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Economía Moral

Investigaciones recientes avanzan en la comprensión del bienestar humano/ VII

Gasper busca precisar el concepto de necesidades y relacionarlo con bienestar

E

n el capítulo 2 (titulado Conceptualizando las necesidades humanas y el bienestar) de Wellbeing in Developing Countries (editado por Gough y McGregor, GyMG) Des Gasper (DG), destacado autor en el tema ética del desarrollo, se propone clarificar los conceptos de necesidades y de bienestar, así como sus interrelaciones. Sobre necesidades (N) empieza diciendo que el lenguaje del tema puede actualmente ser una fuente de confusión y que el camino adecuado a seguir no es evitarlo, sino mejorarlo. Dice que los trabajos de varios filósofos han consolidado importantes percepciones sobre el lenguaje de N. Añade que varias de ellas se capturan en la fórmula A necesita S, si S es una condición necesaria para que A logre N, siendo N una prioridad aceptada y aprobada o una condición necesaria para el logro de la prioridad aceptada y aprobada P. Otros autores hicieron notar que la cadena de liga instrumental puede ser larga. También han insistido en que el discurso de ligas instrumentales hacia objetivos prioritarios (como el anterior) debe distinguirse del discurso sobre potenciales y propensiones de la especie humana en su conjunto. Cita, del capítulo 3 (La gramática de las necesidades) del libro de Doyal y Gough (Una teoría de las necesidades humanas, Icaria, 1994; original en inglés, 1991), la distinción que hacen los autores entre N como impulsos, como fuerza motivacional derivada de una carencia, y N como una categoría particular de propósitos que se consideran universalizables, porque son condiciones necesarias para evitar un serio daño. Señala que esta distinción no es consistentemente respetada en las ciencias sociales y que cada autor salta de un uso a otro, de una frase a otra. Una revisión bibliográfica, realizada por DG, le confirmó la inconsistencia en el uso del término:

“En algunos casos N se refiere a un impulso internalizado (ya sea innato o inculcado); en otros casos al requerimiento de un objetivo dado; otras a una prioridad normativa; otras presuntamente a las tres anteriores al mismo tiempo –rara vez con alguna explicación o conciencia aparente de este uso complejo y fluctuante… La prevalencia no sólo de múltiples usos, sino de saltos no anunciados e incluso no detectados, a mitad de un párrafo, sugiere que se requiere una enunciación más enfática y elaborada de la gramática [de las N], que la de Braybrooke o Doyal y Gough. Propuse una gramática más plena en [varios trabajos]. Aquí esbozaré parte de ella” (p.55).

DG propone distinguir tres ‘modos’ en los que se usa el término N:

“En el modo A, N es un término usado en descripciones o evaluaciones evaluativamente neutrales para referirse a una apetencia, impulso o potencial. En el modo B, N es un requisito para lograr un objetivo y su importancia dependerá del estatus del objetivo y de qué tan esencial es para lograr el objetivo. En el modo C, N establece un fuerte enunciado normativo, pues el objetivo es una prioridad normativa y el requisito es en verdad esencial. En todos los modos hay una ambigüedad en tanto que N se aplica a veces al objetivo y a veces al requisito implicado. Además, mientras en el modo A N típicamente está presente como sustantivo, una presencia, en el modo B puede aparecer frecuentemente como verbo…” (p.55)

Siguiendo a Max Neef, Sen, Wiggins y Doyal-Gough he insistido en la distinción fuerte de N y de sus satisfactores (S), o bien N y su objeto, como lo hace Agnes Heller; también he insistido en la distinción tajante entre N y apetencias (lo que en inglés se llama wants). Por eso, me resulta rara la vía empirista (el uso observado del término) adoptada por DG para clarificar el concepto de N. Veamos a qué llega. Señala dos relaciones entre los modos: 1) El modo C, referido sólo a objetivos y requisitos prioritarios, es [en este sentido] un subconjunto del modo B que se refiere a todos los objetivos y requisitos. Pero añade que se encuentran algunas veces referencias a un modo instrumental que contiene sólo los usos instrumentales que no están en el modo C. Ésta es la postura, que DG no menciona, de David Wiggins (Needs, Values, Truth, Oxford, 1987) quien distingue entre N categóricas y N instrumentales. 2) El modo A con frecuencia se sobrepone con los otros dos, cuando la satisfacción de una N del modo A se percibe como necesaria para lograr un objetivo especificado (que es la forma del modo B) y que puede ser una prioridad normativa (modo C). Explica que la división en tres modos es una extensión y generalización del contraste que hacen Doyal-Gough entre fuerza motivacional (impulso) y valor o propósito universalizable. El modo A cubre más tipos de descripciones que sólo las de fuerza motivacional y más fuerzas motivacionales que sólo impulsos. El modo C podría cubrir más tipos de demandas (claims) normativas que los propósitos universalizables. Justifica la adición del modo B porque su uso está generalizado en la ciencia social y en la vida cotidiana y, sobre todo, porque reconocerla nos ayuda a entender por qué y cómo ocurren los deslizamientos entre los modos A y C. Notemos que el modo B se refiere a lo que Doyal- Gough llaman la gramática de las N (antes referida):

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Portada del libro más conocido de Des Gasper

Todas las afirmaciones de N se ajustan a la estructura relacional: “A necesita X para lograr Y”. Aquí, la elucidación de si X es o no una N no está relacionada con su universalidad sino con su eficacia para lograr el propósito Y, cualquiera que éste sea. [Note el lector que X no es una N, sino el objeto necesitado o el satisfactor]. Así, la nutrición adecuada y un equipo de sonido de alta fidelidad pueden ser vistos como N [lo correcto sería como lo necesitado] en este sentido, uno para mantener la salud y el otro para mejorar el disfrute de la música grabada. Es evidente que se necesita más claridad conceptual para distinguir (a) N básicas de no básicas; y (b) N de apetencias (wants)… [Y, habría que añadir, c) N de satisfactor y d) N categóricas de N instrumentales]. Lo que en algunas circunstancias puede ser llamado propósitos [N], en otros puede ser descrito como estrategias [satisfactores]. Alimentos, cobijo o ropa, pueden ser identificados de ambas maneras. Las descripciones de N son jerárquicas: empezando con un propósito amplio, como calor corporal, los medios para alcanzarlo (ropa específica) pueden ser concebidos también como fines en sí mismos. En pocas palabras, la gramática de las afirmaciones sobre la N que no se refieren a impulsos tienen carácter instrumental. … Para entender, por ejemplo, qué significa llamar N al calor corporal o a una comida, tenemos que tener un entendimiento previo de por qué son este tipo de cosas las que tenemos que adquirir si tenemos el propósito de evitar el serio daño. Las razones para necesitar… son entonces esencialmente públicas, en el sentido en que se basan en una comprensión compartida sobre qué clases de estrategias realmente evitan el daño… Si no fuera este el caso, las personas no podrían cometer errores acerca de lo que necesitan al confundir N con apetencias. Uno no puede equivocarse de la misma manera sobre una apetencia. (pp. 39-41 de la edición en inglés; mi traducción).

Si, como dicen Doyal y Gough en la cita todas las afirmaciones de N especifican una X que se necesita (requisito, le llama DG) para lograr una Y (objetivo, según DG), entonces el modo B sería la forma universal de los enunciados de N. Sin embargo, más adelante Doyal y Gough restringen esta forma instrumental a enunciados de N que no se refieren a impulsos (que son involuntarios y sin propósito ulterior a su propia satisfacción), lo que quizás explica la postura de DG. DG analiza las definiciones de N en 5 diccionarios especializados para ver cuáles modos identifican. El de economía ignora el término N. Ninguno identifica los tres modos. En la próxima entrega narraré como aborda DG el concepto de bienestar.

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