Política
Ver día anteriorLunes 24 de abril de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Nosotros ya no somos los mismos

La unidad, sin eje ni dirección

Foto
La Carta Magna de 1917 ha sido amputada, con júbilo derechista, de sus más preciados conceptosFoto Guillermo Sologuren
E

l primer domingo del pasado mes de febrero hubiera sido en mis tiempos infantiles una desgracia. No era justo, en manera alguna, que por caprichos de un diosito llamado Cronos, el 5 de febrero hubiera caído en un día que ya de siempre nos pertenecía para el juego, el ocio y la contemplación. Estado ideal al que debe aspirar todo humano que se respete y quiera. 5 de febrero y domingo no era una malhadada coincidencia, sino una infamia.

Recuerdo que este domingo se me amargó nada más de pensar qué habría sentido a mis 12 años. También de pensar que si este día 5 hubiese caído en lunes, yo hubiera podido no teclear en un día dedicado al Señor. Pero luego recordé que por cuestiones de logística (turística), ya las efemérides no se celebran o conmemoran, el día correspondiente. Cultura cívica, emoción patria, son antiguallas en desuso: –¿Oyes y por qué no hubo clases hoy lunes? –De veras que eres wey, wey, pus porque el martes pasado hace un chingo de años, un equipo mexicanos le ganaron un partidazo al equipo de Francia, y eso que eran de primera división.

El aniversario de la Constitución se convirtió en lo que según el vocabulario oficial no se califica como una celebración (triunfos, natalicios, descubrimientos (depende de qué), acciones de beneficio colectivo), sino como una conmemoración, es decir, heroicas batallas perdidas, fallecimientos, trágicos accidentes o fenómenos naturales, etcétera. Pues ese domingo 5 de febrero me entristeció. No sólo era poco cálido, sino que los festejos parecían celebrarse a escondidillas. Con su venia don Rubén Darío, ¿por qué no llegó el cortejo? ¿Por qué no se oyeron los claros clarines?, me pregunté y no tuve el juicio ni el valor suficiente para contestarme. Ciertamente el documento de 1917 ha sido amputado, con inocultable júbilo derechista, de sus más preciados conceptos, pero aun así representa el catálogo más preciso de lo que generaciones de mexicanos hemos procurado edificar a través de varios siglos. Honrar a quienes supieron construir (en bien pocos días), ese monumento a las libertades, la igualdad y la justicia, la soberanía y laicidad del Estado mexicano, al nacionalismo que no agrede, ni excluye, sino que entiende que la integración y la solidaridad entre todos los hombres y el respeto a todos los seres vivos es, cada vez más, condición indispensable para la permanencia de la especie, y es tan importante como inculcar en niños y adolescentes la convicción de que si su patria tuvo tan glorioso pasado, el futuro no tiene por qué ser diferente.

A la pregunta de qué tiene que ver todo este alegato con mi sempiterno tema, tengo una vez más que confesar, con pena propia, que nada. Si acaso una coincidencia: el editorial de La Jornada del día 5 de febrero, cuando se conmemoró el centenario de nuestra Carta Magna, en su página dos publicaba un texto titulado: La unidad necesita un eje. Lo leí varias veces. La última, al escribir estos renglones. Estuve de acuerdo en 85 por ciento de su contenido pero, para sostener el 15 por ciento disidente necesitaba algún referente histórico, por eso les sorrajé a ustedes varias columnetas en las que reiteré mi abierto escepticismo sobre el concepto de unidad nacional e insistí en la idea de que la patria no puede concretarse al territorio en el que se nace.

El editorial citado comenzaba diciendo que: Pocas veces antes habían coincidido todos los sectores de la sociedad (con el político en primer lugar) en exaltar con tanta coincidencia el valor de esa noción (la unidad) que en el actual contexto, impulsa la homogeneidad de criterios entre personas y organizaciones que habitualmente tienen entre sí más diferencias que semejanzas. Mencionaba los antitéticos sectores sociales que se sumaban en esa convocatoria y aún daba la nómina de ilustres personeros que impulsaban ese llamado: hombres de gobierno, dirigentes partidarios, capitanes de industria y prominentes financieros y capitalistas de primerísima división. También artistas, intelectuales, académicos, científicos y los no científicos, pero representantes de diversas confesiones. La Jornada presentaba la hipótesis de que probablemente la mayoría de estas expresiones se debían a la necesidad de mostrar la necesaria cohesión en torno al concepto de soberanía y sostenía además que: esta repentina y generalizada pasión por la unidad es la natural reacción de un país que no sólo recibe serios amagos económicos, sino también ataques a su cultura e integridad...

La Jornada termina con su inevitable opinión crítica, objetiva e independiente sobre todo asunto que aborda: La presuntamente ansiada y públicamente encomiada unidad no pasa de tener un carácter puramente discursivo: prueba de ello es que sean tan abundantes las llamadas y tan escasas las respuestas. La explicación venía de inmediato: Basta profundizar un poco para encontrar la explicación a esta sobreoferta y su desalentadora subdemanda. Cada convocatoria a la unidad está dictada desde un púlpito muy particular y evidentemente, en función de intereses igualmente restringidos y clasistas. La unidad. Valor fundacional, sine qua non, de toda sociedad humana se da, desde las Cuevas de Altamira o la vida de Trucutú y Ulanita, en función de que esa relación reporte beneficios proporcionalmente semejantes a quienes activa y voluntariamente constituyen un grupo de vida con intereses entrelazados: la horda, la tribu, la congregación, el club, la sociedad anónima, el corporativo, el clúster, el partido, el Sanedrín, la asamblea de accionistas, el concilio, la pandilla el gabinete, la nomenklatura, la OCDE, el FMI.

En busca del eje que, para la unidad requirió La Jornada, espulgué algunas informaciones llevadas a cabo básicamente por reporteros de esta casa. Se las presento a ustedes:

Retiran extranjeros 132 mil 369 millones de pesos en valores del gobierno federal, nos dice Roberto González Amador. La razón es sencilla, entendible y legal: en Estados Unidos les ofrecieron mayores rendimientos. Los capitales son golondrinos porque no hacen veranos, sino utilidades. El capital no tiene patria, tiene mercados. A México, como a todos, el dinero no le estorba pero, el riesgo y los costos, ya los conoce y siempre los sufre.

En cambio estos otros datos sí calientan. Julio Reyna Quiroz, nos dio a conocer los tristes datos de la Amia (Asociación Mexicana de la Industria Automotriz. En 1916, de los 1.6 millones de autos nuevos adquiridos por mexicanos 716 mil fueron unidades hechas en México y 886 mil fabricadas en el extranjero. Es decir, 44.7 contra 55.3. Han sido unas cuantas empresas mexicanas las que suspendieron la compra de vehículos Ford, como lo hizo Experiencias Xcaret y las asociaciones agrupadas en la Alianza por la Salud Alimentaria. Estos grupos han lanzado una campaña, Consumidores al grito de guerra para hacer frente a las agresiones trumpistas. Hacer valer el poder de compra de millones de pequeños adquirentes.

Y qué les parece esta indignidad, esta demostración palpable, evidente del sentimiento que nos une y constituye como la patria común de los mexicanos. (Échenle la culpa de este misil informativo al amigo Juan Carlos Miranda). En 2016, ciudadanos mexicanos transfirieron a cuentas bancarias en el extranjero recursos por 24 mil 438 millones de dólares, cantidad que equivale a 90.6 por ciento de las remesas que los perseguidos, maltratados mexicanos (documentados o no) enviaron al país en ese mismo año.

El valor de las cuentas de mexicanos en bancos del extranjero se duplicó entre 2015 y 2016, periodo en el que vivimos ¡Bien lo recordamos todos!, una innegable etapa de prosperidad y abundancia.

No quiero apeñuscar datos que merecen espacio suficiente para que nos golpeen a sus anchas. Hoy apunté las transferencias de dineros logrados por el exclusivo talento y fecundo trabajo de solidarios ciudadanos mexicanos a bancos extranjeros a fin, no sólo, como es natural, se reproduzcan sino que afiancen una economía que tanto nos protege. Luego veremos lo que se gastaron en turismo, cultura y cursos intensivos de mexicanización de sus hijitos algunos polkos de la nueva hornada.

Murió Margarita Isabel. Inteligente talentosa y bella mujer, dedicada a la expresión artística en muy diversas facetas. Creó personajes cómicos y dramáticos de manera insuperable. La mejor interpretación fue el rol de su vida de a de veras que ella se otorgó y dirigió cada momento. Feminista sin aspavientos, libertaria, progresista, militante. Madre amiga y amiga de a de veras.

Twitter @ortiztejeda