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Cómo (no) tomar otro camino
U

na de las diversas maneras de interpretar lo ocurrido el 17 y 18 de marzo en Baden Baden –ese balneario de las reminiscencias y la melancolía que proclaman la primacía del pasado– es que el país que propició renovar y dar un nuevo mandato al Grupo de los 20 en los momentos más agudos de la crisis financiera que devino en la Gran Recesión, transformado por un cambio de gobierno, eligió o aprovechó esta particular ocasión para dar noticia de que tomaba otro camino, con aquellos que quisieran ir con él… o él solo. Merkel lidió cara a cara con Trump, al tiempo que Schäuble se las veía con Mnuchin, el bisoño secretario estadunidense del Tesoro. Los alemanes ofrecieron a la prensa versiones edulcoradas de estas conversaciones. Sus interlocutores fueron mucho más directos: con tuits majaderos y mal informados o en declaraciones de viva voz. Cada uno su estilo.

La deriva aislacionista de Estados Unidos ha sido documentada y analizada en las últimas semanas. Un ejemplo se encuentra en un artículo de Fareed Zakaria para The Washington Post (16 de marzo), que argumenta que el desastroso anteproyecto de presupuesto anunciado por Trump, que abate los recursos que financian la acción internacional de Estados Unidos, equivale a rendir la estafeta del liderazgo global. Ya se trate de optar por otro camino y anunciarlo en Baden Baden o de privar de fondos a aspectos cruciales de la presencia y acción externa del país y proponerlo en Washington, en el fondo se busca cumplir la promesa de campaña: primero Estados Unidos.

Tal fue, de acuerdo con las crónicas de prensa, el primer mensaje que Mnuchin trasmitió al G-20: las políticas y acciones de Estados Unidos serán congruentes con las promesas de campaña –situar a Estados Unidos primero significa también revisar los acuerdos comerciales existentes para procurar, obtener y garantizar un mejor trato para Estados Unidos. La traducción de los dichos de campaña en políticas y acciones de gobierno resulta una noción sorprendente, sobre todo en Europa, pues se reconoce como un hecho la distancia entre unos y otras: las promesas sólo sirven para ganar elecciones, nadie espera que sirvan para gobernar.

El empeño en revisar los acuerdos establecidos fue la segunda sorpresa. Mnuchin trató de echar por la borda la costumbre, muy cultivada en el G-20, de más o menos reproducir el lenguaje convenido en reuniones precedentes, así sea solo para evitar largas discusiones. Otorgamos importancia a que el lenguaje del comunicado refleje el contenido de las discusiones, dijo Mnuchin en una conferencia de prensa. Y agregó: el lenguaje histórico ha dejado de ser relevante. No consiguió, si es que eso buscaba, desacralizar el lenguaje de consensos ya alcanzados. A las cuestiones comerciales y cambiarias se dedicaron cinco cláusulas en el comunicado de Chengdu, la reunión precedente comparable, celebrada en agosto de 2016. Cuatro de ellas se reprodujeron verbatim en la declaración de Baden-Baden, una se modificó y se agregó una sexta. En Chengdu se dijo: Nos opondremos al proteccionismo en todas sus formas. En Baden Baden se dice: Estamos trabajando para fortalecer la contribución del comercio a nuestras economías. No quedó muy claro lo que esto significa, excepto que cada quien puede interpretarlo como prefiera. La cláusula que se agregó habla de reducir los desequilibrios, fomentar la inclusión y la equidad y combatir la desigualdad. Santo y bueno. Mnuchin podrá explicar a su colérico jefe que defendió con éxito el proteccionismo y no necesita enviar a nadie tuits insolentes.

También es probable que le complazca informarle que se las arregló para que el comunicado de Baden Baden excluyera las referencias que el documento anterior dedicó a asuntos e instituciones relacionados con el cambio climático, desde el Grupo de Estudio sobre Financiamiento Ambiental hasta las referencias a la cooperación entre el G-20 y las instituciones ambientales. Sólo se conservó, de manera casi literal, la excitativa a reducir y eliminar los subsidios que propician el uso dispendioso de combustibles fósiles.

En suma, el nuevo camino trazado por la delegación de Estados Unidos para el G-20 lo aleja de la resistencia abierta al proteccionismo y también de la colaboración amplia con instituciones de las Naciones Unidas en materia de cambio climático.

Zakaria llama la atención sobre otros extremos. Al examinar el proyecto de presupuesto de gasto para el año fiscal 2018 (1/10/17 a 30/9/18) subraya algunas propuestas que afectan diversos aspectos de la acción internacional de Estados Unidos y advierte que, sumadas, equivalen a una política de retirarse del mundo, en especial en áreas que suelen identificarse como expresiones del poder suave: acción diplomática, asistencia al exterior y contribuciones a organismos multilaterales, que en conjunto se propone reducir 29 por ciento.

Este recorte, según fuentes periodísticas, afectará las contribuciones a la ONU y a sus instituciones afiliadas e impondrá un tope de 25 por ciento del total a la contribución de EU a cualquier operación de mantenimiento de la paz. Además, en tres años abatirá en 650 millones de dólares el fondeo del Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo; elimina los apoyos financieros al llamado Fondo Verde de la ONU, a la cuenta de asistencia de emergencia sobre refugio y migración y al fondo de crisis complejas. Los programas de cooperación internacional en materia ambiental y transición energética se verán en general afectados por el recorte, en casi una tercera parte, de los gastos previstos de la Agencia de Protección Ambiental y la eliminación de los programas de fomento de la eficiencia energética, las energías renovables y las tecnologías de energía avanzadas a cargo del Departamento de Energía.

Zakaria sugiere que el principal beneficiario del movimiento hacia el aislamiento por parte del gobierno de Trump será China, la potencia que está en condiciones de llenar cualquier vacío que se genere. En la reunión del G-20 –y en varias anteriores de ese y otros organismos– China ha recogido ya la bandera de combate del proteccionismo, deliberadamente dejada de lado por los delegados de Estados Unidos. En otro momento habrá que recordar, sobre todo desde el punto de vista de los países del Sur, el papel de la protección como instrumento de desarrollo.