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El despertar

PRI: decrepitud insalvable

E

l PRI cumple 88 años. No es una ruina respetable, sino un edificio decrépito, corroído por la corrupción y repudiado por el pueblo. Lo debilita y probablemente lo lleve a su quiebra definitiva su incapacidad para la autocrítica. Es probable que en la próxima coyuntura política el PRI se rompa ante la presión del voto. Los mismos priístas, que son bastante listos, se muestran muy preocupados por el destino del que fue por décadas partido único.

No se puede negar el papel importante que desempeñó. Al fundarse en 1929 (PNR) detuvo las desgarraduras sangrientas del grupo revolucionario y luego dio estabilidad a un régimen para lograr la realización de grandes tareas nacionales. Para 1948, es decir, hace 70 años, parecía haber perdido el camino y hace 50 Daniel Cosío lo llamó al régimen doña Porfiria por su parecido con el porfiriato, que la Revolución de la que se decían herederos los priístas, había tratado de destruir. Hace 30 años perdió el alma. Se volvió exactamente lo contrario de lo que había pretendido ser: garantizó la desigualdad en favor de una oligarquía, corrompió a los partidos de oposición y a millones de electores, hizo predominar el autoritarismo. Abandonó el nacionalismo y se propuso la sumisión a Estados Unidos.

Tuvo una oportunidad que perdió, cuando en 1987-88 una fuerte corriente interna se escindió. Muchos priístas pensaban como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y sus compañeros. Pero prefirieron seguir en el aparato para no perder privilegios. Fueron sustituidos sin compasión por tecnócratas conservadores, más jóvenes que ellos y cada vez más ineptos.

En 2000 el PRI perdió la elección presidencial pero no el poder. El PAN formó con él un frente político conservador y mantuvo durante 12 años a los cuadros priístas y a la política neoliberal en el gobierno. Hoy vemos precipitarse toda la organización. Sus presidentes, sus dirigentes, los que podrían ser candidatos a la Presidencia, dicen que hay que acabar con la impunidad, pero ellos son los principales beneficiarios. Se aproxima un cambio muy profundo: cambio de gobierno, de orientación política, de política económica, de élite. Pero los enemigos del cambio democrático se han salido con la suya desde 1988 y conspiran para volver a ganar aunque el país se destruya.

Twitter: @ortizpinchetti