el interés por el despojo del agua y de la vida de la región. (CNI: Que retiemble en sus centros la tierra, 14 de octubre de 2016).

Este es el espejo del estado de México, todo el país está marcado por el despojo territorial en nombre del llamado progreso. Los partidos políticos, sin excepción, simplemente consideran que hacer el vacío a estas problemáticas es lo más pertinente, pues no se pueden permitir cuestionar el modelo de desarrollo que está detrás, prefieren administrar programas asistencialistas para mediatizar y contener la protesta social.

También es cierto que entre ellos van con todo, la guerra sucia, las campañas de lodo están a la orden del día, enfiladas en específico contra Morena y su líder, Andrés Manuel López Obrador, en una escalada de consecuencias impredecibles e indeseables.

Sin embargo, para los pueblos indígenas está claro que no pueden ser parte de esa contienda; ellos resisten a una guerra neoliberal abierta que amenaza su existencia misma. Por ello el CNI, con respaldo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, tomó ya la decisión, después de consultarla, de formar el Consejo Indígena de Gobierno y nombrar una vocera indígena que participe como candidata independiente a la Presidencia de la República en 2018.

Gran espejo nacional: ¿los verán esta vez?