Opinión
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Rayuela en Ecuador
P

or favor, no crean más en las encuestas. No aciertan en este nuevo tiempo político. Seguramente siguen con factores de expansión poblacional del pasado, con base en una caracterización sociocultural-económica de otra época. Y además no son capaces de captar el voto oculto, vergonzante. Fallan habitualmente, pero seguimos ansiosamente creyendo en ellas durante la espera. Las encuestas dejaron de ser un instrumento de ayuda para convertirse en una trampa analítica. Las encuestas se convierten en una guerra de cifras, utilizadas como arma política en favor de lo que se desea.

II. Por favor, no crean más a la derecha cuando habla de fraude. Siempre duda de las instituciones electorales antes de tiempo. Cuando el resultado le favorece, entonces, de repente se le olvida lo del fraude. Guillermo Lasso, el candidato-banquero, afirmó antes de tener datos oficiales que el pueblo ecuatoriano es el que decide, no el Consejo Nacional Electoral (CNE). Luego, a medida que avanzó la noche, Lasso aceptó los resultados del CNE. Dicho sea de paso, el CNE en Ecuador fue el mismo que le dio la victoria al también derechista Mauricio Rodas en la alcaldía de Quito hace pocos años frente al candidato de Alianza País. La derecha nunca tuvo muy buena relación con las reglas democráticas.

III. Por favor, no crean que habrá más elecciones en las que un candidato gane sobradamente frente al otro. Luego de 10 años, sin que haya aún terminado el escrutinio, el candidato de la Revolución Ciudadana, Lenín Moreno, obtiene 39.1 por ciento de los votos válidos; con más de 10 puntos de diferencia respecto al segundo (Lasso). Sin embargo, esto no sería suficiente para ganar en primera vuelta en Ecuador. Para ello se requiere estar por encima de 40 por ciento, y para eso aún le falta algo menos de un punto porcentual. En las últimas elecciones en América Latina, cada resultado se ha dirimido por muy poco. Tanto en las presidenciales en Argentina, en el referendo de Bolivia y el plebiscito de Colombia, todo se resolvió por la mínima. Se terminó aquel tiempo en que Chávez, Evo, Cristina, Lula o Correa ganaban por goleada.

IV. Por favor, no crean que el miedo de retornar al pasado neoliberal funciona como bandera electoral en favor del bloque progresista. Todo cambio radical implica una gran transformación también en la memoria de las mayorías. La gente ve hacia adelante y no le gusta votar mirando al retrovisor. Lo de la década ganada no es del todo efectivo a la hora de seducir un voto mayoritario. Los jóvenes y la nueva clase media de origen popular piensan y votan exigiendo mucho más. Naturalizaron derechos sociales y ahora realizan nuevas demandas. Y tienen derecho a hacerlo.

V. Y por favor, no crean en el fin de ciclo. América Latina está en disputa, lo que no significa que se haya acabado un ciclo. Nadie pone en duda que estamos en una nueva etapa en la que los gobiernos progresistas han de reconducir los proyectos, sorteando los obstáculos procedentes de una severísima restricción económica mundial; han de identificar cuáles son las nuevas demandas de las mayorías para volver a sintonizar con ellas. Estos y otros tantos dilemas de épocas son fruto de las transformaciones políticas, económicas, culturales y sociales que se han producido en un tiempo histórico muy reducido. Sin embargo, esto no significa que el ciclo progresista en América Latina haya muerto. Sigue vivo y disputando ser revalidado luego de tanto tiempo. La revolución ciudadana, por ahora, continúa siendo mayoría.

Director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag)