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Presentaron No voy a pedir a nadie que me crea, novela de Juan Pablo Villalobos

Autor pulsa hasta dónde resiste el lector en el juego con la verosimilitud

Es una obra provocadora y realista, cómica hasta arrancar la carcajada, define Guadalupe Nettel

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Guadalupe Nettel y Juan Pablo Villalobos, anteanoche, en el Centro Cultural Bella ÉpocaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Viernes 3 de marzo de 2017, p. 4

Una molestia hizo que Juan Pablo Villalobos comenzara la escritura de su novela No voy a pedirle a nadie que me crea.

La noche del pasado miércoles, en el Centro Cultural Bella Época, donde presentó su obra, el narrador explicó: La incomodidad era cómo se estaba transformando mi identidad y cómo afectaba mi manera de escribir.

El protagonista, quien ostenta el nombre del autor, es un mexicano que llega a Barcelona para hacer su tesis doctoral. Es una de las piezas del rompecabezas de la novela que ganó el Premio Herralde en 2016, de la autoría del escritor de origen jalisciense avecindado desde hace más de una década en esa urbe catalana.

Llevar el realismo hasta sus últimas consecuencias es lo que propone en esa novela, con la que quería hacer humor sin respetar nada, incluso meterse con él mismo; eso lo llevó al terreno pantanoso de la autoficción, convertida en una parodia construida por cuatro narradores.

Inmigrante y expatriado

Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, 1973) dijo: Quería incorporar mi realidad. El hecho de que soy un inmigrante, un expatriado, que convivo en Barcelona con gente de muy distintos orígenes y, a nivel lingüístico, diferentes maneras de concebir y ejercer la práctica del español.

La frase que da título al libro apareció en la escritura de otra obra. Pero dejó una resonancia que iba más allá, tenía que ver con mi concepción de la literatura, que es una especie de experimento con los límites del realismo, jugar con el costumbrismo, estirar para ver hasta dónde el lector puede resistir ese juego con la verisimilitud.

Quentin Tarantino, Jorge Ibargüengoitia y Roberto Bolaño fueron nombrados como algunas de las influencias en la narrativa de Villalobos, quien además dijo hacer un homenaje a Augusto Monterroso en esta novela, que fue publicada en España el pasado noviembre y que llega a librerías mexicanas con el sello Anagrama.

Costumbrismo y sorna

Guadalupe Nettel, una de las presentadoras de la novela, dijo que ésta se sale de todas las convenciones; cuenta el periplo de dos mexicanos estudiantes de literatura que se enfrentan a la adaptación en Europa, descubren el frío y la miseria afectiva. Provocadora y realista, cómica hasta arrancar la carcajada, definió.

El racismo, una tesis sobre la risa, el feminismo, la academia y la forma en que se habla de la literatura en las universidades son algunos de los temas de esa historia de equívocos.

Luigi Amara, poeta y ensayista, expresó que Villalobos todo el tiempo juega en la frontera entre verdad y ficción, costumbrismo y sorna, ficción y autoficción. Es un libro estupendo que te hace reír, porque hunde el dedo en la llaga muchas veces. El humor que despliega es negro, no tanto hecho de ingenio, ocurrencias y chistes; más bien al describir la realidad de una manera descarnada en todo su absurdo.