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Los años complicados no fueron por descuidar su carrera, afirma

Llegué a perder la fe en mí misma, confiesa Barby Juárez

Quiere exponer el título gallo ante una rival difícil, como Jackie Nava

 
Periódico La Jornada
Martes 4 de abril de 2017, p. a11

Mariana La Barby Juárez esperó cinco años para volver a ganar un cinturón de título mundial. Durante ese periodo vivió altibajos en su carrera, algunas derrotas y combates rodeados de dudas. Pero el mayor costo fue que perdió la fe en sí misma.

Hubo muchas críticas, mucha gente me juzgó y yo pensaba que no me afectaba, pero terminó por hacerme insegura, recuerda La Barby, quien el sábado venció por decisión unánime a la africana Catherine Phiri para convertirse en campeona mundial gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Fue un periodo difícil, porque me descalificaron y fueron muy severos con mis actuaciones, indica.

Juárez labró una carrera en el boxeo, deporte en el que se prohibía la participación profesional de las mujeres hasta 1999, cuando ella protagonizó la primera pelea femenil en Ciudad de México. Ganó el título mosca del CMB y lo perdió en 2012.

No descuidé mi carrera, como dicen muchos, pero no me perdonaban que no diera esas peleas a las que tenía acostumbrado al público. A veces las cosas no salen como una quisiera y me atacaban, rememora.

Estos años sin título mundial no la incomodaron, porque, por otro lado, también existía un buen núcleo de aficionados fieles. La llamaban campeona, a pesar de que hacía años no ganaba un cinturón que la acreditara.

El sábado pasado La Barby vivió una suerte de consagración en el Zócalo ante unos 20 mil asistentes. La gente la reconoció y coreaba su nombre. Como si el aliento le insuflara fuerza, Mariana peleó inspirada contra Phiri; la castigó y contragolpeó velozmente. El público, emocionado, la ovacionaba.

Cuando la decretaron nueva campeona, Mariana estalló en llanto y apenas se entendían sus palabras al micrófono.

Me acordé de los años duros, de todo lo que me obstaculizó hacer esta carrera, cuenta hoy, ya digerida la victoria. “De pronto me acordé de esa noche en la que empezamos a boxear las mujeres, de la chamaca –ella misma– que quería ser boxeadora y no podía; que quería ser campeona del mundo y la descalificaban”.

Recordó al público hostil que le gritó que se fuera a la cocina y le recriminó con insultos sexistas que el boxeo no era un deporte para mujeres.

Sentí mucha nostalgia. Porque también reviví los momentos con gente que me apoyó desde aquel entonces, gente sencilla que me animaba a no dejarme derrotar para cumplir mis sueños, evoca.

Ahora tiene 37 años y piensa que estará un par de años más como boxeadora. Pero antes de hablar de retiro, quiere probarse a sí misma que aún puede afrontar riesgos deportivos. En su horizonte le seduce la idea de enfrentar a otra veterana dura y fina: la tijuanense Jackie Nava.

Sería muy difícil, pero qué caso tiene ganar un título si no lo pones en riesgo. Para ser campeona hay que demostrarlo peleando contra las mejores y eso es lo que yo quiero para lo que queda en mi carrera, desafía. Después de que me pusieron el cinturón, sentí un vacío; no sé por qué, pero tengo un par de años para averiguarlo y tratar de llenarlo.