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El Ajusco, expuesto a incendios por tala clandestina y erosión

Las autoridades lo abandonaron y hacen deficiente reforestación, afirman habitantes

Denuncian que no hay noche que los talamontes no tiren al menos un árbol

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Los talamontes dejan troncos y ramas secas en las zonas donde efectúan su actividad ilícita, material que en la etapa de sequía es propicio para incendiosFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de marzo de 2017, p. 27

Abandonado desde hace décadas, el cerro del Ajusco enfrenta un acelerado deterioro provocado por la tala clandestina y deficientes reforestaciones por parte de las autoridades federales, que no han logrado frenar la erosión en el bosque, donde existen vastas extensiones de terreno con zacatón seco, que en esta temporada de estiaje se convierte en combustible para los incendios.

Al adentrarse por las brechas que llevan al Pico del Águila se observan en algunos parajes, como el Bracamontes, los troncos de oyameles recién talados y los montones de ramas secas que los cortadores dejan al paso, sin que nadie intervenga.

De acuerdo con habitantes de la zona boscosa, se trata de por lo menos 80 familias que viven de esta actividad ilícita, que durante las noches sacan los rollos de madera en camiones. Por ahora con la movilización que generó el incendio se detuvieron, pero no hay día en que no tiren un árbol, a pesar de la presencia policiaca, relataron.

El problema, agregaron, es añejo y se extiende a otros puntos conocidos como el Pedregal y la Ladera. Los mismos policías alertan a los talamontes, porque cuando se realizan los operativos los efectivos no encuentran a nadie, apuntaron.

Tras el siniestro que devastó 70 hectáreas del paraje la Cruz del Marqués, los comuneros del Ajusco indicaron que hay que combatir la tala, pero también cambiar el sistema de reforestación en el bosque, porque sólo sobrevive uno por ciento de los árboles que se siembran.

Desde noviembre del año pasado, agregaron, se iniciaron los trabajos para abrir las brechas corta fuego y la línea negra, una franja de 12 metros de ancho –que se realiza mediante quemas–, la cual rodea la parte alta del cerro con el fin de evitar que se propaguen las llamas en caso de que ocurra un incendio.

Sin embargo, el problema de fondo no se resuelve. La tierra está cada vez más erosionada, las autoridades vienen y siembran árboles que están acostumbrados a otro ambiente y terminan secándose. Les hemos dicho que deben darle prioridad a las semillas de oyameles, que son de aquí, para que sobrevivan, pero no hay ni un solo vivero en la zona, expusieron.

En el paraje Las Viborillas, tierra de las víboras de cascabel, se pueden observar los restos de las bolsas negras de los pinos que fueron sembrados hace dos años y que jamás crecieron.

Hay tal falta de interés en esta zona montañosa, consideraron, que las poco más de 7 mil hectáreas que la integran son resguardadas sólo por una brigada de 11 comuneros, que se encargan de retirar la maleza y podar árboles, con el apoyo de una camioneta.