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Fernando Alba documenta cómo esa expresión merece ser patrimonio de la humanidad

Perfila académico un siglo de la historia de la gráfica mexicana

Aquí la vemos como algo cotidiano, pero en el extranjero se nos reconoce por ella, explica en entrevista con La Jornada

Se adapta a nuevas tecnologías y tiene un futuro inmenso, dice

Es autor del libro La estampa en la Academia de San Carlos / Escuela Nacional de Artes Plásticas (1910-2010)

Foto
Niña, s/f, litografía de Celia Calderón, imagen incluida en el libro La estampa en la Academia de San Carlos / Escuela Nacional de Artes Plásticas (1910-2010), de Fernando Alba, coeditado por Juan Pablos y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de abril de 2017, p. 7

En México no acabamos de valorar la gráfica porque la vemos como algo cotidiano; aun los estudiantes, no piensan en la dimensión de esta expresión artística y cómo se nos reconoce por ella en el extranjero, explica Fernando Alba Aldave, grabador, arquitecto, pintor y autor del libro La estampa en la Academia de San Carlos / Escuela Nacional de Artes Plásticas (1910-2010).

Alba, quien es profesor de grabado en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, recuerda en entrevista con La Jornada que hace varios años trasladó su taller a la capital de Kenia y recibía artistas locales y de Uganda y Tanzania, quienes conocían el arte mexicano por la gráfica y el muralismo.

“Uno no se da cuenta de la proyección que tienen estas formas del arte mexicano. En 2010 llegué a Londres a ver el Museo Británico como siempre y todo un piso –aparte de la exposición de arte prehispánico que es permanente– ocupaba una muestra temporal de pura gráfica, puro Taller de Gráfica Popular proveniente de colecciones inglesas. Y para celebrar esa exhibición un día a la semana en el restaurante del recinto se ofrecía sólo comida mexicana.”

Aquí, añade Alba, “tomamos a la gráfica como algo cotidiano, como ir a comer un tamal o un taco; pensamos que es lo más normal del mundo, pero de pronto nos damos cuenta de que en la gastronomía internacional la comida mexicana tiene un alto nivel y que ya es patrimonio de la humanidad. Bueno, pues la gráfica podría muy bien ser reconocida como ese estatus.

Qué bueno que Siqueiros, en el Polifórum, puso cuatro paneles con los cuatro mayores artistas del arte social: Diego Rivera, José Clemente Orozco, él mismo en una representación metafórica y Leopoldo Méndez, por supuesto, que dentro de la gráfica hizo otro tanto de lo que hicieron los muralistas. Tenemos que acabar de reconocerlo.

Hibridación de técnicas

En su libro La estampa en la Academia de San Carlos / Escuela Nacional de Artes Plásticas (1910-2010), Fernando Alba traza la historia de la gráfica a partir de tres líneas inseparables: lo que ocurría en el país y lo que pasaba con los grabadores y la escuela durante esos cien años; pero, ¿qué ocurre ahora?

“Hablar del presente es la parte más complicada: hay una explosión de nuevos procedimientos técnicos. Por un lado hay una corriente muy poderosa en el mundo del grabado para dejar de utilizar métodos tóxicos. Los artistas estamos realmente expuestos en nuestro trabajo y si usamos esos materiales exponemos nuestra salud. Somos muy entusiastas de decir a los estudiantes ‘vamos a explorar nuevas formas que no son dañinas para el medio ambiente’. Existe conciencia de esto y ahora hay materiales maravillosos para fijar las imágenes en las matrices, como orines de gato o la Coca Cola.”

Es importante que los alumnos conozcan todo lo que es el grabado tradicional, sus técnicas, pero también que no se debe hacer a un lado el momento que se vive, pues lo digital es parte del día a día.

“A la corriente predominante hoy la podemos llamar hibridación de técnicas: todo lo tradicional con lo contemporáneo. Mezclamos, estamos en ese proceso de ver cómo podemos aprovechar mejor todo lo nuevo. También se nos despertó el gusto por que el grabado no fuera solamente plano en un papel; entonces, por qué no hacerlo tridimensional y ahí estamos creando esculturas en cartón, grabadas en todas sus caras y tenemos ya un grabado escultórico, o por qué no, mezclar pintura con grabado.

“Todavía vivimos la corriente conocida como el posmodernismo, y uno de nuestros maestros de la Academia de San Carlos, en teoría del arte, era Juan Acha, quien lo definió muy bien: ‘Todo se vale’. Vivimos una época en la que el posmodernismo indica que todo se vale; es un poco como en el 68: prohibido prohibir.”

–¿En técnicas y temas?

–Claro. Ahora vemos todos los temas y todas las técnicas porque no salíamos de nuestro asombro de las posibilidades. Hay un futuro inmenso para la gráfica. Sigo una corriente fascinante: exhibir las matrices junto con las impresiones y de repente nos encontramos con que la matriz del grabado en madera, por ejemplo, comunica más que la impresión. Otra corriente que ya tiene algunas décadas es la que incluye la gráfica virtual, sólo en la pantalla de la computadora o de la tablet: la gráfica expandida. En todas las artes ha golpeado esta definición: hay pintura, escultura y gráfica expandidas.

El libro de Alba fue presentado la semana pasada en la Fundación Sebastián, como acto complementario de Cien años de gráfica de maestros y egresados de la Academia de San Carlos / Escuela Nacional de Artes Plásticas, muestra curada por él, que concluyó ayer.