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Puntos sobre las íes

Recuerdos (XLVIII) Empresarios

D

e regreso…

Volvamos a la conmoción y a la locura que vivió tanto el México taurino como el México no taurino con Manuel Benítez El Cordobés y con las repercusiones que tuvieron lugar y sin que pueda olvidar –entre tantas hazañas– haber toreado 31 corridas seguidas en un calendario de 30 días.

¿Algo igual?

Había ya mencionado el atinado comentario de un gran amigo del empresario de la Plaza México, doctor Alfonso Gaona le hiciera llegar desde España: Ni se te ocurra contratarlo, ya que nuestra afición lo mataría y, tal vez, a ti también.

Y lo que esto significó.

Una vez que El Mechudo emprendió viaje, los accionistas de la empresa –creo recordar que eran Emilio Azcárraga Milmo y el ingeniero Alejo Peralta– llamaron a cuentas al galeno y, obviamente, le reclamaron por los millones que pudieron engrosar sus respectivos bolsillos, así que, sintiéndolo mucho, le retiraban el cargo de gerente de la plaza México, noticia que corrió, como vulgarmente se dice, como reguero de pólvora, preguntándose los aficionados quien sería el elegido.

Cuando se pensaba que El Cordobés no volvería a México, por aquello de la administración, para 1965 regresó a México, pero en esta ocasión para el embudo de Insurgentes –además, claro está, para las plazas de provincia–, y la verdad sea dicha, no recuerdo quién o quiénes eran los empresarios, pero sí que, de nueva cuenta, mucho tuvieron que ver Juan Cañedo (Hugo Olvera Villafaña) y Manolo Prieto Crespo.

Y como en estos tiempos que corren se me ha tildado de exagerado con El Cordobés, voy a permitirme fusilar de la obra cumbre de don Heriberto Lanfranchi La Fiesta Brava en México y en España (1519-1969), las actuaciones de El Greñudo, en ese año.

Con permiso, don Heriberto.

Domingo 7 de febrero de 1965: Antonio Velázquez, Antonio del Olivar y Manuel Benítez El Cordobés, con toros de don Ernesto Cuevas. En su primero, El Greñudo fue abroncado de muy fea manera por ciertos sectores del tendido cálido que lo acusaban de haber ordenado a sus peones que estrellaran contra un burladero para que se rompiera un cuerno el sexto, un torete de 506 kilos, sustituto de la ganadería de La Laguna.

Foto
Participante en el Carnaval de Ustarizt, en el sur de FranciaFoto Ap

Domingo 14 de febrero de 1965, Rafael Rodríguez, Manuel Benítez El Cordobés y confirmación de alternativa de Mauro Liceaga, con seis toros de Matancillas.

Bien presentados, los seis fueron bravos para los caballos; se agotaron mucho y llegaron al último tercio sin fuerzas, probones y gazapones, no pudiendo lucirse los tres matadores con ellos. Mal le fue a El Cordobés, muy hostilizado por un grupo de reventadores que le pitaba viniera o no al caso, y acabó por naufragar en el quinto, al que toreó con desgana y a prudente distancia, y el resto del público armó un broncón de época quedando el ruedo cubierto de cojines. Mucha voluntad de Mauro Liceaga que adornó magistralmente con las banderillas el primero, Rancherito, toro en el que Rafael Rodríguez le confirmó su doctorado.

Domingo 28 de febrero de 1965: Alfonso Ramírez El Calesero, Rafael Rodríguez y Manuel Benítez El Cordobés, con seis toros se Miamiahuapan.

¡Tarde triunfal de El Cordobés!

Una oreja (merecía las dos) del tercero, Palomo, y soberbia faena al sexto, Mayito, perdiendo los apéndices por haber errado seis veces el descabello y se superó en un séptimo toro de regalo, Corsario, de Torrecilla, al que toreó admirablemente en varias monumentales series con la derecha e izquierda metido en terrenos prohibidos y dejando que el astado girara lentamente a su alrededor, mientras él movía suavemente su muleta y lo guiaba imperiosamente (dos orejas y rabo).

Jueves 4 de marzo de 1965 (corrida nocturna de La Oreja de Oro): Alfredo Leal, Antonio del Olivar.

(Continuará)

(AAB)